La Sagrada Familia

 

Uno de los últimos sitios que visitamos en nuestra primera etapa del viaje estando en Barcelona, es otro de los imprescindibles a visitar. Aún le queda unos cuantos años para ver terminado por completo esta obra impresionante, rica en detalles y única en su especie. Con esta, hacen un total de tres obras que visitamos y todas unidas a un mismo nombre: Antonio Gaudí. Como ya habrán podido adivinar, se trata de la Sagrada Familia.
 

Ese día fue bastante completito, y es que después de haber estado visitando el parque Güell por la mañana y haber hecho una paradita para picotear algo de comer, la siguiente parada del recorrido fue este edificio. Quedaba a tan sólo unos 20 minutos de donde estábamos, y nada más salir del metro doblando una esquina nos la encontramos de frente, majestuosa a pesar de las grúas que la rodean. Muchos curiosos por el exterior y aquellos que ya había conseguido entrar, esperaban sentados tranquilamente a la sombrita y es que calor era especialmente intenso a aquella hora.
 

Sólo hace falta fijarse un poco en algunas de las figuras que decoran la fachada, es un trabajo inmenso. La roca, las vidrieras..

 

Se pueden apreciar las zonas que son más nuevas por el color de la roca. Poco a poco se van añadiendo más pináculos, y los que quedan. Podríamos calificar esta obra como faraónica, estando prevista su finalización para el año 2030. En el interior se podían ver algunos planos de la evolución para los próximos años. Esperemos que se cumplan las fechas y para aquel entonces luzca en todo su esplendor.
 

La cola que teníamos por delante daba la vuelta a la esquina y se alargaba unos metros más hasta la entrada, ya que estábamos allí no ibamos a dejar pasar la ocasión de entrar. Botellita de agua en mano para refrescarnos y avanzando poquito a poco, hasta que nos llegó el turno de comprar la entrada.
 

Por fin estábamos dentro del recinto, tiempo de explorar los alrededores.
 

Si por fuera la impresionaba, el interior lo es mucho más. Ese techo que parece alzarse hasta el infinito, nuestra mirada se empieza a elevar hasta que se pierda en lo alto. Los pilares, los colores de las vidrieras… todo en su conjunto lo empequeñecía a uno.
 

 

Ahora que me fijo, podemos distinguir palabras escritas en las vidrieras, creo que puedan ser a modo de mensaje.
 

Después de ir de un lado a otro por la bóveda central y los pasillos del interior, decidimos ir en dirección hacia el sótano, lugar donde había un pequeño museo con piezas explicando desde los orígenes de la construcción, bocetos del autor y toda una serie de objetos que rodean a la historia del lugar. Muy recomendable si queremos enterarnos de más cositas.
 

A la vez hacíamos un poco de tiempo a que nos tocase el turno de subir en el ascensor a uno de los pináculos. Algo que era extra y decidimos cogerlo cuando compramos la entrada.
 

Una vez arriba, las vistas de la ciudad son tremendas. La subida está más que justificada ¿no les parece?
 

Casi que podemos tocar algunos de los pináculos de lo cerquita que los vemos. Rodeados algunos de andamiajes, en pleno proceso de construcción. Pero sin duda para mejor vista es mirar directamente hacia abajo. Si antes nos sentíamos chiquitos en el interior, ahora es como si los papeles se hubiesen invertido y nos sentimos poderosos observando a la gente y las cosas de un punto privilegiado.
 

 

Pero aún quedaba la parte más emocionante: el trayecto de bajada, a pie. Escalera de caracol estrechita y que no veíamos el final. Poco a poco, escalón a escalón y con cuidado vamos descendiendo y e unos 10-15 minutos estamos de vuelta a suelo firme.
 

Una visita que nos supo a mucho. Conocer más de cerca la historia de la edificación, recorrer su interior y también gozar en las alturas de la ciudad de Barcelona. Broche de oro para cerrar el día. Nos veremos Sagrada Familia, esperemos que para cuando sea el próximo encuentro sigas mejorando y veamos menos grúas, eso indicarás que las cosas marchan bien. Cuídate mientras tanto.
 

