El Pico Lantau (II)

 

No crean que me he olvidado de relatar la segunda parte de ese bonito día de caminata, haciendo cima en el pico Lantau, día con un tiempo espléndido a pesar de unos primeros indicios de bruma según me acercaba más y más arriba. Las vistas desde lo alto como comprobarían, son realmente impresionantes y con una calma absoluta. Sentir la brisa de la montaña y ver las nubes pasar, paz absoluta.

Después de un rato de haber descansado, dar unos buchitos de agua y aplicar nuevamente un poco de crema para el sol, a continuar montaña hacia abajo. En principio más fácil, o no… a seguir el caminito de piedra, observar como se pierde entre la bruma, pero poco a poco parece que se va disipando y se puede apreciar por completo, perdiéndose entre las curvas del terreno.

Lo dicho, emprendemos la marcha montaña abajo. A buen ritmo pero con cuidado de donde piso, tampoco sin emocionarme pero la gravedad haciendo su trabajo hace que el cuerpo quiera ir más rápido de lo que uno debiera y tampoco hay que llevarse ningún susto, ¿verdad?
 

 

Se nota la intensidad del sol que me acompaña «cargando» sobre mi espalda. Esta vez sin vegetación alguna que pueda hacer sombra a los rayos, quedando como único refugio las curvas de la montaña que proyectan algo de sombra en alguno de sus recovecos. Fallo mío el no haber llevado una gorrita ese día. Desde luego que para la próxima no se me olvida, importante.
 

De vez en cuando girándome sobre mis pasos, alzando la vista a lo alto y comprobar como vamos descendiendo por el lateral quedando el pico en la lejanía y un manto de hierba amarillenta con reflejos verdes cubre la montaña. Dentro de poco el tiempo estará más húmedo y seguro que el color verde reina por completo en ese lado de la montaña.
 

Un banquito para descansar y disfrutar de las vistas hacia el lado sur de la isla. Paradita técnica para refrescarse un poco y continuar, aunque si hubiera estado con techito casi que mejor 🙂
 

Seguimos la marcha y al poco aparece una pequeña casetita, parece que mis deseos se ven cumplidos, y podré resguardame un poco del sol 🙂
 

Les dejo con unas cuantas imágenes del trayecto restante en la bajada. No sé cuantas sacaría pero el tiempo tal y como estaba, merecía fotos desde todos los ángulos.
 

 

 

 

Hasta que al poco aparece al fondo el complejo de edificios de Tung Chung, pero aún un largo camino por recorrer. De todas formas, no hay prisa alguna y vamos bien de fuerzas aunque eso sí, el líquido elemento parece que empieza a escasear y estoy apurando las últimas gotas de la botella.

Una indicación en la que debo seguir hacia la izquierda me hace saber que quedan poco menos de 30 minutos para que encuentre tierra firme y vuelva a la carretera principal. La caminata por la montaña parece estar llegando a su fin y con ganas de pisar un poco de asfalto. Acelerando el ritmo a cada paso, se pueden escuchar cada vez más cerca el sonido de los coches pasando, todo indica que estoy muy cerca y en pocos metros aparece la carretera.
 

 

Ahora sólo quedaba ir cuesta abajo en dirección al núcleo urbano de Tung Chung, llaneando en algunos tramos y sin problema. También podía haber optado por esperar una de las guaguas que tienen ruta por esa carretera pero parecía que tardaban una eternidad y para estar esperando, lo mejor era seguir caminando a buen ritmo.

Creo que por aquel entonces ya sería como las 5 de la tarde, las sombras empiezan a dominar en una de las caras de la montaña. Eso quiere decir que el sol está en su recorrido para marcar el atardecer de un día más, pero con bastante claridad y tiempo de sobra para llegar a casa antes de los últimos rayos.
 

Y bueno, se acuerdan que empezaba a estar un poco seco. No tuve suerte de encontrar ningún puestito, ni bar, ni nada parecido… con lo que tuve que esperar hasta llegar a las primeras casas de la zona y para sorpresa mía, en el sitio menos inesperado: unas máquinas expendedoras de bebidas, estaba salvado. Al más puro estilo Japón.
 

Ni que decir que cayeron sobre la marcha dos latas de Bonaqua (tipo Aquarius), me supieron a gloria. Poniendo punto y final al día, bastante intenso pero habiendo disfrutado mucho de la experiencia. Así que, si pueden y tienen tiempo, recomiendo que hagan esta rutita.

¿Hace otra caminata?

 

El pico Lantau (I)

 

Ese día que estrenaba visita al teleférico, no se iba a quedar tan sólo en eso. Seguro que muchos se quedaron con ganas de saber cómo transcurriría el resto del día hasta que llegaba de vuelta a Tung Chung casi con el inicio del atardecer.

