Un lugar al que le tengo mucho cariño, aunque a veces puede ser un poco «odiado», es un rinconcito que queda a pocos kilómetros de Santa Cruz de Tenerife, la capital y mi lugar donde he crecido la mayor parte del tiempo. Da gusto poder tener una playa tan cerquita de casa, exactamente a unos 7 kilómetros más o menos o lo que se traduce a unos 10 minutos de coche o unos 20-30 minutos de guagua. Ubicada en el barrio pesquero de San Andrés, es la playa de las Teresitas. Playa artificial de arena blanca, sitio popular para los santacruceros y también por donde es habitual el paso de turistas.
Recuerdo esos veranos de pequeñito, disfrutando del agua y jugando a hacer castillos de arena, en compañía de mis padres o mis tíos. Luego con el tiempo y uno se hace mayor, ya tiene la posibilidad de ir solo o acompañado de los amigos. A veces preferible ir uno solo, tener tiempo para ti mismo y simplemente no pensar en nada mientras uno se tumba en la arena dejando que los rayos del sol nos den color.
Y en estas pasadas vacaciones de Navidad, hubo uno de esos días que mi madre y yo nos dimos un paseíto hasta la playa, y bueno siendo diciembre, uno no se puede quejar. Cuando llegamos había algunos nubarrones y corría algo de brisita. Vamos por el caminito de madera hasta poner nuestros pies en la arena y empezar a pasear un poco por la orilla.
Estábamos como a la mitad de la playa, vista a la derecha y nos encontramos con algunas personas haciendo su paseo matutino. Seguro que muchos de ellos no faltan su cita ningún día del año, a no ser que las condiciones metereológicas estén muy feas que les impidan su paseíto.
Nosotros tiramos hacia la izquierda hacia el final cerca de donde comienza el rompeolas. La razón de venir hasta la playa, a parte de disfrutar del sonido del mar y desconectar, es que también la arena es buena para las articulaciones. En concreto, mi madre tuvo un pequeño percance en un tobillo y el fisioterapeuta le recomendó que caminase un poquito por la orillita de la playa que le vendría bien.
Poco a poco parecía que el sol salía tímidamente de entre las nubes…
Íbamos dejando atrás nuestro punto inicial y acercándonos al final, hasta que luego sería momento de volver sobre nuestros pasos. Creo que en total sería como media horita o cuarenta minutos de paseo. Lo que es bañarse no se me apeteció mucho en ese momento y a parte que no había ido preparado para la ocasión
Y efectivamente, las nubes se iban alejando en dirección a la ciudad dando paso a un cielo más claro que luciría bien azul. Lo bueno de ese día es que el viento se comportó y es por que decía, que puede ser un sitio «odiado» porque del viento que se mete no es posible aguantar tumbado sobre la arena y así no se puede. Con poca actividad para el hombre de las hamacas, con tan sólo algunas algo dispersas. Una mañana tranquilita de trabajo sin duda.
Momento para pasar por la ducha para sacudirnos la arena y poner rumbo al coche. Ahora es cuando el cielo luce bien azulito y se nota algo más de calorcito. Y es que por lo general estas navidades fueron un poco más fresquitas a lo que recuerdo del año anterior. Espero que por lo menos en las próximas se mantenga y esta vez si que me doy un baño de los buenos 🙂
Que maravilla ir en pleno mes de diciembre … sin abrigo !!!! Por las Teresitas siempre he estado de paso nunca me he parado a bañarme… la próxima vez me voy a pasar un mañana o una tarde . Saludos 🙂
Recuerdo hasta en época de carnavals (ahora precisamente) de ir uno de los días festivos, y estaba genial. También si tienes ocasión de ir a la playa de Las Gaviotas, que es más chiquita pero mola mucho.
Un saludo.
Yo también estuve en la playa en Navidad 😀 Pero en Cádiz, y con manguita larga 😀