Amanecer al tres

 

Arriba chicos, es hora de comenzar una nueva jornada. Si la noche anterior habíamos conseguido llegar a buen puerto o algo parecido, y tras pasar una noche al aire libre, tocaba volver a nuestro barco y continuar con nuestra travesía. Las primeras luces del día, un poco antes de las 6 de la mañana nos iban dando los buenos días y ya se empezaban a escuchar algunos ruidos matutinos de los trabajadores que se ponían ya en marcha.
 

¿Y dónde dormimos? pues Dani y yo tal cual en el muellito con las colchonetas y el manto de estrellas sobre nuestras cabezas, mientras que Alberto prefirió meterse en el barco, pero por lo visto la experiencia no fue tan buena o mejor que la nuestra; habíamos aguantado una noche digamos al raso, y en un sitio que nunca nos hubiéramos imaginado. Como compañera una mesita con una emisora de radio que custodiaba un chico durante toda la noche bajo la luz de una bombillita y…
 

rodeados de artilugios metálicos, no para pescar, sino para el cultivo de perlas. Lo que leen, habíamos pasado la noche en los alrededores de una granja de perlas, la cual estaba regentada por un señor que resultó japonés y de lo más amable, aunque inicialmente no fue lo que nos pareció por las impresiones que nos habían transmitido algunos de sus empleados. Alberto pudo poner a prueba su nivel de japonés mientras nos tomamos un vasito de ume, quién nos lo iba a decir en un sitio tan remoto.
 

 

Nos ibamos a adentrar en Aljui, sitio de donde sacaríamos algunas anécdotas curiosas como nos cuenta Alberto. Unos australianos un tanto «simpáticos» nos vendrían a dar la bienvenida. Sorprendidos por nuestra presencia en aquellas aguas y que hubiéramos llegado tan lejos en nuestra embarcación. Nos recomendaron que no nos acercásemos hacia el interior de las lagunas, y se preguntarán el por qué: perlas. Y bien custodiadas por algunas patrullas armadas que no dudarían en perseguirnos si osábamos acercarnos demasiado, esas mismas eran nuestras intenciones, ya te digo 😛 sin entretenernos continuamos nuestro camino explorando el paisaje que teníamos delante nuestro. Formaciones de roca llenas de vegetación y que se extendían hasta donde alcanzaba nuestra vista..
 

 

Todo muy tranquilo, cruzando por el medio de la laguna mientras podíamos ver pegaditas al interior las boyas que indicaban la presencia de las zonas de cultivo de perlas. Era increíble la cantidad de ellas que había, tras un rato perdí la cuenta mientras seguíamos avanzando más y más hasta lo que creíamos que era el final, pero no, estábamos equivocados. Con la cantidad de recovecos que tenía, era mucho más grande de lo que habíamos imaginado.
 

Después de bastante rato navegando en solitario, nos encontramos con este buen hombre en su bote intentando hacer alguna captura. Menudo calor que empezaba a hacer, ni siquiera era mediodía.
 

Formas caprichosas con el efecto de la erosión y haciendo que la roca esté casi a ras de agua. Uno puede ver claramente hasta donde puede llegar el nivel del agua. La naturaleza es sabia y se encarga de recordádnoslo, ella sabe adaptarse a todo.
 

 

Y justo en el momento más oportuno, totalmente solos en mitad de esas lagunas, uno de los motores de nuestro bote volvió a carraspear y Agus decidió que era momento de detenernos. Esperemos que no sea grand cosa y podamos ponernos en marcha en no mucho tiempo, pero finalmente, le llevó su ratito dejarlo a punto. Una nueva prueba de que la suerte estaba de nuestro lado, ¿no les parece chicos? a ver esas caras 😀
 

El motor puesto en marcha y momento de regresar el camino andado. Casualmente terminamos parando en el muelle de nuestros amigos australianos y aprovechar para hacernos el almuerzo en un tiempo récord, continuando el camino hasta Wajag. Habíamos recorrido gran parte del camino y pocos kilómetros nos separaban de la costa, era el esfuerzo final de la jornada. Nuestro bote avanzaba confiando en salir pronto de la tormenta, era momentos de incertidumbre.
 

Minutos más tarde, respiraríamos aliviados al comprobar que habíamos dejado la tormenta atrás y las aguas se volvían más tranquilas y la costa se iba acercando, al tiempo que Agus reducía las revoluciones de los motores; se habían portado como campeones. A ritmo lento nos fuimos aproximando al puerto del lugar en el que pasaríamos las siguientes dos noches. Habíamos llegado, un pasito más en nuestra ruta.
 

Y lo bien que sentaba el llegar a tierra firme.
 

Aunque tampoco era mal momento para darse un chapuzón, más que merecido. El color del agua invitaba a ello, nada más refrescante en aquellas aguas de color turquesa.
 

Pero el baño se vería interrumpido por unos inesperados visitantes. Momento de recogernos y contemplar como varios ejemplares se acercarían rondando el muelle. Se movían a gran velocidad, muy sigilosos.
 