La verdad es que tenía entre ceja y ceja llevar a cabo esta ruta. Partiendo desde los alrededores del buda, iniciamos la marcha en dirección al Wisdom Path, curiosa formación que cuenta con un total de 38 troncos de madera en los cuales hay inscritos caracteres. Un proyecto terminado en el año 2005 y fue llevado a cabo por el profesor Jao Tsung-I el cual se inspiró en las inscripciones en piedra vistas durante su visita al monte Taishan en Shandong, allá en el año 1980. Un tributo a la gente de Hong Kong y aprovechando la orografía de la zona.
 

 

Desde aquí, tenemos varias caminos donde elegir aunque por lo que pude leer uno de ellos lo habían bloqueado para su uso debido a peligros de de desprendimiento y otro de ellos que nos lleva en dirección a Tung Chung. Sólo queda un camino y es el que nos lleva hasta lo alto del pico Lantau (Lantau Peak). Dicho y hecho a iniciar el camino de peldaños de piedras rodeado de vegetación, con paso firme y decidido, sin saber aún lo que me espera por delante. Parece que nadie más se anima y voy solo durante todo este trozo del recorrido.
 

Poco a poco vamos ganando altura y el paisaje ante nosotros nos revela la reserva de agua de Shek Pik, las montañas de fondo con un ligero toque de bruma. Voy a buen ritmo, pero disfrutando del paisaje y sacando fotos a cada poco. Sin prisa ninguna y ganando altura.
 

Y esos troncos de madera que antes observaba desde tan cerca, ahora lucen tan chiquitos pero aún reconocibles y mucho más alejado la zona del buda y el monasterio de Po Lin, casi ni se reconocen. Ya sólo estamos la montaña y yo, la vegetación va ganando en frondosidad y verdor, a la vez que los escalones se hacen algo más duros y hay que ir haciendo paraditas técnicas para recuperar el aliento. No es que uno esté en baja forma, pero si reconozco que algún tramo se hizo especialmente duro, cosas de la primera vez.
 

¿Había dicho que iba solo? tuve la suerte de hacer algún amiguito por el camino, lástima que saliera disparado de un brinco al poco pero aguantó lo suficiente para poder sacarle algunas fotitos. Saluda a la cámara 😀
 

Después de dejar a nuestro amigo unos arbusto más abajo, la senda del camino ya recorrida. Casi sin darme cuenta, la altura ganada está siendo considerable, escuchar el sonido de la brisa, algunos folelés dando vueltas, más saltamontes y bichitos varios se me van cruzando por el camino. La temperatura es agradable, sin llegar a ser demasiado húmedo pero lo suficiente para echar a sudar y tener que refrescarme de cuando en cuando. Suerte que el sol no estaba pegando demasiado fuerte, listo yo, no me había llevado ninguna gorra conmigo aunque no me olvidé de crema solar que sino luego el cuello y la cara se me iban a quedar bonitos.

Al poco escucho unas voces, son dos chicos que vienen de vuelta de la caminata y muy bien equipados. Me pregunto si ¿a lo mejor habrán pasado la noche en lo alto del pico? sé de gente que lo ha subido de madrugada o hacer noche allí para poder contemplar el amanecer. Tiene que ser un espectáculo sin duda. Se lo iban tomando con calma, y al poco de pasarlo en la subida veía como se paraban al refugio de la sombra de un árbol para hacer un paradita y refrescarse. Creo que en un rato debería de ir haciendo lo propio que ya habían pasado unas cuantas horas desde el bollito del desayuno.
 

 

¡Y qué bien sabe este bocadillo de atún del Subway! algo espachurrao en el fondo de la mochila pero cuando hay ganas de comer, eso es lo de menos. Sentadito en uno de los escalones de piedra y en medio de la montaña, poco más se puede pedir. Ahh, que los bichitos no intenten darle un bocado y es que era una gran tentación para ellos, jeje.
 

Una vez repuestas las fuerzas, mirar hacia arriba y ver el cielo azul mezclado entre las nubes cercanas a la cima. El camino parece que va llegado a su fin, o no? sólo lo podré saber una vez arriba. El gusanillo en el cuerpo presente en todo momento, hay ganas de llegar a la cima y divisar las vistas o lo que allí nos depare. Continuemos…
 

Una vez allí, miramos hacia el lado derecho de la montaña y no veo más que bruma, hace más fresquito, se siente la altitud y todo queda más pequeño al otro lado donde se pierde el buda a lo lejos. Me entran las dudas al no conocer el terreno, debo de volver sobre mis pasos o seguir hacia delante, creo que estoy cerquita o al menos lo intuyo.

Hacía rato que llevaba escuchando unas voces algo más abajo y al poco de llegar yo a la «casi-cima», apareció un señor que entre sudores fue a sentarse en una roca para recuperar el aliento. El sol estaba haciendo de las suyas y el calor era importante, más aún arriba del todo sin protección de los árboles y vegetación que nos podíamos encontrar por el camino. Secarse un poco el sudor, unos traguitos de agua y al rato continuaba su marcha por el camino y yo viéndole desaparecer al poco. Debía de continuar y desvelar el «misterio».
 

