Doble M

 

A pesar de que durante nuestro segundo día en la ciudad el tiempo no había amanecido soleado, había que ponerle buena cara. Casualmente nos encontrábamos casi al ladito de un sitio en que resguardarnos durante un rato por si acaso se ponía a llover de nuevo. No fuimos los únicos, un grupo de más gente delante nuestro iba en la misma dirección, al menos entretenerse viendo algunas tiendas haría que la mañana fuese algo más amena.
 

Cruzamos la rambla de mar y llegamos a los alrededores del centro comercial Maremagnum, de aspecto moderno y que nos recibe con un gran espejo que cubre la fachada. Los niños se lo pasaban en grande viéndose reflejados mientras correteaban de un lado para otro.
 

En su interior tiendas de ropa, calzado, regalos, chocolate… En la zona central, bastante luminosa nos encontramos con una cafetería donde tomar algo y descansar si es que el cuerpo no lo tenemos para tiendas.
 

Me llamó la atención la iniciativa «Fotoblogueando» cuyos carteles colgaban en las cercanías de la cafetería. En seguida se me vino a la cabeza: ¿habrán fotos de Ricard, Dani o David? no hubo suerte esta vez, pero sí que me llamó la atención de un nombre que me sonaba: Desenfocado. Me pregunto si volverán a llevar a cabo iniciativas como estas. Había algunas fotos bastante buenas.
 

Total, que entre que sube y baja, mira de una tienda a otra se nos pasaron un par de horitas. Deja me asome a ver cómo sigue el tiempo por ahí afuera… anda hasta parece que ha salido el sol, ya no se notaba el ambiente tan gris como antes.
 

Pero casi que estando aquí, podríamos aprovechar y comer algo no? a todas estas, creo que serían como las 3 de la tarde, el desayuno estaba más que digerido y lo mejor era recargar las pilas que por la tarde se podían aprovechar aún las horas de sol que tendríamos por delante. ¿Hace una cervecita y un poco de panito?
 

 

No nos fuimos muy lejos, justo a la entrada del centro comercial, nos sentamos en el restaurante «Moncho´s – El Chipirón». En su terracita, disfrutando de la brisa del mar y viendo la gente pasar. Una vez menú en mano, nos decidimos bastante rápido y uno de los platos estrella de ese almuerzo fue este: pulpo a la gallega. Una ración bastante generosa y que estaba de bueno, ufff!
 

Casi a la par vinieron unas gambitas al ajillo y unos mejillones a la marinera. Era la ocasión de comer cositas del mar estando en un sitio con tan buen ambiente marino.
 

 

Rematando, un salmón a la plancha con su buena ración de verduritas. A estas alturas mi novia estaba un poco llena después de los platos anteriores pero si que al menos probó el salmón, el resto no desaproveché nada de nada. Tiernito y se deshacía en la boca, quien pudiera tomarse otro igual aquí.
 

Obviamente, no había hueco ni para el postre. Lo mejor reposar un poquito y luego estirar las piernas yendo hacia el centro pasando por las Ramblas. Mucha gente aprovechaba para sentarse y relajarse contemplando el mar.
 

O bien sus ojos estaban fijos en una de estas curiosas estatuas «flotando» en medio del agua.
 

La tarde empezaba a abrir y a sentirse el sol que había estado ausente durante buena parte de la mañana. Tomando el camino de vuelta cruzando el puente, enfilamos hacia el comienzo de la rambla, el sitio en plena ebullición de actividad y gente curioseando como nosotros. Espero me acompañen en un próximo capítulo por Barcelona.

 

Vistas de pájaro

 

Después de haber descansado y pasar nuestra primera noche en la ciudad, afrontábamos un nuevo día, aunque inicialmente el día no aparentaba muy bien puede que más tarde las cosas cambiasen. Nos ponemos en marcha, duchita, vestidos y a la calle a buscar algún sitio para desayunar.

Siguiendo la avenida del Paralelo y en dirección hacia el mar nos topamos con la plaza de la Carbonera. El mar se va acercando, y giramos hacia la izquierda llegando hasta el Monumento a Colón. Aprovechando que habíamos comprado la Barcelona Card podíamos subir gratis. Por cierto, muy recomendable para una visita de unos pocos días como la que hacíamos nosotros. Está incluído en ella: uso de guaguas y metro ilimitado, acceso a museos y sitios de interés, descuentos en tiendas y restaurantes… está bastante bien.

