Tuk tuk

 

Para darle alegría al viernes y las vísperas de un nuevo fin de semana, nada mejor que con algo de comida, y de la zona asiática, más en concreto, de Tailandia. Y el nombre que da título a esta entrada está muy ligado a la cultura del país. Dos palabras que representan uno de los medios de transporte más utilizados y característico por su clásico sonido, de ahí precisamente esas dos palabras: «tuk tuk«.
 

De ahí le viene el nombre al restaurante que les presento a continuación «Tuk tuk thai», y uno de mis preferidos sin duda. De ubicación muy céntrica a un paso de la zona de Soho, aunque digamos que algo escondidito en una de las perpendiculares a Hollywood Road. En el mapa que pondré un poco más abajo se pueden hacer una idea de lo cerquita que queda de la estación de metro de Central.

El sitio no lo descubrí yo sino que fue una amiga la que hace tiempo me llevó para probarlo y desde entonces, siempre que puedo voy a comer allí. Bien sea en compañía de mi novia o también con amigos. La carta es bastante variada con entrantes, platos de carne, verduras, currys y también algún postrito. En el apartado bebidas pueden probar alguna cerveza, refresco de lima o un coco.

Se preguntarán, ¿recomendaciones? Para abrir boca, no hay nada mejor que unos clásicos rollitos de verduras que vienen acompañados con su salsita de cacahuete. En su interior tenemos hoja de lechuga, gambita y una hoja de menta. Soplo de aire fresco para empezar nuestra comida.
 

Podemos continuar con algo más sustancioso como es este arroz frito con piña al que no le faltan unos poquitos de anacardos, trocitos de piña, barritas de surimi y gambas. La presentación es lo mejor, aprovechando el hueco en la piña y con el juguito mezclado con el arroz, le da un toque muy bueno. Aunque sé de gente que ese gusto dulce, digamos tropical, no termina de convercerles, les aseguro que si prueban este plato no les defraudará.
 

Y como esta comida se trataba de una cenita, no era cuestión de llenarnos demasiado. Terminamos con unos pinchitos de satay de pollo. Como ven en la foto, vienen 6 unidades aunque si lo deseamos se pueden pedir tres de cada combinando: pollo, cerdo o bien ternera. Coger pinchito, mojar en la salsita y bocado.
 

Lástima que en esta ocasión no les haya mostrado otros platos que nos gusta pedir. Por supuesto que todos de una vez no puede ser, pero tenemos nuestros platos estrella con los que uno siempre acierta, tales como: curry verde de pollo o un clásico pad thai. Tampoco pueden faltar algunas verduritas o algún aperitivo más como unos fritos de cangrejo con salsa agridulce. Cuanta más gente mejor, así se pueden compartir más platos entre todos. Raciones bien servidas y con las que uno no se quedará con las ganas de comer.

Para llegar no tiene pérdida, aunque si no conoces la ciudad es mejor ir con alguien que sepa llevarte hasta el sitio. Pau puede contarles qué les pareció el sitio, ya que tuvimos ocasión de ir con él y Vero cuando estuvieron visitando la ciudad y aprovecharía para hacer una de sus famosos crónicas de cervezas del mundo.
 


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Me parece un sitio perfecto para disfrutar de auténtica comida tailandesa y a unos precios más que razonables. Local chiquitito donde apenas caben 20 personas, con lo que si tenemos idea de ser un grupo grande y durante el fin de semana, conviene darles una llamadita para asegurarnos un rinconcito. El personal es siempre amable y atento, y la comida con el sabor que tanto nos gusta.

 

Obras del sur

 

Un trayecto que realizo un par de veces en semana y que me es más que familiar. La ruta desde la zona de Admiralty (punto A) que es donde trabajo y hasta la zona sur de la isla por los alrededores de Aberdeen, más en concreto en Wong Chuk Hang (punto B), y que suelo emplear entre 20-30 minutos. Todo depende de cómo discurra el tráfico entre la zona de Wan Chai y Causeway Bay, dos de los puntos críticos del recorrido de la guagua. Una vez pasado el túnel que lleva Aberdeeen, fuera atascos, aunque dentro de no mucho menos de un par de años, habrá otra vía de transporte que será más eficiente y reducirá el tiempo de viaje entre estos dos puntos.
 


