Hecho de papel

 

Por mucho que pase por un sitio, siempre hay algo nuevo que nos pueda ofrecer. Uno de esos lugares de la ciudad con nombre propio es: Mongkok, zona que frecuento a diario ya que es por donde tengo el gimnasio y se encuentra a pocos minutos caminando desde casa. Un lugar en constante ebullición y más aún durante el fin de semana.

En la zona se encuentra el Langham Place, centro comercial con tiendas de todo tipo, restaurantes y cine, pero que también sirve como espacio por el cual pasan exposiciones de lo más variado. Bien sea la época de Navidad, Semana Santa o Nuevo Año Chino, seguro que hay algo en marcha, o también fuera de fechas tan señaladas. La exposición que nos ocupa en esta ocasión se trata del artista Kit Lau el cual ha llevado a cabo un interesante libro de desplegables con la ciudad de Hong Kong como objeto, y en el que representa algunas de sus caras más conocidas. Por ello, esta exposición sirve para tener una visión aumentada de lo que es libro ¿Me acompañan a verlo?
 

Es la esencia de las calles de Kowloon en estado puro. Edificios de distintas alturas que se apretujan, restaurantes, tiendas, vehículos…
 

 

Tampoco nos podemos olvidar de algunas de las ilustres calles como Tung Choi Street o la calle del Ladies Market, paraíso para los amantes de las compras y los que quieran buscar aquel souvenir de Hong Kong que no pueda faltar en sus casas o para sus amigos.
 

¿Y qué me dicen de los carteles de las tiendas? sigo sintiendo fascinación cada vez que los veo. Es mirar hacia el fondo de la calle y cómo se entremezclan, con tamaños diversos, colores llamativos… pero todos conviviendo en perfecta armonía.
 

La gente que pasa por el lugar se arrejunta y no quiere perder la ocasión de sacar fotos. Bien sea en grupo o bien de forma individual, y es que aquí lo de las fotos causa un furor. Ya lo sabe la gente que como yo vivimos en Asia, no se pierden una y si es con pose en la foto, más kawai 😀
 

 

Trazos simples pero que captan la vida de la calle con sus gentes, sus negocios… Me gustó mucho este de un restaurante tradicional, los detalles son geniales.
 

Picado por la curiosidad he querido investigar un poco más sobre el autor y sus trabajos, y he dado con esta web. Antes de cerrar la entrada de hoy, recomendar este vídeo donde poder ver con todo detalle uno de sus libros, no tiene desperdicio. Espero que les guste.
 

My Favourite Pop-Up Book. from Furkids on Vimeo.

 

Desde CWB

 

Hacía ya algún tiempo que les hablaba de esta zona de la isla de Hong Kong llamada Causeway Bay o CWB (Tung Lo Wan, 銅鑼灣). Lugar bullicioso donde los haya pero basta que nos vayamos a su parte «trasera» cerca del mar que el panorama es otro totalmente distinto.

En lo alto de los edificios, muchos carteles de neón que anuncian marcas conocidas y destacando en la noche desde el otro lado de la bahía en Tsim Sha Tsui (TST, 尖沙咀) o bien si cogemos el Star Ferry en dirección a Wan Chai.
 

Buscando por aquí y por allá doy con una escalera que me lleva a un puente, permitiéndome pasar al otro lado de la carretera que está bastante transitada a esas horas. Se nota que es domingo y la gente viene de regreso de pasar el día dando una vuelta por los alrededores de la ciudad, eso sí, sin pitas ningunas y la gente esperando con calma a que la circulación se haga más fluída.
 

 

Una interesante vista y menos habitual de lo que uno está acostumbrado. Al fin y al cabo, por las rutinas del día a día, uno siempre termina pasando por Central o TST. Además me apetecía buscar un nuevo sitio donde poder pillar los rayos del atardecer, un nuevo fin de semana que termina pero aprovechando hasta el final. Rascacielos que se pierden hasta donde alcanza la vista y con el todopoderoso Two IFC de fondo (con permiso del ICC)
 

Esto es lo máximo que daba de sí el zoom de la cámara.
 

Muy relajante la vista del puerto deportivo. Sería tentador cogerse una lanchita de esas y surcar las aguas de la bahía de Hong Kong a nuestro aire, ¿no estaría mal verdad?
 

Volviendo la vista al otro lado, el ritmo de la ciudad no para ni en domingo. Las luces de los coches se aceleran, las farolas empiezan a alumbrar y los edificios empiezan a brillar con luz propia.
 

Un nuevo fin de semana llama a nuestras puertas, ¿qué nos deparará? igual me dejo caer por CWB nuevamente? a veces pasa tiempo sin que uno ponga los pies en alguna zona de la ciudad pero luego como quien no quiere la cosa, la frecuentamos más de lo habitual en un corto período de tiempo, seguro que les habrá pasado en su ciudad y/o rincones que aún no hayan descubierto, la ciudad siempre nos tiene preparada alguna sorpresa.

 

Buenos días Hong Kong

 

¿Qué implica levantarse de la cama? apagar el despertador, desperezarse, ponerse las babuchas, ir al baño y refrescarnos… aunque no quita para que en el proceso nos sintamos algo perezosos y nos entretengamos un poco más de la cuenta mientras nos duchamos o preparamos el desayuno. Una persona, una forma de ser, una rutina pero con algo en común: los buenos días y sin importar en qué idioma se diga o la ciudad que nos encontremos, es algo que no falta para arrancar nuestro día.

