Como les adelantaba en el último post pasaríamos nuestra primera noche en un hotel que nos hizo sentir como en casa, a la vieja usanza como cuando uno visita la casa de los abuelos y siente como si el tiempo no hubiese pasado. Situado a menos de diez minutos del núcleo urbano de la localidad de Blevio y con unas vistas estupendas al lago Como desde el balcón de nuestra habitación.
Aquí nada de ascensores, escalerita y hasta el segundo piso. Piedra de la buena y pasador en madera, además la temperatura era bastante fresquita en comparación con el calor que hacía en la calle en ese momento. La única pega sería que la habitación sólo contaba con ventilador, pero la verdad que dormimos bastante bien y dejando una rendija del balcón abierta. De noche, menos ruidos que de día y es que la carretera provincial pasaba justo por la puerta principal del hostal.
En la habitación al otro lado del pasillo de donde se encontraba el comedor, muy bien aprovechado el espacio para una tiendita en la que poder encontrar desde toallas o paños o utensilios de cocina o bien elementos decorativos para nuestra casa.
Al día siguiente tras un buen descanso, momento de recargar las pilas con el desayuno para luego salir en dirección a Menaggio. Siguiendo por la carretera que iba bordeando el lago a medida que cogíamos altura y cruzando la masa verde del bosque.
No pude evitar el pararme un rato delante de este marco que contenía el certificado original de cuando el abuelo de la dueña actual registraba el establecimiento dando así comienzo su actividad como alojamiento. Mucho ha llovido desde el año 1920, de ahí el nombre Albergo Milano 1920.
Algunos de los elementos presentes en el comedor que le dan ese aire clásico y tan especial a este hotel. Sobre todo esta máquina de escribir o una báscula.
En la barra del bar tampoco faltaban detalles y uno se podía imaginar cómo serían esas tardes de verano de hace muchos años en los que la gente de pie disfrutaba del ritual del café o quizás un aperitivo.
Las recomendaciones que habíamos leido sobre este sitio fueron más que acertadas y no podíamos haber estado más contentos a pesar de una estancia un tanto breve. El trato de María fue súper bueno y nos hizo sentir como en casa con su hospitalidad. No duden en alojarse si tienen ocasión si es que un día pasan por la zona.
El viaje no había hecho más que comenzar, aún teníamos unos días más para seguir disfrutando del lago Como y sus parajes. ¡Vamos allá!
Menudo encanto tiene el «pisito», supongo que habréis estado de maravilla 😀
La estancia fue muy agradable, a la vieja usanza, pero con un trato genial.