Otro día de emociones fuerte, con su dosis de aventura, granjas de perlas y para culminar el día con una de tiburones. Poco más se puede pedir en lo que llevamos de viaje. Mañana sería el gran día, la razón de este viaje sólo apto para aventureros. No se lo pierdan.

¡Buen fin de semana!

 

 

Miniatura

 

Si quisiéramos tener unas buenas vistas de la ciudad, ¿dónde tendríamos que irnos? seguro que muchos serán de la opinión de irnos cuanto más arriba mejor, y están en todo lo cierto. Lugares emblemáticos como el pico Victoria, una de las atracciones por excelencia, es uno de los mejores sitios para contemplar la isla y la zona de Kowloon en los días despejados. Sin embargo, tampoco podemos olvidarnos de nuestros amigos los rascacielos, otra de las opciones para disfrutar la ciudad desde más ángulos.

Mis recomendaciones si están en Central, sería ir al IFC 2 y subir hasta la Autoridad Monetaria de Hong Kong para disfrutar de la panorámica o sino desde la torre del Banco de China, quizás dos de los sitios más conocidos y que salen en todas las guías. Y si les digo que aún no he subido… pero se me ocurre redirigirles hasta el blog de Alberto donde hace un buen análisis de lugares desde donde tener buenas vistas de la ciudad, no se lo pierdan.

Esta vez, quiero descubrirles otro sitio desde donde las vistas son igualmente buenas y quizás no tan conocido para muchos. En el edificio Central Plaza en Wan Chai, lugar de paso habitual si vamos hacia el recinto de ferias y congresos, y conectado por la red de puentecitos de los alrededores.
 


Ver mapa más grande

Subimos hasta la planta 46 que es donde está situado el «Sky Lobby» y nos encontramos con estas vistas. Primero en dirección norte y a nuestros pies el centro de convenciones, con la península de Kowloon de fondo y el ICC vigilante.
 

No faltan las plataformas cercanas al muelle de Wan Chai que suelen ir cargadas de containers o a veces remolcando algún barco. Curiosamente ese día habia una comitiva de barquitos con banderas coloridas y en dirección este. Me pregunto si iban a alguna competición de dragon boat o algún festival en concreto; creo que me quedaré con la duda. Se puede apreciar al fondo de la foto aunque esta no sea del todo nítida.
 

Se notaba que era la hora del mediodía y la actividad de coches era bastante intensa, con las calles de los alrededores con cantidad de taxis, guaguas y otros vehículos. Importante la retención en una de las arterias principales que conectan el distrito de Central con Causeway Bay y el acceso al túnel que nos lleva hasta Hung Hom.
 

 

Mirando al fondo se distingue la zona de Causeway Bay y las zonas verdes del parque Victoria, mientras la carretera serpenteante sigue paralela a la línea de costa hacia Tin Hau y North Point.
 

Pero no nos olvidemos de mirar de cara a la montaña, que a medida que se gana en altura los edificios empiezan a escasear y predomina la masa verde que luego se extiende hacia el sur de la isla de Hong Kong. Por cierto, de los edificios que ven, ¿hay alguno que les llamen la atención en particular? a ver si alguno da en el clavo 🙂
 

¿Y el por qué de mi visita a este edificio? tener que ir a visitar el Consulado de España que se encuentra en la planta 53, y el piso 46 es un paso obligado puesto que hay que cambiar de ascensor para seguir subiendo unos pisos más arriba. No obstante, venir a este edificio y cuando el tiempo lo permite, disfrutar de las vistas es algo que viene bien para desconectar aunque sea unos minutos en plena jornada laboral. Cuestión de menos de 30 segundos en lo que el ascensor nos deja de nuevo en la planta de recepción, vuelta a tierra firme y a continuar con el día.

LP invertido

 

Ahora que las temperaturas son un poco más fresquitas, es el momento más apropiado para dar comienzo a la temporada de caminatas. Pasados los calores del verano, la brisa de la montaña se agradece cuando uno sale a caminar. Nos juntamos Gonzalo, Marc, Enrique y yo hace un par de domingos para salir de caminata por Lantau. No me lo pensé dos veces y decidí unirme, y el tiempo para ese día parece que iba a acompañar. Igual muchos se preguntan que significa LP, ni mucho menos nada que ver con música, sino la abreviación de Lantau Peak.

Nuestro punto de encuentro fue la estación de Tung Chung (que suerte vivir al ladito), ellos venían desde Central en el metro. Antes de empezar a movernos, hablamos un poco qué ruta llevaríamos a cabo. Les comenté las rutas que había hecho hasta el momento y nos decidimos a hacer la ascensión hasta el pico Lantau para luego descender en dirección al Ngong Ping. Una ruta que ya había tenido ocasión de hacer, pero que esta vez tenía el aliciente de hacerla en su forma invertida, experiencia totalmente distinta. Para ello cogimos un taxi que apenas tardó unos 10-15 minutos hasta el inicio de la ruta: Pak Kung Au. Desde allí, el núcleo de Tung Chung ya lucía chiquito con el aeropuerto un poquito más al fondo.
 

