Ya han pasado casi tres semanas desde el paso del tifón Mangkhut y la cara que presenta la ciudad se ve bien distinta. Aún así, queda trabajo por hacer para terminar de limpiar muchos de los árboles afectados.
Ante la llegada del tifón, la ciudad se había preparado bastante bien y todo el mundo estaba resguardadito en casa. Fue en la noche del sábado al domingo cuando el efecto de los vientos azotó la ciudad. Las zonas costeras y cercanas al río (como en Shatin) serían las que más afectadas se verían por la subida del nivel del agua. El azote de las olas, sótanos y paseos inundados. Y donde sí ha afectado al todo el territorio por igual: los destrozos en la vegetación. Además, algunos edificios de oficinas y residenciales con daños en sus ventanas. Vídeos virales que circulaban a toda velocidad por las redes sociales.
A la mañana siguiente éste era el aspecto que presentaba justo debajo de donde vivo. Decir que sí a pesar de notarse el soplar del viento, quizás por la orientación de nuestro piso no se notó nada en las ventanas. También tener otra hilera de edificios delante y no estar tan expuestos.
Los restos a la espera de ser recogidos después de cortar las ramas con más peligro.
Y las zonas de paso entre los edificios con ramas pendientes aún de limpiar. Árboles pequeños y algunos bastante grandes no pudieron seguir en pie ante el poder de la naturaleza.
La cabina más próxima resistió como buenamente pudo tras impactar una rama en su techo. Por suerte no ha habido que lamentar desgracias personales y tan sólo daños materiales, aunque bastante cuantiosos. El tifón más fuerte en la historia de la ciudad desde que se empezaron a registrar.
El lunes tras el paso del tifón fue un tanto caótico en lo que al transporte se refiere. El servicio de trenes estaba interrumpido en algunos tramos (averías por caídas de árboles sobre el tendido) y las guaguas no estaban operando en su totalidad. No obstante, la gente intentó llegar hasta su lugar de trabajo dando lugar a escenas de gran colapso como en la estación de Tai Wai. Hubiera sido mucho mejor sin duda el declarar el día festivo; una de las críticas que se le ha reprochado a la jefe ejecutivo del Gobierno de la ciudad.
Así que, ese día lo pasé en casa por la imposibilidad de coger un transporte que me llevase hasta la isla de Hong Kong. La estación de Fanling y Tai Wo se habían quedado aisladas del resto de línea debido a las averías. Sin las guaguas en funcionamiento pleno, imposible llegar en un tiempo razonable. Era lo más prudente para malgastar tiempo en vano; el martes todo volvería a la calma, al menos en lo que al transporte se refiere.
La ciudad demostró un claro ejemplo de cómo se puede enfrentar ante el poder de la naturaleza y sus efectos. Las reparaciones y trabajos de limpieza siguen su curso, pero aún faltarán semanas o inclusos meses hasta tener todo en su estado normal.
Agradezco desde aquí a todos aquellos que se preocuparon por la familia y por mí para saber si estábamos bien. Sólo con decir que las niñas ese domingo se pegaron una siesta bien profunda y que ni se enteraron de los fuertes vientos. ¡Eso sí que es felicidad!
Hasta la próxima, y espero no demorarme demasiado tiempo en escribir de nuevo.