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Los operarios del MTR llevan ya tiempo trabajando en los alrededores de un canal y poco a poco he sido testigo de cómo han ido cambiando las cosas en el entorno. Por donde antes pasaba algo de agua, ahora es una vía que transitan los trabajadores a diario y donde montan estructuras con vigas de cara al futuro. Una de las nuevas estaciones de metro en las cercanías, y apostaría que de nombre Wong Chuk Hang.
 
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En esta foto se aprecian unos pilares bastante importantes. Tiene pinta de que vayan a hacer un puente aprovechando el canal existente, con lo que este tramo no habría que enterrarlo y es que hay tramos como en la línea de Tsuen Wan (línea roja) o la línea de Tung Chung que cojo a diario, que van al aire libre como si de un tren de cercanías se tratase. Es un contraste que me gusta, y así uno puede ver la luz del día.
 
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Adelantar que la estación de Admiralty pasará a ser más importante si cabe como núcleo de transporte. Se está ampliando para dar cabida a la nueva línea que pase por ahí en dirección al sur de la isla y proveniente de la zona de Kowloon.

Mientras tanto las obras continúan a buen ritmo. Poco a poco haciendo que la isla esté mejor conectada si cabe.

 

Doble copa

 

Y no la Danone 😀 Otro año más y como es tradición por estas fechas, el día grande de dragon boat: el festival de Tuen Ng. Se organizan carreras a lo largo de todo el territorio, desde Stanley que es la más multitudinaria, pasando por Aberdeen, Cheung Chau o Discovery Bay. Ésta última era a la que acudimos nosotros.

Del año pasado tenemos buenos recuerdos, además, era mi primera temporada con el equipo y eso también lo hizo más memorable aún. En aquella ocasión, nuestro equipo mixto fue el que se alzó con el triunfo en la gran final y este año esperábamos repetir victorias, íbamos con muchas ganas.

Desde Tung Chung hasta Discovery Bay hay tan sólo un paseito en guagua de veinte minutos, con lo que me quedaba relativamente cerca de casa si lo comparamos con otras carreras que hemos tenido a las que he tenido que madrugar bastante para llegar al punto de encuentro con el equipo. Son días largos con lo que conviene ir preparados con agua, comida y también crema del sol; aunque no lo parezca por las nubes el calor se notaba y sobre todo la humedad de estos días. Asignadas nuestras casetas en un lateral de la playa, nos acomodamos y al poco de llegar tendríamos una sesión de calentamiento previa a las carreras que se sucederían durante el día.
 
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Una playa que nos era familiar y que nos gusta. Nos habíamos propuesto que sería nuestro día, había que dar el cien por cien en cada carrera mientras manteníamos las emociones hasta el final.
 
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Momento de ponerse en marcha. La primera carrera del día sería a eso de las 9 y media de la mañana, equipo mixto en acción. Más tarde sería el turno de las chicas y ya casi para el mediodía el turno de los chicos. ¿Sería buena señal que tuviéramos el bote número 8? aunque no somos demasiado supersticiosos, de vez en cuando uno sí que mira los números por eso de las tradiciones chinas y más si estamos en uno de sus festivales.
 
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A la llegada del bote a la playa, contrastar impresiones con los compañeros que acaban de remar. Ha sido intensa, sobre todo al final cuando han tenido que apretar más en los últimos metros. No sabemos con certeza si hemos sido primeros, ha sido muy justita la llegada. Ha sido cuestión de décimas de segundo, y la primera victoria se la lleva «Team Mushu». Aunque aquí lo que importa realmente al final es el tiempo promedio que se consiga en las distintas rondas para ver luego quien accede a las distintas finales.
 
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Las primeras carreras del día estaban casi seguidas por lo que había que estar atento a las llamadas por la megafonía. Entre cada una de ellas, tiempo para descansar, hacer una puesta en común y organizar la alineación para la siguiente carrera. Me tocaría el turno de entrar en acción en la carrera del equipo de chicos y entre los equipos a batir estaban los «Lamma Dragons» que no nos lo pondría fácil ni mucho menos. Otra ronda más y luego vernos la cara en la final en un total de 7 equipos que accedían a la final.