Era el momento de empezar la caminata, las montañas nos esperaban. El sol también nos quiso acompañar con unos rayos generosos que de vez en cuando asomaban entre las nubes. Íbamos bien provistos de líquido elemento y alguna cosa para picar más adelante. ¡Vaamos!
 

El camino asciende de forma suave, con los escalones marcados y a los lados vegetación como: espigas, arbustos y algunos arbolitos, aunque no lo suficientemente frondosa como para resguardarse a la sombre de alguno. Creo que hice bien llevando una gorrita.
 

Poco a poco vamos subiendo y la pendiente va en aumento. Los escalones son más cortitos pero más elevados, cuesta habituarse para adaptar el ritmo. El grupo con tres a la cabeza y yo siempre un poco más rezagado con eso de ir sacando fotos a cada poco. El peso extra de la cámara junto con una toalla y unas cholas para luego, se nota.
 

Echando la vista atrás, otros grupitos de gente que vamos pasando, no vamos demasiado rápido pero si a buen ritmo. Se supone que en la ascensción se tarda 1 hora y media, creo que vamos a llegar algo por debajo del tiempo de referencia. Un poco más adelante haríamos nuestra primera parada.
 

Qué bueno poder encontrar un cachito llano del camino lo suficientemente grande como para reponer un poco las fuerzas, echar un trago de agua y continuar. El camino parece como si nos llevase directamente hasta el cielo, ligeramente más azulito pero a veces cubierto con una ligera neblina
 

A la sombrita de una pequeña caseta, unos 10 minutos pasan hasta que unos compañeros de ruta deciden continuar su camino. Todos muy bien equipados, especialmente las señoras con sus viseras y paraguas para protegerse del sol, buena mochila con agua y hasta con algo de fruta que nos ofrecieron tan amablemente.
 

El primer cacho más duro del camino lo habíamos superado, había que proseguir. Yo siempre detrás vigilando y foto aquí y por allá. La cima se iba acercando poco a poco pero aún nos quedaba un trecho. Calculo que haríamos las parada como una media hora después de la primera, todo se veía más claro y las ganas de llegar a la cima aumentaban, podíamos ver a más gente desde donde estábamos. ¡Ya queda menos chicos!
 

Sólo por las vistas que se tienen merece hacer la caminata y además cuando el tiempo acompaña, una brisita que aliviaba el calor que parecía apretar por momentos, el sudor goteando por la frente. Un muy buen ejercicio para una mañana de domingo.
 

Misión cumplida: habíamos llegado a la cima. Ya estaba casi todo hecho, tan sólo nos quedaba hacer la bajada pero sin duda algo mucho más ligerito pero bajar con cuidado porque con la inercia del cuerpo uno se puede confiar e ir más rápido de lo que debiera.
 

En apenas media hora nos plantaríamos en las cercanías del gran buda de Lantau, nuestro punto de destino final. Las piernas cargaditas después de la bajada y como no, tampoco olvidar la subida anterior. Eso sí, ahora sólo teníamos en mente una cosa: almorzar algo con fundamento.

¿Para cuando repetimos? algo se tendrá que ir hablando.

 

Chiquito

 

Ayer con eso de que tuve libre por ser la celebración del Día Nacional de España, aproveché para quedarme en casa y descansar un poco más, aunque tampoco pretendía vaguear todo el día ni mucho menos, pero unas horitas extra de sueño eran lo suyo. Después de un inicio de día no muy bueno con bastante agua, llegó la calma y con tanta agua caída el verde de las plantas era más intenso si cabe, era el momento perfecto para sacar algunas fotos.

Por cierto, ¿les había dicho en qué planta vivo esta vez? si recuerdan en el piso anterior las vistas a esa altura eran buenas, aquí lo son más pero con el aliciente de que dan hacia la montaña, y uno agradece levantarse así. Esta vez no son vistas de montaña sino quería compartir con todos cómo se ven las cosas desde un poquito más arriba, a ver qué les parecen las fotos.

Vistas de la autopista que va en dirección al aeropuerto. Es curioso ver como si los vehículos estuviesen en una gran maqueta. Y por que pueden observar, en el momento cuando saqué las fotos, el asfalto estaba casi seco. Creo que había pasado como una horita desde que dejó de llover.
 

 

En lo que respecta a gente, no pude pillar a nadie. Normalmente, hay un par de personas dando un paseo con su mascota en este parquecito, pero ni rastro.
 

Y como no todo va a ser color, sé que tengo algunos fans del blanco y negro, no viene mal intercalar algunas de vez en cuando. Una sensación de tranquilidad absoluta, será que también durante la semana siempre estoy fuera todo el día y cuando estoy de vuelta es bien entrada la tarde-noche, pero una aprecia los pequeños detalles de la paz de un día festivo entre semana.
 

 

Y la respuesta sobre el piso, en el post de mañana. Anímense con los comentarios para tratar de averiguar el número de la planta 🙂