Siendo animales de costumbres, hay veces que uno pasa por alto pequeños detalles que pueden parecer insignificantes. En mi caso particular, en el día a día a la hora de levantarme, el sol ha salido un par de horas antes, pero, ¿y ver el amanecer?… Puestas de sol unas cuantas, pero ver cómo despierta el sol y nos da los buenos días, no. Aún no lo había experimentado en esta ciudad, pero eso tiene fácil solución.

¿Y de quién fue la idea? de Alberto justamente, que como recuerdan en la entrada del lunes venía a quedarse unos días y luego continuar juntos de viaje a China continental. A pesar de conocer bastante bien la ciudad, venía con ganas de seguir descubriendo cosas nuevas y su idea no pudo ser más acertada: vivir el momento del amanecer y qué mejor sitio que: el Pico Victoria.

Dicho y hecho nos hemos levantado esta mañana a eso de las 4 y cuarto de la mañana con el objetivo de llevar a cabo la idea y llegar con suficiente antelación antes de que empezaran a aparecer los primeros rayos de luz en el comienzo de un nuevo día. Esto era que lo que nos encontrábamos nada más llegar:
 

Sólo era el comienzo de lo que estaba por venir en los minutos siguientes. Cámaras listas para captar esos instantes y dar la bienvenida al astro Sol que iba despertando ante nuestros ojos. Un nuevo día en la ciudad comienza con los primeros rayos.
 

Un madrugón más que justificado para vivir una experiencia más que recomendable y que ofrece una imagen distinta de la ciudad, como también comenta Alberto en su entrada. Espero que lo disfruten tanto como lo hemos hecho nosotros.
 

Día de playa

 

Vamos a hacer las comprobaciones previas:

¿Cholas? -> OK
 

¿Flotador? -> OK
 

Y claro, no puede faltar el bañador y la toalla para tener el equipo al completo. De resto, siempre podemos apañarnos de camino a la playa que seguro nos encontramos con algún puestito y comprar cosas de última hora (pelota de playa, frisbee, palas…)
 

O sino, alquilar una sombrilla. Que luego empieza a pegar el sol de lo bueno y a veces con la cremita no es suficiente y hay que ser precavidos, ¿no les parece? Y ya puestos igual alguna sillita para echarnos una siesta de las buenas. Seguro que se lo están imaginando y qué bien pinta 🙂
 

El lugar elegido para pasar el día: la playa de Big Wave Bay situada en la zona sur-este de la isla de Hong Kong, según se aprecia en el mapa que muestro a continuación. ¿Forma de llegar? Pillamos la línea azul (Island Line) del MTR hasta la parada de Shau Kei Wan y dirigirnos hacia la salida de la parada de guaguas. Pillamos un minibus que hace paradas en la playa de Shek O y luego en la de Big Wave, se tarda alrededor de unos 20 minutos si no recuerdo mal.


Ver mapa más grande

Llegamos a la playa y toca buscar nuestro sitio para instalarnos, quizás un poco más arriba cerca de la sombrita de los árboles o bien algo más abajo tirando hacia la orilla. Para ser domingo había gente en la playa, pero sin llegar a estar apelotonados, con lo que se agradece.
 

No veas como estaba de animada la playa: gente charlando, jugando, paseando o simplemente sin hacer nada con la vista puesta en el horizonte (como yo) y disfrutar del día playero, ¿qué más se puede pedir?
 

 

 

De vez en cuando darme algún bañito, vuelta a la toalla y así unas cuantas veces, pero tenía la curiosidad de ver cómo serían las vistas un poco más arriba siguiendo un camino cercano a la playa. Dicho y hecho, cámara en mano y con nueva dosis de cremita, porque no veas como pegaba el sol en esos momentos, y allá vamos. Empezamos a recorrer el camino y nos vamos alejando de la playa dejando a nuestras espaldas una de las torres de los socorristas, las sombrillas se van haciendo más pequeñas y seguimos el ascenso…
 

¿Querías escalones? toma unos cuantos y a seguir tirando pa´rriba que aún queda una buena pechada, sin prisa pero sin pausa. Desde luego un buen ejercicio y disfrutando del paisaje a nuestro alrededor, subiendo más y más arriba.
 

Desde luego que está mereciendo mucho la pena la caminata, aunque la verdad no iba con el calzado adecuado (leáse cholas), pero eso no me quita el seguir subiendo y divisar vistas como estas. La playa se iba alejando a cada paso y mientras tanto me veía rodeado de verde y las montañas se acercaban. Y en mi mente sólo queda seguir subiendo para ver qué se «esconde» al final del camino que parece no tener fin…
 

 

La gente apenas se puede ver ya, puntos diminutos nadando en el agua y el colorido de las sombrillas.
 

 

Después de media hora ya llevaba una sudada considerable y me planteaba cuánto más camino tenía por delante, y con alguna indicación en el camino, pero sin saber la distancia que era una incógnita. Había ganas de echarse algo del líquido elemento pero eso implicaba tener que volver al campamento base en la playa y dejar el camino a medias.
 

Es hora de iniciar el camino de retorno. Una caminata que ha servido a modo de aperitivo, y es que seguro que cuando vuelva la próxima vez por esta playa y mejor preparado, habrá que repetir esta ruta hasta el final. Las vistas y el entorno por sí solos, merecen mucho la pena. Uno de los «secretos» que esconde la ciudad de Hong Kong y que hay que descubrir a través de sus múltiples senderos.