Al fresco

 

En la escapadita que hicimos a finales del mes de febrero a Kota Kinabalu, el último día al tener el vuelo por la tardecita a eso de las 4 y teniendo el aeropuerto a poca distancia, decidimos que aún podíamos aprovechar el día por la mañana. Nos preparamos, un desayunito, dejar las cosas listas y hacer el check-out del hotel para luego más tarde recoger las cosas. Y casi de manera improvisada, aunque mi novia ya le había echado un ojo, dijimos de ir al hotel Shangri-La Tanjung Aru y tras mirar ràpidamente los restaurantes que tenían, decidimos ir a uno de ellos «Coco Joe´s Bar & Grill». Lástima que no estuviese abierto el italiano pero sólo abría para la hora de la cena.

Dicho y hecho, desde la recepción del hotel nos llamaron un taxi y nos dirigimos al Tanjung Aru. Y lo que son las distancias en la ciudad, se agradece que todo esté a tan sólo 15-20 minutos de taxi. Llegamos más rápido de lo que pensábamos, pero al menos así podríamos disfrutar de un almuerzo más tranquilo y luego ya de rumbo al aeropuerto ya que nos trajimos el equipaje con nosotros. Una vez llegados, dejamos las maletas en la recepción y después de seguir las indicaciones, llegamos al restaurante. Elegimos sentarnos en una de las mesas bajo las palmeras, y es que el sol del mediodía se notaba, al menos con la brisa del mar se estaba bien 🙂
 

Para empezar y antes de que venga la comida, un cocktail fresquito para combatir el calor, y como es una caipirinha, nada mejor. Mi novia creo que pidió una copa de vino blanco.
 

La comida no tardó en llegar. pedimos una pizza tropical y unas alitas de pollos barbacao. Un almuerzo bastante ligero aparentemente pero que nos dejó con el punto perfecto. Prácticamente no había mucha gente en el restaurante, salvo alguna mesa que llegó justo cuando nosotros nos íbamos a ir, así que, de lo más tranquilo.
 

Aprovechamos para dar una vuelta por los alrededores de la piscina y también cerca de la playita privada del hotel. La verdad que unas instalaciones muy buenas, pero claro, el precio por noche está muy bien también, jeje… para quedarse un par de noches como mucho.
 

 

Y para resguardarnos un poco y estar al fresquito, volvimos a la zona de la recepción y nos sentamos en uno de los bares que tenía vista al jardín. Con el aire de los ventiladores y la brisa que corría, se estaba de maravilla, hundidos en los sillones y momento copita. Creo que el vuelo iba a ser de lo más relajado.
 

 

 

¡Qué mejor forma de darle la despedida a KK antes de irnos al aeropuerto! Ahora si estábamos listo para coger las maletas y facturar. Para nuestra sorpresa, el trayecto del taxi de apenas 5 minutos. No nos imaginábamos lo al ladito que quedaba. Todo un acierto haber venido.

 

Vida local

 

La mejor forma de experimentar las ciudades que visitemos en nuestros viajes es ir a los sitios de actividad, donde la gente local se concentra. No será difícil de localizar cuando veamos un grupo de gente que rodea algún puestito o algún vehículo. El simple afán de curiosidad nos hará acercarnos a ver qué está ocurriendo allí.

En uno de los laterales de la calle tenemos un mercadillo improvisado en el que podemos encontrar tanto comida como bebida. Puestos uno al lado del otro, un sitio atractivo y con precios baratos en los que comprar nuestro almuerzo o comer alguna fruta.
 

Algunos tan sólo necesitan llevar su furgoneta repleta de durian, una báscula y poco más. Un negocio móvil en toda regla y donde sólo hace falta una mesita en la que partir la fruta. La gente puede optar por llevárselo a casa o sino, se puede comer ahí mismo. Nosotros probamos la experiencia 🙂
 

Los fritos es algo que parece gustar mucho, abundan en muchos de los puestos. Seguro que a modo de aperitivo y con alguna bebida fresquita de sandía o mango no son mala combinación.
 

Hay bastante variedad, desde carnes, pescado, arroz y verduras. Uno va eligiendo de aquí y de allá, se lo ponen en una cajita de corcho blanco y listo, para llevar a casa o igual para comer en la oficina.
 

 

Algunos aún estaban preparándose para empezar a recibir clientes. Ver que todo esté en orden y empezar a cocinar en un ratito con todos los ingredientes a punto. Me recuerda a cuando Alberto y yo comimos una tortilla con gambitas y brotes de soja en Bangkok, el hombre aquel tenía un arte.
 

 

Recordando KK

 

Para dejarles que piensen un poco más la entrada de ayer, nada mejor que llevar nuestra mente y nuestro cuerpo a un sitio que invita al relax, playita y bajar el ritmo. Mi novia me sugirió que hiciéramos una escapadita de fin de semana a un sitio no muy alejado que le apetecía solecito. Empezamos a mirar las posibilidades y entre ellas países como Filipinas, Tailandia o Malasia. Cuando mencionó el nombre de Kota Kinabalu me vinieron buenos recuerdos de la primera vez que estuve por allí y en buena compañía de Juan. Después de barajar otros destinos y ver los horarios/precios de los vuelos, nos decantamos por la isla de Borneo que es donde se encuentra esta ciudad.

