Al metro

 

Una de las formas más cómodas de desplazarnos por una ciudad, es hacer uso de la red de metro. Una ciudad como es Tokio, no iba a ser una excepción y también todo lo que rodea a este medio de transporte tiene un cierto aire más auténtico. El interior de las estaciones es amplio y algunas tienen los andenes sin protección, algo que contrasta con el metro de Hong Kong u otras ciudades asiáticas, aunque seguro que poco a poco hagan un esfuerzo por renovarlo e incluir esta medida de seguridad.

La presencia del aire acondicionado no es tan intensa a lo que estoy acostumbrado, y simplemente con la brisa que sopla por los túneles o cuando pasa el tren es sufciente o bien ayudado de algún ventilador para mover el aire. Y siendo finales de verano, el calor aprieta afuera, concentrándose un poco bajo tierra. En otro sitio ya nos hubiéramos sentido como cubito de hielo, y experimentado un gran contraste entre dentro y fuera de la estación, en Japón no nos pasó así, el metro tiene su propio ritmo.
 

Pero hay algunas estaciones que si tienen barreras como las que vemos en esta foto, pero que sólo cubren hasta media altura, pero al menos es algo.
 

Si hay algo que tenga el metro tokiota es: diversidad de líneas. En la foto tan solo unas pocas y teniendo en cuenta que son varias las compañías de metro que operan, tales como: JR, Tokyo Metro… y cuando queremos cambiar de una a otra, los intercambios pueden llevar un poco de tiempo.
 

Una de las cosas que me gustan, es el poder comprar en alguno de los estanquitos existentes en el interior de la estación una vez pasadas las compuertas. Y es que no habiendo restricción de comida y bebida en el andén y los vagones, podemos comprar algo si nos apetece sin tener que esperar a estar fuera de esta zona. Me pregunto qué pasaría si en Hong Kong sucediese lo mismo, pero de momento, tenemos que andar con ojo de no comer o beber dentro de la estación o los vagones, no obstante, la gente lo hace de forma discreta y hasta la fecha nunca he visto que hayan pillado a nadie. La multa que te puede caer es de 150 euros si no recuerdo mal. Creo que es todo cuestión de educación, y si la gente supiese guardar las formas como hacen en Japón, no habría estas medidas.
 

Otro servicio muy práctico son las taquillas. Recuerdo haber hecho uso de ellas en mi primer viaje al país. Era mi último día de estancia y debía salir del hotel temprano, aproveché para ir de visita a Yokohama y para no estar cargando con el equipaje, lo dejé en unas de las taquillas de las estación por la que pasaría más tarde de camino al aeropuerto. Las hay de varios tamañitos en función de las dimensiones de nuestras maletas y con ello, el precio acorde.
 

 

La publicidad que cuelga del techo de los vagones no pasa desapercibida. Suele ser de lo más variada como de anuncios de bebidas, estética… Lástima que no tuvieran su versión en inglés para enterarnos un poco mejor lo que cuentan.
 

Desde por la mañana hasta cuando empieza a hacerse de noche, el metro lleva a la gente a su trabajo o a su casa, y siempre con la puntulidad japonesa característica. Siempre todos en orden y respetando las señales de quien sale y quien entra. Mientras tanto podemos elegir cómo hacer que nuestro viaje se haga más llevadero: escuchar música, jugar con nuestra PSP o el móvil, leer…
 

Podría decir muchas bondades de este transporte, pero lo mejor es experimentarlo nosotros mismos. Seguro se acuerdan de la línea Yamanote cuando vayan de visita. ¡Vaamos al metro!

 

Del día

 

A lo largo del muelle de Sai Kung, cuando empieza a caer la tarde-noche, la actividad aún no ha cesado. Y es que, si de día es un lugar de encuentro para que la gente salga a la mar a disfrutar de un junk trip (plan genial de verano), cuando la noche empieza a caer que es cuando regresan los barcos para dejar a la gente, algunos curiosos se quedan a observar lo que ocurre un poco más abajo en el agua. ¿Ven las barquitas una detrás otra?
 

Vamos a acercarnos un poco más. Estos pequeños botes de pescador ofrecen al público en general pescadito recién cogido en las aguas cercanas. Mientras unas han estado de playa o haciendo deportes en el agua, otros han dedicado el día a aprovisionarse de frutos de mar y si pueden sacar algo de provecho, además de, lo que hayan cogido para su consumo propio. Si se observan, tiene varios cacharritos plásticos en los que tienen separados los peces, imagino que según el tamaño o el tipo de cada uno y así elegir mejor. Un mercado flotante aunque no es comparable a lo que nos podamos encontrar en Vietnam o Tailandia.
 

A veces tan sólo una persona o bien dos, ocupan las embarcaciones. Parece que algunos clientes se animan a comprar, pero en cambio otros tan sólo actúan de meros observadores. Seguro que un poco de regateo tampoco falta, dólar arriba dólar abajo. Alguno acabará con una bolsita de pescadito fresco para la cena de esta noche.
 

Los últimos rayos del sol están por irse, y la luz de los farolillos en los botes son los que ahora alumbran. Sus dueños aún no dan por terminada la sesión de ventas, quien sabe si algún cliente rezagado pueda aparecer en último momento.