Volviendo a Indonesia

 

Sé que no tengo perdón pero cuando no es una cosa, es la otra y pasan los días casi sin darse uno cuenta. Aprovechando que hoy es día 26 y hace justo un mes que regresásemos los tres del viaje a Indonesia. Alberto y Dani y este servidor. Atrás quedaba una experiencia que tardaremos tiempo en olvidar, que digo, algo que recordaremos siempre. No se crean que voy a contar el viaje de atrás para delante, ni mucho menos, sino al menos dar unas pinceladas de lo que acontecieron esos días por aquellas tierras; un aperitivo que de pie a contar las distintas etapas del viaje.

El punto de partida era Yakarta en la noche de un viernes. Salir del trabajo un poco antes y para el aeropuerto. Unas cuatro horitas y algo de vuelo, llegando una hora antes de la media noche. Luego sólo quedaba pasar los trámites habituales: inmigración, coger la maleta y en taxi al centro de la ciudad. Quizás si hubiera pillado vía Singapur me hubiera salido un poco más económico, pero no compensaba porque sería algo más paliza y hubiera tenido que salir con algo más de antelación. En fin, a lo que iba. Dani llegaba de Singapur y Alberto ya andaba por Indonesia desde unos días atrás visitando templos. Tocaba una noche de marcha por la capital y al día siguiente en plan relax que luego a la noche tocaba coger nuestro avión que nos llevaría hasta Sorong en la parte más oriental, en la isla de Papúa.

Nos esperaba un trayecto interesante haciendo escala en Makassar, pero con muy poco tiempo de espera, algo que nos inquietaba pero que al final todo salió como la seda y destino final en Sorong. Intentar dormir en los vuelos, de unas 2 horas y poco cada uno, y tener fuerzas para todo el día del domingo que nos esperaba nada más llegar.

En último vuelo cuando ya empezaba a amencer pudimos ver algunos de los islotes a medida que hacíamos el descenso. Ya casi estábamos 🙂
 

Para los siguientes días, tocaría hacer sus millas a bordo de un singular barquito y con los que serían nuestros compañeros durante la travesía: el patrón del barco, su sobrino y un ayudante. La aventura había dado comienzo. Surcaríamos las aguas hacia el norte con la misión de disfrutar del enclave de Raja Ampat, el objetivo principal de nuestro viaje.
 

Este muellito sería también nuestro compañero durante algunos días. Desde él contemplaríamos el paso de barquitas, cómo llegaban los atardeceres o echándonos una siesta en las hamacas allí colgadas. Y con ojito de caminar firme sobre los tablones, especialmente de noche, aunque era más seguro de lo que parece 🙂
 

Tres fotos que ilustran a grandes rasgos nuestro viaje y seguro que hacen que les sepa a poco a poquito, lo sé.. En días siguientes vendrán posts un poco más extensos, sigan al loro. Mientras tanto no dejen de pasarse por el blog de Alberto que ya ha escrito unos cuantos posts y súper completos que no tienen desperdicio.

 

Trazos

 

Imaginen una callecita cualquiera de las muchas en el entramado del distrito de Central, ¿qué nos podemos encontrar? desde los tradicionales «wet market» vendiendo frutas, verduras y pescado o puestitos donde copiar llaves o incluso de reparación de calzado. En este de hoy en concreto, en el momento cuando pasaba la actividad era más bien escasa o por no decir que casi nula. Domingo a las dos de la tarde y con el calor de aquel día, todo el mundo estaba o bien comiendo o ya reposados.
 

Mi atención se centró en las paredes a medida que subía. Desde la clásicas pintadas a modo de firma, o digamos graffiti, pero éstos de arte no tienen mucho que digamos…
 

Con algunos señores de por medio en plena siesta, aunque la posición de este primero creo que no del todo cómoda. Ahora me viene a mi mente la expresión que me solía decir mi tía cuando me veía escarranchado en el sofá: «¿estás cómodo o te caíste de arriba?» y nunca mejor dicho 😀
 

En esta otra pared parece como si hubieran pegado unas láminas y luego pintado encima, muy curioso el resultado, como si de un collage se tratase. Tiene pinta de una gran careta de payaso con la boca abierta y en medio unos caracteres chinos que no sabría decir su significado, pero dudo que esté relacionado con lo anterior. La fusión de ambos para ser uno solo.
 