 

Efectivamente, apenas unos 15 minutos más de ascenso me separaban de la cima y allí estaba en lo alto del pico, contemplando las vistas a un lado y a otro, respirando profundamente y sintiendo como si flotase. Allá abajo podía acertar a ver los edificios de Tung Chung y el aeropuerto, y hacia el otro lado la zona sur de Lantau, islotes en medio del mar y la estela de los ferrys. Que tranquilidad allí arriba.
 

 

 

Un total de 934 metros de altitud que lo convierten en el segundo pico más alto de todo el territorio, aquí la prueba. Sensación de satisfacción y ligero cansancio, pero misión cumplida o casi. Ahora queda el descenso, más sencillo o complicado según se mire, aunque casi mejor lo reservo para un siguiente post y les dejo que disfruten de las vistas desde lo alto.
 

 

Empieza la temporada

 

Parece que la llegada del otoño hace un par de semanas se va notando ya y las temperaturas se van suavizando, a pesar de que hemos tenido algunos días realmente de calor con humedad típicos del verano. Seguro que son los últimos coletazos de un verano que parece resistirse a abandonarnos. El tiempo más fresco invita a hacer actividades al aire libre y disfrutar de la naturaleza.
 

Aunque sea un tópico, ¿de qué conoce la gente a Hong Kong? seguro que la primera imagen que se le viene a la cabeza a muchos es: rascacielos. Poca gente se imagina que la ciudad esconde muchos más secretos que merecen ser descubiertos y uno de ellos es de la diversidad de rutas existentes en su territorio. Para todos los niveles y todas las edades. Se pueden hacer una idea de esta visión general de las rutas principales:
 

Reconozco que en este tiempo no he hecho tantas rutas como quisiera o pudiera pero espero que se vaya ampliando poco a poco, creo que le he cogido el gustillo en estas últimas semanas. Una de ellas comenzaba tras haber cogido el teléferico y luego poniéndome en ruta durante unas horitas y bien que mereció la pena. Por donde más me he movido hasta ahora ha sido en la isla de Lantau y este fin de semana pasado estuvimos por la zona de Sai Kung siguiendo parte de la ruta Maclehose.

Las rutas están todas muy bien señalizadas con postes indicadores como el de a continuación, así en caso de tener algún percance es más fácil localizar a las personas dando los datos de uno de estos postes situados en el camino. Un domingo muy completo.
 

También con la ayuda de las nuevas tecnologías, podemos hacer uso del GPS de nuestro móvil para grabar los pasos de nuestra ruta, bien vayamos corriendo, en bici o dando un paseo tranquilamente, dejando constancia de nuestro paso y poder compartirlo luego con más gente. Aplicaciones como Everytrail que nos facilitan la tarea enormemente y sin darnos cuenta.

Si alguien sabe de rutas que se ha pateado unas cuantas, ese es Iurgi. Precisamente con él y un grupo de amigos realizamos la de este pasado domingo. Ruta suavecita arriba y abajo, con descansito en la playita y camino de vuelta para coger el ferry y guagua de vuelta a casa.

Si queremos curiosear un poco más acerca de las rutas disponibles, equipamiento, consejos… podemos visitar esta web

¿Para cuando la próxima? 🙂

 

Saliendo de la oficina

 

Eso de pasar 8 horas al día dentro de las cuatro paredes de mi cuarto en la oficina da ganas que cuando llega la hora del almuerzo, uno abandone ese espacio para evadirse por un rato y rodearse de otro «decorado» distinto. Las opciones a la hora de la comida no son muy amplias pero tampoco limitadas, hay unos cuantos sitios donde elegir por los alrededores y cuando me decanto por la opción de algo para llegar, dígase: sushi o bocata, apetece buscar un sitio donde disfrutarlo con calma.

Cerca de la oficina hay un pequeño jardincito, que bien puede que pase algo desapercibido. De las veces que he estado por ahí, poca gente veo pasar o que se siente como yo en la hora de la comida. Lo bueno en comparación con otros espacios, es que dispones de una parte que está techada, así que, en caso de que empezara a llover no debemos porque interrumpir nuestro almuerzo 🙂

He aquí el lugar en cuestión, con pequeño estanque-fuente incluído.
 

Y ese es «mi banco» donde me suelo sentar, a no ser que alguna vez le diese a un bichito por empezar a incordiar. Aquel día no elegí un buen momento y los mosquitos me perseguían…
 

 

Lo dicho, no se veía a nadie por los alrededores. Así da gusto difrutar del almuerzo, tranquilidad absoluta. Sólo el sonido del agua y un poco del sonido de algunos coches cercanos al jardín. No me digan que no dan ganas de sentarse un ratito en ese banco solitario. Y desde luego, lo que es limpieza no se podrá poner en duda, da gusto ver que bien conservan los parques y jardines de la ciudad.
 

 
 

Ahora que el veranito se va acercando, seguro que habrá más ocasiones en las que me acerque para cambiar el chip de la oficina, siempre y cuando la humedad y el calor no apriete demasiado. ¿Ustedes a dónde prefieren ir en la hora del almuerzo si pudieran elegir? yo lo tengo claro desde luego.