 

Con encanto

 

Andábamos paseando cerca de Shibuya después de haber cenado, era un domingo sobre las nueve y pico de la noche, en la calle actividad como si tal cosa y nada indicaba que el fin de semana se acercase. Mientras estirábamos las piernas, callejeando de un lado para otro, nos topamos con el siguiente lugar. Cierto que nos apetecía echarnos algún coctél pero ibamos sin rumbo fijo hasta que nos decidimos a entrar en el local.

Tan sólo el exterior ya hace presagiar que se trata de un sitio diferente al resto, aunque no habíamos visto muchos bares por la zona, apuesto que habría más en lo alto de edificios al estilo de Hong Kong pero lo ignorábamos por completo. Nos quedamos un rato por fuera dando un vistazo al menú y algunas fotos que tenían.
 

Mi novia y yo nos miramos las caras preguntándonos: «¿pa´dentro si o no?», pues allá vamos. Si se fijan la entrada es por la parte de la derecha en dirección como a un sótano. La parte escaleras arriba puede que perteneciera a otro bar o igual era el mismo con distintos niveles. Bajando por las escaleras, decorado con botellas vacías de bebidas varias y con tablas de madera de un aspecto un tanto polvoriento que le da un toque más especial aún. Me estaba dando incluso la sensación como cuando uno se mete en una mina, aunque ésta un tanto más iluminada. Sigamos la escalera…
 

Una vez abajo, si pensamos que el bar tendría pocas botellas, atentos porque, todas las paredes estaban llenas de ellas. Marcas de whisky que no había visto en la vida, una variedad inmensa. Con una luz poco intensa que reflejaba en la madera, dándole un toque cálido al lugar. Fuimos recibidos por uno de los camareros que estaba muy bien uniformado, chalequito, pantalón de vestir; un auténtico barman de película. Nos indica que la entrada es de 500 yenes pero sin derecho a consumisión, eso sería a parte. Ya que estábamos allí, un día es un día ¿no?
 

A la hora de pedir el menú no ayudó mucho (no había versión en inglés) pero al menos con las siglas de las bebidas, tales como: (G) Ginebra; (W) Whisky; (V) Vodka, de esa forma nos podríamos apañar para saber lo que contenía cada coctél y luego si se trataba de una copa de tamaño Medio (M) o Largo (L). En nuestra primera elección optamos por un clásico mojito y un Kill Bill (venía a ser como un vodka con soda y un toque de limón, creo yo) y acompañado de un platito de frutos secos. Con música muy suave sonando de fondo no se podía estar mejor, y el resto de ocupantes de bar charlaban pero sin que casi uno se diese cuenta de que estaban allí, todo muy relajante. De vez en cuando el sonido de los hielos, el chas chas chas de la coctelera… muy auténtico como decía.
 

Ojo a algunos de los detalles decorativos que tenía el bar 🙂
 

Después de una primera ronda, quisimos pedirnos una segunda y definitiva. Ciertamente no me acuerdo que pedí, pero ahora que veo la foto tiene un aire similar al primero, jeje.
 

En cambio mi novia optó por curiosear qué habían pedido en la mesa más cercana a nosotros, que parecían unos entendidos pidieno cóctel tras otro y le gustó uno que estaba decorado de la forma que ven.
 

Disfrutamos de un rato agradable y un par de cócteles a precios más que razonables dada la ubicación del sitio. Fue el toque perfecto para cerrar el domingo antes de retirarnos rumbo al hotel para descansar y recuperar las fuerzas. Un nuevo día nos esperaba.

 

Volar a HK

 

Ha habido en varias ocasiones que la gente me ha preguntado cuánto cuesta volar hasta Hong Kong, y claro, todos sabemos lo relativo que puede ser esto en función de algunos factores que pueden influir en el precio final de nuestro billete, tales como:

– Época del año.
– Compañía aérea.
– Disponibilidad / última hora.

Por lo general, diría que la media ronda los 600-700€ hasta Madrid o Barcelona. No estoy contando con el trayecto hasta Tenerife porque eso sería opcional para muchos, pero no para mi, con lo que el precio total del desplazamiento se incrementaría un poco más.