Si hasta tenemos panditas y vienen en grupos de a tres. Claramente es un plantillazo y a golpe de spray. Seguro que no es cosa del azar y tiene cierto simbolismo, ¿no les parece?
 

Por último en esta entrega, que espero ampliar en posts para el futuro. Un mensaje claro: Get real! que nos recuerda que mantengamos los pies en la tierra, nada de dejar volar demasiado la imaginación, ser fieles a la realidad.
 

Seguro que si van caminando por algunas calles de su ciudad, muchas de las paredes tienen mensajes interesantes que puede pasen desapercibidos en el día a día. Sólo basta un poco de ojo y cuando vamos sin la prisa habitual; se pueden encontrar cosas interesantes.

 

Carrera en Stanley

 

Aunque apenas llevamos un par de carreras en esta temporada, parece que vamos mejorando poco a poco con cada una de ellas. No obstante, vamos a ser cautos y seguir trabajando para que los resultados acompañen como sucedió en este domingo pasado. Primera vez compitiendo en Stanley, las otras veces siempre había sido en plan paseo o siendo testigo del festival de dragon boat que se celebra en Junio. Esta vez era diferente y tenía muchas ganas, además de que era una carrera de pescadores con lo que ambiente estaba asegurado.
 

Clásico madrugón de domingo para estar a la hora acordada en el muelle de Aberdeen e ir todos juntos en barco hasta el lugar de la carrera. Un trayecto de apenas 20-30 minutos, el ambiente es distentido y es que no hay que ir tensos; luego ya habrá tiempo para descargar adrenalina en las carreras pero teniendo todo bajo control. Una vez llegados, buscamos nuestro hueco para atracar y tener buenas vistas de las carreras, ya han llegado algunos barcos más y con los equipos haciendo los primeros calentamientos de la mañana.
 

Las banderas de los equipos hondeando al viento mientras que algunos aprovechan un descansito al sol a que le toque el turno y competir. La organización empieza de forma puntual y a las 9 de la mañana empiezan a situarse en la línea de salida las primeras embarcaciones. A nosotros nos queda un rato hasta la nuestra.
 

Tenemos nuestras armas listas y con ganas de empujar el agua con fuerza. A elegir entre la fibra de carbono o la madera, a gusto de cada cual. Por lo general siempre entrenamos con los remos de madera y luego a la hora de competir, los de carbono; a gusto de cada uno, con remo propio o prestado.
 

Toca subirse al bote y hacer el primer calentamiento del día, hay que desperezar el cuerpo y tenerlo a punto. Se dan un par de vueltas por los alrededores y hacer la correspondiente ofrenda en una playita cercana donde hay un templito. La tradición no hay que olvidarla y se debe bendecir al dragón antes de que la competición empiece.
 

 

El equipo al completo viniendo de vuelta para hacer el relevo y tener preparada la siguiente tanda de gente. Teníamos dos equipos: uno mixto y otro de hombres, y con algunas de las carreras seguidas una tras de otra, pero nos reservaríamos gente para llegar con éxito a las finales, y parece que la estrategia resultaría 🙂
 

Nadie quiere perderse el comienzo de las carreras. Lástima que teníamos un barco en el campo de visión de donde estaba situada la línea de salida y los primeros metros no se podían apreciar, pero luego teníamos buenas vistas durante un buen tramo cuando los botes ya habían cogido cierta velocidad. Si se fijan en la esquinita de la derecha al lado del chico, asoma nuestro bote con la chica que va imprimiendo el ritmo de carrera con el tambor.
 

3,2,1… piiiiiii! la bocina pita la salida. Y al poco los equipos aparecen ante nosotros. El ritmo de los primeros metros es frenético hasta que luego se establece la pauta del remo largo que se lleva durante la mayor parte de la carrera, aunque claro está, cada equipo tiene su propia estrategia, algunos remo más corto y rápido, o nosotros con remo más largo pero con más pegada.
 

