Un día festivo y más siendo fin de semana, sólo puede significar una cosa: la afluencia de gente, y si a eso le juntamos que se celebraba la festividad de Ching Ming los números se multiplican. Una de esas ocasiones que se tiene que rendir a los fallecidos para visitar sus lugares de descanso, adecentar los nichos y también quemar papeles; terminando con una buena traca de petardos para auyentar a los malos espíritus.
Uno se da cuenta en fechas como estas la mucha gente que tiene a sus ancestros en poblaciones cercanas en la provincia de Guangdong, es un movimiento masivo. Me atrevería a decir que no había visto tanto colapso para salir de la ciudad en comparación con Año Nuevo Chino, que ya es decir.
Una vez cruzada contra la frontera, tocaba hacer cola para comprar el billete de tren. Más de lo mismo, con la cola avanzado lentamente hasta el mostrador. Nos distribuimos en varias colas para ver quien conseguía llegar antes pero al final el resultado fue el mismo, ya se sabe lo aleatorio que puede ser esto de los mostradores y la gente que tenemos por delante.
La nuevisima estación de Dongguan que apenas lleva unos meses funcionando, la cual era nuestro destino final y apenas son 45 minutos de trayecto desde Shenzhen.
Algunas zonas de los alrededores aún estar por desarrollar pero ha supuesto un salto cualitativo respecto a la anterior estación en Shilong.
Y es que viajar en tren en China está mejor de lo que uno piensa, pero ante casos como este no queda otra que armarse de paciencia. Mucha gente queriendo ir hacia el mismo sitio, el mismo día y todos queriendo llegar antes que nadie, y pasa lo que pasa. Suerte es no tener que coger un coche, que el caos por la autopista se lo podrán imaginar.