Pedaleando

Unos protagonistas algo desconocidos que bien necesarios son y hacen de nexo entre muchos de los núcleos urbanos, sobre todo en los Nuevos Territorios. La comodidad que da la bicicleta para ir al mercado a hacer la compra, al trabajo o disfrutar de ejercicio, es el transporte de muchos pero por desgracia cuando se vuelven viejitas muchas quedan ancladas a las vallas en una esquina sin que nadie las reclame o se puedan quitar para que no afeen. Seguro que no soy el único que se haya dado cuenta de lo que supone esto; no es que sea prioritario pero los barrios lo agradecerían, sin duda.

También me trae algo de nostalgia de mis tiempos de bici por las calles de Santa Cruz, lo que me gustaba y sobre todo durante los veranos cuando uno disponía de más tiempo libre. Con los años la fui aparcando porque pasaba poco tiempo en la isla pero al menos me hacía sentir bien que mis primos la usasen. Por ccierto, ¿qué será de ella? Voy a tener que preguntarles 🙂


 

Lástima que en la isla de Hong Kong sea algo más difícil tener un buen carril bici debido a la orografía de la misma. Ojalá se decidan por hacer un proyecto de carril bici costero desde Sheung Wan hasta Quarry Bay, sería genial y animaría más a la gente que cojan la bici para trabajar, y ayudaría al medio ambiente.

Ahora que vivo en una zona bien conectada y apta para el uso de la bici dan ganas de poder tener una y recorrer esos caminos en busca de nuevos lugares que a veces andando o corriendo están un poquito más alejados. ¿Será que este año me haga con una? Al menos empezando con una de segunda mano, en esta web se pueden encontrar algunas buenas ofertas y también con directorio de tiendas de bicis. Le seguiremos dando vueltas a la idea y mientras tanto no faltarán el salir a correr y el dragonboat.

Un comentario en «Pedaleando»

  1. Esta mañana, al salir de mi casa para ir a trabajar me he encontrado con la sorpresa de que mi tan preciado medio de transporte había desaparecido. Mi bicicleta verde de paseo, la que poseo con cariño desde hace varios años, se había evaporado. No había rastro de la cadena que le ataba a la valla y ni siquiera un recuerdo de la cuerda que llevaba en el asiento trasero. Aunque al principio mi reacción ha sido de tristeza, segundos después me he dado cuenta de que posiblemente la bicicleta había decidido huir a un lugar mejor alejada de la contaminación y del barullo madrileño para iniciar nuevos rumbos en otros países donde la gente tiene consideración por ellas, donde están libres en la calle y hay hasta carriles exclusivos para que circulen.

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