Vamos a ver qué tal son las vistas desde arriba, ¿me acompañan?
 

El mirador situado a unos 50 metros de altura permite obtener una vista de la ciudad en 360 grados. Una pena que a esas horas el cielo luciera algo gris y las fotos no lucen tanto como me hubiera gustado. No obstante, es una buena panorámica desde lo alto.

Aquí tenemos el Paseo de Colón y si pueden apreciar al fondo a la izquierda es la torre Agbar, que tendríamos ocasión más adelante de verla un poco más cerca.
 

El comienzo de la rambla, de fondo la Catedral y la Sagrada Familia con sus correspondientes andamiajes de reparación y construcción respectivamente. Lo bonito sería poder verlas limpias y sin metales, pero al menos la Sagrada Familia le quedan unos cuantos años para que sea completada.
 

Las vistas del Puerto deportivo y la rambla de mar, junto con el centro comercial Maremagnum donde luego pasaríamos un buen rato curioseando por sus tiendas y probando un restaurante que nos gustó mucho.
 

 

A pesar que no pasamos demasiado tiempo en el mirador, por momentos parecía que algunas zonas de la ciudad salían de su lado gris y el verdor de los árboles se hacía más presente. La previsión del tiempo es que para la tarde este mejoraría pero aún quedaban unas horitas y la lluvia amenazaba.
 

 

 

Parece que fue justo llegar a los pies de la estatua y dar unos pasos cuando de repente empiezan a caer unas gotitas, y al poco empieza a caer una buena ducha.
 

Para entonces yo había salido disparado de vuelta al hotel que quedaba como a unos 10 minutos (corriendo) coger el paraguas y salir de vuelta a dar con mi novia que se había refugiado junto con alguna gente más pegaditos a la fachada del edificio de la autoridad portuaria. Vaya forma de llover de repente, de esa lluvia finita pero que cala más que ninguna.

La previsión se había cumplido, pero eso no nos iba a estropear el día. Luego se quedaría una tarde de maravilla. Más para la próxima entrega. ¡Buen finde!

 

Bocados

 

Seguro que están conmigo en que no hay nada mejor que terminar una tarde de paseo con una buena comida y reposar tranquilamente. Al poco de llegar a la ciudad y ponernos en marcha, en ese momento aún no había muchas ganas de comer y es que la verdad con las dos comidas del avión aún presentes, el estómago aún no protestaba. Eso sí, el agua que no falte para cuando apretaba un poco el calor pero con una suave brisa muy agradable.

Haríamos uso del metro de vuelta hasta la Plaza de Cataluya y quien dijera que a a esas horas (9 de la noche) aún hay claridad y algo más que duraría. La poca costumbre y que en Hong Kong sobre las 6 y media-7 de la tarde se va anocheciendo, esas horas extra de luz, no veas que vida dan y hasta se nota en la gente que se lanza a la calle.
 

Así a lo tonto, nuestras buenas horitas entre caminata, ver algunas tiendas, sacar fotos… habían pasado volando. Momento de ir buscando por la zona un sitio para cenar, improvisemos pues. Al principio del Paseo de Gracia, y seguro me dirán: «precisamente no será barato», encontramos un sitio en el que sentarnos en su terracita para cenar. Estaba bastante animado, no tenía mala pinta el sitio.

Un vistazito a la carta, primero algo fresquito para beber y estamos listos para pedir. Empezamos con un poquito de pan tumaca «Pà amb tomàquet aclaración del Capitán«, no podía faltar estando en Barcelona, mientras va llegado el resto.
 

Una ensaladita de tomates cherry, aceitunas negras y taquitos de queso. Y casi a la par traían unos champiñones al ajillo. Las porciones con el tamaño adecuado para no quedarnos ni con ganas ni demasiado llenos, que luego había que hacer hueco para el plato princpal
 

 

Y otro de los típicos de nuestra gastronomía: una paellita. Dos raciones bien servidas acompañadas de langostino y con el arroz en su punto. Muy satisfechos que quedamos con la comida, y entre bocado y bocado, algún sorbo de una copita de vino blanco.
 

Ni con hueco para el postre, y eso que yo soy muy de postres, pero en esta ocasión y sabiendo que nos iríamos a dormir en apenas un par de horas, lo mejor era quedarse tal cual y vuelta al hotel estirar un poco las piernas mientras hacemos la digestión.