A cada poco, los tiempos de las carreras se iban publicando en este tablón. La gente se arremolinaba para ver qué tal tiempo había hecho su equipo. Como se puede apreciar en el tablón, hay tres secciones diferenciadas:

– Equipo mixto.
– Masculino.
– Femenino.

 
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Situaríamos a nuestros tres equipos en las finales y por méritos propios. Lo digo porque sabiendo que las chicas habían hecho unas carreras increíbles, nuestra sorpresa al ver que las habían descalificado. Fuimos a hablar con la organización, después de casi una hora de revisar las carreras previas y los tiempos, se dieron cuenta del error de cálculo con los tiempos y nos daban el primer puesto merecido. Se imaginan la alegría de nuestras chicas? Y si eso no fuese poco, los chicos hicimos también lo propio en nuestra final.

Nos hubiera encantado conseguir un tercer trofeo en la final mixta pero nos quedamos por poquito fuera, consiguiendo un 4º puesto y es que los tiempos de los tres primeros estaban con diferencias de ni siquiera segundos, muy disputado. No obstante, un día redondo en lo que a resultados respecta.

Día increíble con pareja de copas doradas

Y no podíamos dejar de hacernos la foto de la familia Buzz Dragon al completo con los dos trofeos. Era momento de celebrarlo como se merece, fruto del buen trabajo en equipo y la garra demostrada hasta el final.
 

Camino de vuelta (y II)

 

Después de dejar atrás Pef y su resort, no habiendo conseguido el objetivo del almorzar, qué mejor cosa que coger rumbo. En unas horitas más estaríamos de vuelta en Pulau Kri, que si recuerdan, había sido nuestro primer punto de parada al inicio de la travesía. El camino que tomaríamos cambiaba un poco respecto al trayecto de ida y decidimos hacer la variante a través de un estrecho que conecta por el interior.
 

Un pequeño canal de unos pocos metros de ancho por el que pueden pasar barquitos como el nuestro y que luego poco a poco se va ensanchando. Salpicado con algunos islotes y muy poco transitado. En nuestro paso por el estrecho tan sólo nos toparíamos con un botecito en el lateral que estaba afanado con algunas labores de pesca.
 

Bueno, miento, nos encontraríamos con un curioso poblado a las faldas de esta montaña. Casitas de madera de aspecto muy frágil y algunas con parte en el mar. También algunos botes de pesca que reposaban, pero sin rastro de personas.
 

Me pregunto cuándo y cómo habrían llegado los primeros pobladores de esas casitas. Si acaso dos o tres familias vivirían. Desde luego que la pesca sería uno de los medios de vida principales y otros productos tendrían que ir a buscarlos por las cercanías o hasta Sorong que queda unas horitas alejado.
 

La esencia de las cosas sencillas. Seguro que a sus habitantes de nada les falta y tan felices como la gente de Mutus. Cosas así dan mucho que pensar. Uno que viene de un sitio acostumbrado a tantas cosas y de forma inmediata, a veces nos olvidamos de gente como esta que vive a la antigüa usanza y es como si el tiempo no hubiera pasado.
 

Con tanto tiempo dentro del barco, tampoco faltaba la diversión. Aquí Alberto se estaba columpiando un rato, mientras que Dani aprovechaba para coger algo más de solito, aunque parece que el solito que nos acompañaba desde la mañana se había escondido un poco con algunas nubecitas grises pero sin amenza de lluvia, eso sí, con calor todo el rato.
 

Todo quedaría atrás cuando viéramos aparecer el muellito en Kri de nuestro hostal, en el cual nos habían acogido tan amablemente. Sin problema alguno para coger cabaña para dos noches más, seríamos los únicos residentes. Veníamos con unas ganitas de comer que ni se imaginan, sólo quedaba hacer tiempo para la cena y no veas cómo de bien recibiríamos ese arrocito con verduras. Creo que hasta tuvimos pescadito, no chicos?