 

 

Estas imágenes con el agua saltando por todos lados, la gente concentrada en la carrera, el colorido de las camisetas y con el sonido de los tambores es algo espectacular. Y si uno está dentro del bote cuando le llega el turno, todo pasa tan rápido. Uno está con los cinco sentidos en su bote y no perder el ritmo de los compañeros que tenemos delante, y es que estar sincronizados es clave para hacer una buena carrera.
 

Después de unas cuantas carreras a lo largo de la mañana, hemos conseguido meternos en la «Final Copa Oro para el equipo mixto» y «Final quinta ronda equipo de hombres». Ahora sólo nos quedaba dar el último paso y darlo todo. Mantuvimos la concentración y el resultado no pudo ser mejor. 2º puesto en la final mixta y 1º en la final de hombres.

Y aquí están los trofeos, foto que sacó uno de los compañeros del equipo, Tony, los trofeos en las finales correspondientes. ¿Son bonitos verdad? 🙂
 

Apuesto que cuando tengamos nuestra cena anual del equipo que será para allá en el mes de agosto, que es cuando se juntan los trofeos de esta presente temporada y los subastamos entre nosotros, se pujará bien por ellos. No me importaría hacerme con uno de ellos, depende de a cuanto se vayan a cotizar, pero tiempo al tiempo.

Por si quieren ver algunas fotos más del día de la carrera, aquí les dejo el enlace del álbum que he subido en mi Facebook o también hay más material en el grupo del equipo «Buzz Dragon»
 

Estilo LCK

 

A veces las opciones para comer en la zona donde trabajo (Admiralty) son más bien escasas y uno opta por acercarse a la vecina Wan Chai o alguna que otra vez en Central. Se pueden encontrar sitios auténticos de estilo tradicional donde comer noodles, dumplings u otras especialidades. Esta vez, no nos situamos en la isla de Hong Kong sino que vamos hasta la zona de Kowloon y más en concreto a las siglas que se incluyen como título de este post: LCK (Lai Chi Kok)

Es una zona de negocios bastante activa donde se acumulan muchas empresas, principalmente del sector textil, pero hay bastante diversidad. Y claro, los sitios para comer en la zona aunque no sean excesivos, si que ofrecen buena variedad local, es un gran punto a favor. De vez en cuando voy a buscar a mi novia al trabajo y antes de ir a casa aprovechamos para cenar algo en uno de los restaurantes que tiene cerca de la oficina.

Para mi siempre es toda una experiencia y me encanta el ambiente que hay en el interior. Mesas redondas con taburetes en el medio y en los laterales mesas rectangulares con sitios más acolchados. Dos vasitos de té y los utensilios para comer nos esperan mientras damos un vistazo al menú (bajo el cristal de la mesa). A estas horas (pasadas las 7 y media de la tarde) mucha de la gente ha abandonado la zona y se respira más tranquilidad, pero según me ha dicho mi novia, en la hora de la comida es una locura. Uno no puede permitirse un almuerzo digamos calmado porque la actividad es constante.
 

¿Y qué podemos pedirnos? la variedad del menú va desde arroz, fideos, bbq cantonesa, verduras, dumplings, sopas, bebidas variadas (café, té, refrescos); es lo que nos suele ofrecer la típica «cha chaan teng». Precios económicos y platos con buena cantidad. Esa noche me decanto por un té con leche, el tiempo anda algo fresquito y apetece algo templadito para el cuerpo.
 

Varios platos para compartir entre los que escogemos:

Verduritas con salsa de ostra
 

Noodles con pollo y verduras al curry
 

Y este último fue una elección mía: «zhu pa bao» o lo que viene a ser un bollo con un filete de cerdo, lechuga y un poco de mayonesa. Está exquisito. Y es que hay veces que con las cosas más simples, es con lo que uno disfruta más. Esos pequeños placeres 🙂
 

Que mejor recompensa para terminar el día con una buena cena y mejor compañía. Un sitio al viejo estilo y más que válido. Bullicioso de día y tranquilo de tarde-noche; lugar de paso, oficinistas, obreros… Un cóctel de gente que disfruta de su comida.