Si tenemos en mente viajar a sitios un tanto lejanos, lo recomendable es pillar los billetes con unos cuantos meses de antelación aunque aún así esto a veces no nos va a asegurar que podamos encontrar viajes baratos y hay que mirar bien las fechas para conseguir la mejor combinación posible. Bajo mi experiencia, he utilizado varias rutas cuando he regresado a España, bien sea a Tenerife o a otro punto de la península como cuando estuvimos de vacaciones este verano.

1. KLM

Cuando llegúe a la ciudad por primera vez esta fue la compañía con la que volé. Por lo que he podido observar, no se caracteriza porque sea barata precisamente y algunos de los aviones debieran renovarse mejorando el ocio para vuelos largos tal como un Amsterdam-HK.

2. Air New Zealand

Ésta fue mi segunda opción después de haber pasado por Madrid y rumbo a Londres, ciudad desde la que sale el vuelo regular de unas 11 horas y media duración aproximadamente. El vuelo se hizo muy agradable y la clase turista muy buena, de las mejores que haya probado junto con Cathay Pacific, Qatar o Emirates. Recuerdo que me salió el billete muy bien de precio y habiéndolo comprado con tan sólo un mes de antelación.

3. FinnAir

Me hacía especial ilusión ir vía Helsinki y tuve ocasión de ir en diciembre del año pasado. En el vuelo de vuelta la espera era larga y quería haber aprovechado para visitar el centro de la ciudad, pero ya se sabe lo que pasa en los países nórdicos y es que la noche cae demasiado pronto. Apenas eran las 3 y media de la tarde cuando la oscuridad de la noche se acercaba y con nieve como no.

4. Qatar

Hasta la fecha ésta ha sido la última aerolínea con la que he volado para volver a España y más en concreto a Barcelona. Parada intermedia en Doha para cambiar de aviones. Sus horarios son buenos, pero es probable que en alguno de los trayectos nos toque esperar unas cuantas horas. A nosotros nos tocó a la vuelta, pero al menos la espera se hizo llevadera teniendo wifi y pudiendo comer algunos aperitivos.

Éstas son algunas de las alternativas, pero no las únicas. Seguro que habrán leído de alguien que haya hecho uso de Aeroflot vía Moscú, o un Madrid-Pekín-HK con Air China; siendo estas las dos opciones más baratas que conozco.
 

Entre una cosa y otra sus 14 horitas de avión y 2 aviones de por medio, ahora está en nuestra mano decidir la ruta más conveniente, tanto por horarios como por la que resulte más económica, factor de peso en los viajes largos. Así que, si se animan a visitarme no será por falta de opciones 🙂

Puertas

 

Fíjate por donde que el otro día di con mi cámara compacta Sony que tenía aparcada desde hace tiempo y rescaté algunas fotos que ya ni me acordaba. Por aquel entonces aún estábamos en nuestra primera casa cerca de Mongkok, anda que no ha llovido ni nada. Hay algo que siempre me llamado la atención y es el tipo de puertas que se suelen utilizar en los pisos en la ciudad, aunque siempre si nos referimos a edificios que son algo más antigüos.

Como medida adicional de seguridad se coloca una puerta extra que actúa a modo de verja y nos las podemos encontrar de muchos estilos como veremos en las siguientes fotos. Por lo general son de hierro o de aluminio, bien pintadas o con ese toque brillante del metal. Y ojo con los tiradores también..
 

Aquí se puede observar que el estilo de puerta es tipo corredera, ya que, cuando el espacio es limitado la opción de que la puerta se abra hacia fuera puede entorpecer en un momento dado si hay alguien en el pasillo de nuestra planta o el vecino del al lado anda entrando y saliendo de su casa.
 

Más o menos recargadas, con barrotes de distintos grosores o el uso del alguna chapa metálica. Lo que si me puede parecer práctico, es que si en verano queremos que corra un poco de brisita, abrimos la puerta del interior y la casa se puede airear sin necesidad de estar expuestos a que se meta cualquiera, aunque también es un poco escaparate no? pero si sólo estamos viendo la tele como que no pasa nada 🙂
 

Particularmente, no es algo que me guste porque la sensación desde el interior es como si fuera tipo jaula. Es algo a lo que uno no está acostumbrado en España donde el uso de verjas parecidas es más bien en el exterior de casas y no pisos como aquí vemos.

En mi primera y segunda casa tuve, sin embargo en las dos siguientes la cosa cambió pero tampoco lo echo de menos.