Río multicolor

Aunque estas imágenes distan unos meses desde que las saqué, siempre es interesante recordar el ambiente que vivimos en la ciudad de Seúl en plena época navideña. Un ambiente totalmente diferente a lo que puede ser Hong Kong en Navidad, se nota que se viven las cosas de otra forma.

En una zona donde gran cantidad de edificios altos dominaban y el paso del río Han, este bonito juego de luces se alternaba con el agua, además de un continuo ir y venir de gente. No obstante, uno si se quedaba quieto un rato y con el frío presente, había que ponerse en movimiento cuanto antes.

Notas musicales, paraguas, regalitos…

Y si nos atrevíamos, podíamos pasar de lado a lado del río en estas rocas a modo de escalones. Eso sí, ir con un poco de cuidado, por si acaso no fueramos a tener una mala pasada. Por suerte, de la gente que vi cruzar, nadie tuvo percance, aunque… se imaginan: «plasss, resbalón y al agua fresquita», dirán que malo soy pero seguro que alguno más hubiera tenido esos pensamientos viendo las peripecias de algunos.

Incluso proyecciones con láser acompañadas al ritmo de la música. Toda una mezcla para nuestro sentidos que creaba formas de lo más diverso y añadía color a la noche.

Un sitio con mucha vida y más en las fechas en las que estabamos. Imagino que en verano cuando las temperaturas suban un poco, habrá más de alguno/a que querrá refrescarse en el río. Una vía alternativa para pasear por la ciudad a otro nivel.

La verdad que estaría bastante bien contar con algo parecido en la zona centro de Hong Kong, aunque si que he estado por la zona de Shatin, donde hay canales por los que se puede pasear en los alrededores, pero sin duda, la magia que tiene Seúl en Navidades, hay que verla para sentirla.

De esos lugares

Seguro que muchas veces después de estar tiempo caminando, llegado el momento de querer comer algo, nos entra el dilema a la hora de elegir el sitio, no? Y que los lugares que nos encontramos más cerca, no «nos llaman» lo necesario para entrar porque el cuerpo nos pide probar cosas nuevas.

Después de un día movidito visitando la ciudad, era hora de reponer fuerzas con digamos, un almuerzo tardío 🙂 Fue entonces cuando dimos con el sitio siguiente, de aspecto bastante familiar y sencillo, que nos animamos a probar. Fuera zapatos y a sentarse en el cojincito, a ver lo que aguantaba con los pies recogidos por eso de la falta de costumbre.


Después de un rato de repasar el menú e intuir por las fotos, porque en esta ocasión el inglés no estaba presente. Nos decidimos por un plato con trocitos de cerdo y bien acompañado con kimchi, además de unas hojas de lechuga y poder hacer los correspondientes enrolladitos.

Ojito con lo rojo del fondo, que tenía cierto parecido a unos calamares (creo recordar) pero no veas lo rabioso que era. La sensación de ardor en los labios tardó un rato en desaparecer, a base de un par de vasitos de agua fresquita que se agradecieron. Seguro que viéndome en un espejo, parecererían unas bembas auténticas, como las que les ponen a los dibujos animados, exagerado, pero no por ello dejamos de comer, aunque no llegamos a terminarlo todo, ufff.


En esta foto un poco más de cerca, los platos de acompañamiento que en la cocina coreana se presta a bastante, entre los que tenemos: brotes de soja, chili verde y una salsita que tenía cierto parecido con la boloñesa (yo mojé el rollito ahí sin más, y rico que estaba)


Conclusión: El sitio nos dejó una sensación muy agradable, el haber probado algo auténtico, de esos lugares que uno descubre por casualidad y le dan un toque especial a nuestros viajes. Sin duda, repetiríamos el sitio sin dudarlo, a pesar de lo picante que fue de lo más fuerte que probamos en el viaje con diferencia.

¿Alguien se atreve a probar? Espero que no se me echen para atrás por el picante 😀

Yendo a Nam San

El primero de los sitios que fuimos a visitar al poco de comer, fue la torre de Seúl (N Seoul Tower). No nos podíamos perder el contemplar la ciudad desde lo alto y según dicen, se puede divisar un bonito atardecer. Nosotros como llegamos un poco tardíos y no queríamos dejar la ocasión, subimos al poco de haber anochechido y eso que eran apenas las 6 y poco.

La torre se encuentra en la montaña Nam San, pudiendo llegar de dos formas hasta la cima donde se encuentra la torre, y esta primera que elegimos es haciendo uso del un teléferico que en apenas unos minutos te deja cerca de los pies de la torre, que vemos ahí al fondo bien iluminada…

Podemos elegir sólo con ida y luego tomar el camino alternativo… o bien con la vuelta para coger el teleférico de regreso. La cola en ese momento ya era un poco considerable, pero se movía con rapidez.

Una vez allí, hay que fotografiar a la protagonista, a ver un par de poses por favor. La iluminación era bastante vistosa pero sencillita a la vez y de vez en cuando cambiaba de color el anillo (que vemos en estas fotos de color verde), entre rojo, amarillo, violeta.

Que cantidad de luces, no? una de las panorámicas de la ciudad mirando hacia el norte, donde a lo lejos se podía divisar gran actividad de los coches de un lado para otro, no obstante era día 24 y en plenas Navidades. Nada que ver con las vistas desde el pico Victoria en Hong Kong

Y el fresquito que hacía por aquella cima, situados a unos 262 metros sobre el nivel del mar, que no es tanto pero no vean como pegaba con un poco de airito. Aprovechando que había un café, entramos a coger un poco de calorcito y reposar, el local estaba reventar de gente, suerte que pillamos una mesa libre al poco.

Fue al regresar cuando decidimos pillar el camino alternativo, el que consiste en ir descendiendo la montaña por un recorrido de escaleras como este:

Un recorrido bastante agradable aunque algo empinado en algún momento y con la inercia de la bajada, pues hay que ir con precaución. También había bastante gente que venía subiendo, buen ejercicio si señor, para llegar calentitos a la cima 😀

Entre los árboles se podía ir divisando el otro lado la ciudad, claramente con un color muy distinto al que divisamos desde la cima. Luces de los hoteles, centros comerciales y algunos otros edificios, además de las luces navideñas.. muy colorido, sin duda.

Poco a poco nos ibamos acercando al final del recorrido con escaleras y el suelo se volvía algo más plano. En menos de una horita, con calma, habíamos descendido desde lo alto de Nam San. Algo nos diría que volveríamos a este sitio, a ver si lo pillamos con un poco más de luz solar 🙂

Espero que disfruten del paseo, eso sí, más calmado haciendo la lectura.