Parece mentira que hayan pasado casi 4 años desde que pise el lugar y las cosas siguen tal cual las recuerdo, y las fotos que saqué en aquel entonces. No obstante, se distinguen algunas construcciones nuevas como hoteles o un nuevo centro comercial. Las callecitas estrechas y los bloques de edificios bajos que se alternan con algunos hoteles desde donde contemplar unas buenas vistas de la línea de costa.

Nosotros elejimos el hotel Horizon con una buena relación calidad/precio y a pocos pasos del mercado local o del waterfront. Y desde la habitación teníamos una buena panorámica de la ciudad con una de las islas cercanas de fondo, en este caso la isla de Gaia. Muy curioso como el paso del tiempo ha hecho adquirir las chapas de metal de los tejados distintas tonalidades del óxido. En los bloques de edificios se alternan negocios locales, con viviendas o restaurantes en los bajos.
 

Una vez en la calle y en dirección al mar, recorremos el paseo marítimo fijándonos en los diversos barquitos que esperan en la costa para poder transportar a pasajeros o salir a la mar para hacer la captura del día. Si queremos pasar un día entretenido, no hay nada mejor que subirnos en una de las lanchas y negociar un precio para que nos puedan llevar por las distintas islas, y disfrutar de las playas de arena blanca con aguas claritas, claritas.
 

Después de pasear de aquí para allá, visitando el mercado local de frutas y artesanía, decidimos volver de regreso al punto inicial y buscar al buen hombre que nos había ofrecido los servicios de su lanchita. Ya sólo nos queda esperar en el muelle a que nos vengan a recoger y empezar el recorrido. ¿Me acompañan?
 

La lanchita nos irá llevando por las siguientes islas y la idea es pasar un rato en ellas mientras disfrutamos de la arena y hacer un poco de snorkel.

Manukan.
Mamutik.
Sapi.

A la llegada al muelle, seguimos la pasarela y en la casetita del fondo deberemos pagar 10 MYR por persona (ringits de Malasia) a modo de tasa medioambiental, es un poco tipo Boracay. Pero tranquilos que cuando vayamos al resto de islas, no deberemos pagar cada vez, siempre es bueno saberlo y se fian de nuestra buena palabra. Todo hay que decirlo, la gente local es un muy amable y a pesar de ser un sitio turístico los vendedores locales saben comportarse si les haces un gesto en plan ‘no, gracias’ y siempre sonrientes.
 

Y esto era lo que estábamos buscando precisamente. Un tiempo de cielo azul despejado y listos para darnos unos bañitos. Durante los casi tres días que estuvimos allí, el tiempo fue muy bueno con nosotros y a pesar de que cuando miré la previsión decía de alguna tormenta (me temía lo peor) el sol era radiante y tanto que en las primeras horas cuando tan sólo caminábamos, nos confiamos y terminamos algo colorados. Después ya aprendimos y no nos olvidamos de darnos cremita. Ya se sabe lo traicionero que puede ser el sol por el sudeste asiático.
 

Lo dicho, ya estamos tardando en irnos al agua. Gafas y tubo, a ver si vemos algunos pececitos 🙂 o sino en la orillita para recoger algunas conchitas en el ir y venir de la marea. Bastante animada que estaba la playa pero sin agobios, muchos turistas japoneses y chinos, además de europeos, todo muy diverso.
 

El primer día fue bastante intenso con la visita a las islas y las sesiones de playita. Pero aún no había terminado el día, quedaba una de las cosas que mejor recuerdo de la primera visita: el atardecer. Un espectáculo para la vista, y como muestra algunas fotos. Las palabras sobran…
 

 

No está nada mal tener un reencuentro así. Creo que habíamos tomado una buena decisión viniendo aquí y aún nos quedaban dos días más por delante para descansar, que era lo fundamental.

 

Últimos rayos

 

Una nueva semana comienza pero el fin del mes de mayo se aproxima en un par de días. Parece que fue ayer cuando estábamos con Pau y Vero celebrando la llegada del año 2011 y el verano está a la vuelta de la esquina.

Recordando con estas fotos uno de los atardeceres durante el viaje a Penang en el mes de febrero. Con calorcito, brisa agradable por la tarde-noche. Sin duda, era la temperatura perfecta.
 

 

Pasear por la playa mientras el sol dice adiós y la noche va cayendo. La gente que se da el último chapuzón del día o practica alguna actividad: moto de agua o en parapente con lancha motora. Nosotros en cambio, nos lo tomamos con calma. Pasear, comer algo, algunos jugos de frutas (super buenos y fresquitos) y la tranquilidad del hotel.
 

Apuramos estos días de mayo y en el ecuador damos la bienvenida a junio. Con la vista puesta en el buen tiempo, y esperemos que la temporada de tifones se porte para disfrutar del ocio de los findes en la ciudad. Aprovechar mientras el calor no apriete 🙂