Mientras recibíamos la llamada de la cena, poco más podíamos hacer que contemplar cómo iba terminando un nuevo día. Era jueves por la tarde y nuestro avión desde Sorong salía el domingo por la mañana. El día del viernes nos podríamos permitir el no hacer nada y levantarnos un poquito más tarde, disfrutar de la playa con algunos bañitos y tomando el sol.
 

Mientras tanto, el cielo nos dejaba una bonita estampa para recordar siempre: la de sus atardeceres. Era la segunda vez que veíamos cómo se escondía el sol desde Kri y a cada cual más bonito. Precioso contemplar las tonalidades del cielo, un espectáculo.
 

 

 

Tanto relax tuvimos que ese día no toqué la cámara de fotos prácticamente. Nos dimos un paseo hasta un resort un poco más allá de nuestro hostal. Prácticamente vacío pero nos encontramos con algunos de los empleados que nos ofrecieron un poquito de agua mientras descansamos en una de las cabañas. Poco más que hacer por los alrededores y tan sólo retornar para tumbarnos en la arena, y esperar a la hora del almuerzo. Qué vida tan perra verdad? jeje, y la amiga hamaca una de las mejores cosas 🙂
 

Nuestra fiel Karimata que había aguantado el trayecto como una campeona, también se merecía un descanso y así de paso, el bueno de Agus no pondría peros respecto a la gasolina. De todas formas, esa misma tarde de viernes que se nos ocurrió a hacer un poco de snorkel no muy lejos, montón una escenita de gañaneo típica pero al final optó por comprar un extra de gasolina pagado de su bolsillo, porque según él estaríamos justos de gasolina para llegar a Sorong. Todo se vería..
 

Anochecía y sabiendo que mañana partiríamos hacia Sorong y siendo nuestra última noche en Kri. Echaríamos de menos nuestro hostal y su gente, igual la comida un poquito también. Se habían portado muy bien con nosotros y gracias a Dani que les batalló el precio para dejarnos la habitación por tan sólo 350.000 rupias en total, en vez de por cabeza que era lo que decía la guía. Un precio más que razonable por el alojamiento y con las comidas incluídas.
 

Al día siguiente saldríamos a eso de las 10-11 de la mañana y en cuestión de unas 3 horitas vendríamos llegando a Sorong. Parece mentira que había pasado una semana desde que saliéramos desde ese puerto y nos encontrásemos por primera vez con Agus y compañía. Sólo nos quedaba sacarnos una foto de familia para recordar ese momento.
 

Igual muchos se preguntan: ¿qué tal es la ciudad de Sorong? sinceramente poco que añadir, no tiene mucho de especial sino que es un lugar de paso para viajeros y con bastante actividad con sus tiendas, puestos callejeros y restaurantes. Un poquito sucia en algunas zonas pero con gente cordial. Decidimos dar una vuelta después de haber encontrado nuestro hotelito. Primero subido en una de esas pequeñas furgonetitas que hacen la vez en transporte colectivo y a la vuelta decidimos andar para hacer la digestión de nuetro menú de KFC y luego la cena en un restaurante local.

Entre medias hasta tuvimos tiempo de conocer a unos chavalitos que jugaban al fútbol y nos propusieron unirnos a ellos. Dani y Alberto no se lo pensaron dos veces y dieron algunos toques con ellos, aunque con la humedad del ambiente y por falta de calzado adecuado (Dani iba en cholas), decidieron dar por terminado el partido. Ni qué decir lo mucho que disfrutaron los chicos con esos minutitos.
 

Seguimos nuestro camino hacia el hotel a medida que anochecía, esperando coger algunas horas de sueño antes de ir al aeropuerto al día siguiente. Eso si el karaoke que teníamos en el hotel nos dejaba, en fin. Aguantaríamos como buenamente podíamos, pero por quejarnos un poquito y así Dani darle palique a los de recepción metiendo un poco de presión, jaja.

Echando la vista atrás, habían sido días muy cargaditos de experiencias y conociendo gente nueva. Paisajes increíbles, buceo y desconexión. Unas vacaciones con compañeros excelentes y que siempre recordaremos. De vez en cuando entra un poco de morriña viendo las fotos. Y lo bien que sabe decir: «Yo estuve ahí».

¡Hasta la próxima aventura!