Nuestro primer día (digamos medio-día), llegaba a su fin. Las luces alumbrando, la actividad de la calle había cesado y sólo de vez en cuando pasaba un coche, todo volvía a la tranquilidad y momento de recogerse a descansar. ¿Qué más nos deparará la ciudad? espero me acompañen mientras lo descubrimos.

¡Buen finde!

 

Primer paseo

Tras la parada técnica para cambiar de avión y llegar a nuestro destino final: Barcelona, llegamos a la ciudad sobre las 2 de la tarde y con un día radiante. Cielo azul y despejado, eso ya nos alegraba la vista, ansiosos de comprobar cómo sería la temperatura exterior. Aún nos quedaba el paso de recoger las maletas y rumbo a coger el tren que nos llevaría hasta el centro de la ciudad.

Todo bastante ágil y sin problemas, pero lo primero que echamos en falta al poco de estar usando el transporte público fue la rapidez habitual del transporte en Hong Kong. Esos transbordos de línea un tanto largos y con menos escaleras mecánicas de las habituales, yendo con maleta arriba y abajo se hacía un tanto incómodo, pero diría que mejor en comparación con el metro de Londres. No obstante, más adelante veríamos algunas estaciones y vagones de metro bastante más modernos, cosa que se agradece.

El hotel que elegimos para los primeros días de estancia en la ciudad, fue el Silken Concordia situado al ladito de la estación de metro de Poble Sec en Avenida Paralell. Una zona tranquila y a pocos pasos de la céntrica Plaza de Cataluña. Primero un pequeño descansito antes de salir a explorar las calles cercanas, había que aprovechar el buen tiempo reinante, ya que, los días anteriores habían sido más frescos e incluso con lluvia.

Lo dicho, vamos de paseo y callejear un poco.
 

Con el solecito pegando, a veces hay que ir buscando un poco la sombra. Al principio un poco desorientados aunque había sido previsor y había cargado el mapa de la zona en Google maps para el móvil, no obstante, preferimos improvisar un poco e ir dejándonos llevar.
 

Aceras amplias, bancos para sentarse a descansar un rato y sobre todo, más sosiego y el fluir de gente es más lento que al que estoy acostumbrado. Y siendo una ciudad tan llanita, es genial poder ir en bici a casi cualquier sitio y más con el sistema de alquiler de bicis (Bicing), aunque por lo visto es sólo para residentes con lo que no necesitas ni tener tu propia bici y aparcarla de forma muy cómoda en los sitios habilitado.
 

Mi idea inicial era ir en dirección hacia Plaza Cataluña y ver algo del barrio Gótico, Raval… pero terminamos yendo en la otra dirección a hacia la Plaza de España, no obstante, tendríamos tiempo de sobra para visitar la zona mencionada anteriormente.

Y nos encontramos con esta bonita ex-plaza de toros reconvertida en centro comercial y con una terraza en su parte superior ¿Me pregunto si habrá que pagar? pero por suerte no. Bastaba con acceder por el interior del centro comercial, coger una de las escaleras mecánicas y rumbo al cielo.
 

 

 

 

Este pirulí tan moderno y que contrasta con el resto del conjunto, con una plataforma a donde se puede acceder a un ascensor para que las personas mayores o con minusvalía puedan acceder de forma fácil hasta la parte más alta y también disfrutar de las vista de la ciudad.
 

Incluso pudimos divisar algunos que aprovechaban el calor de la tarde para darse un chapuzón, ni tan mal ¿verdad? Todo un lujo el tener la piscina en lo alto del hotel, algo habitual en muchos hoteles de la ciudad y que permite ver todo desde otro punto de vista.
 

Una tarde perfecta para pasear disfrutando de una buena temperatura. Espacios abiertos para relajarse con la familia…
 

o en pareja.
 

Haciendo algo de deporte en grupo, capoeira más concretamente. Todo es válido en una tarde de verano para una ciudad como Barcelona.
 

Y eso que aún nos quedaba mucho por descubrir: rincones, gastronomía, compras… sino esperen y vean. Creo que había tardado mucho en ir a la ciudad, y por fin, era hora de conocerla a fondo y en compañía de mi chica. A los dos nos hacía mucha ilusión estar recorriendo la ciudad y esa primera toma de contacto con sus calles, la gente y todo lo que la rodea, estaba causando muy buena impresión.