Marisquito

El viaje que hicimos un par de fines de semana nos llevó hasta la costa de Guangdong, a eso de unas cuatro horas de trayecto. Llegamos el viernes por la noche, teniendo la oportunidad de probar algo de marisco en uno de los restaurantes de camino al hotel. El cuñado y la familia de mi novia parece ser que habían ido anteriormente al sitio, con lo que fuimos a tiro hecho. En sus manos estaba lo que comeríamos, así que se fueron a elegir de los tanques de agua donde tenían todos los peces y demás.

Al poco empezaron a llegar los platos y a cada cual más suculento. Desde almejas, cangrejos, cigalas y un buen señor pescado. Tampoco faltaron algunas verduritas y arroz blanco para acompañar.


 

Este fue otro de mis platos preferidos. Unos cangrejos muy gustosos y muy bien aprovechados.


 

Este fue uno de los protagonistas de la noche. La textura del pescado super suave, se deshacía con apenas presionar un poco con los palillos y con el caldito de acompañante, mejor aún. Fue una muy buena forma de cerrar la cena desde luego.

Al día siguiente y con el buen tiempo reinante, calor también, nos dimos una vuelta por los alrededores de la zona. Lo típico, coger el coche acercarnos hasta una zona de playa, estirar las piernas, sacar algunas fotos y casi que se nos hizo la hora del almuerzo. Aunque yo no lo sabía, al sitio al que fuimos también estaba digamos que planificado. En cierto modo, una especie de chiringuito de playa, pero bastante bien montado. La zona del restaurante quedaba un poco más al interior y las mesas algo más cerca de playa y bajo un techadito a salvo del sol justiciero.

Estaba bastante bien surtido y entre lo que elejimos, hubo algún plato repetido en comparación a la noche anterior pero que lo superaría con creces.

Buena ración de gambitas al vapor, calamar y las almejas que estaban soberbias, diría que el mejor plato del almuerzo.


 

Si hay algo que recordaré del viaje, serán estos buenos platos de pescado y marisco. Por lo general en Hong Kong no suelo comer muy a menudo, alguna que otra vez cuando hemos ido a Lamma o Kowloon, me vienen a la mente unas buenas cenas con mi amigo Alberto o sino también en Sai Kung. Tengo pendiente de ir a Lei Yuen Mun un finde de estos; pero claro, los precios algo más caros, con lo que hay que aprovechar ocasiones en viajitos como estos.

Muy agradable el recorrido en coche bordeando las zonas de costa y con vistas desde uno de los miradores realmente bonitas. Por el interior mucho verde y campos de cultivo, una isla que está por ir desarrollándonse y a mi parecer tiene bastante potencial. Espero que no se estropee con el tiempo y la gente puede seguir disfrutando de buena comida como en estos sitios, además de tiempo de relax.

Tren y coche

Remontándome a hace tan sólo un par de fines de semana, hicimos una escapadita a la costa en la provincia de Guangdong junto a mi novia y su familia. Como quien dice está ahí al lado pero las distancias en China no suelen ser precisamente pequeñas, aunque las infraestructuras en las carreteras son bastante buenas a mi parecer y siguen mejorando con el tiempo, se tarda en llegar un ratito. Lo comparo como cuando la gente de Madrid se va a las playas de la comunindad Valenciana, son 4 horas de trayecto, que fue lo que tardamos nosotros. Bueno, en verdad fueron casi cinco pero porque pillamos algo de retenciones y algún que otro accidente que hacía el tráfico algo más lento.

Pero antes que nada, como no salimos en coche desde Hong Kong directamente tuvimos que ir en tren hacia el norte. A unos 45 minutos de tren desde Shenzhen era el punto de encuentro para salir en coche y rumbo hacia la costa.

El viaje en tren no es nada nuevo porque es lo habitual cuando vamos de visita a su pueblo. El tren va saliendo lentamente del corazón de Shenzhen, cada vez más avanzada con rascacielos que nada tienen que envidiar a los de Hong Kong, pero la ciudad en sí es otra historia, un monstruo que continúa creciendo muy rápido. Hasta que luego nos encontramos con puro campo de cultivo y salpicado con pasos elevados de autopistas u otras líneas de tren en paralelo.

Con tiempo para hacer una pausa y almorzar antes de emprender el viaje por carretera. Un ligero dim sum para ir con el estómago contento, y más adelante habría tiempo para hacer una paradita técnica al par de horas. Un alivio para el conductor que debe descansar y para el resto de pasajeros que puedan estirar un poco las piernas durante algunos minutos.

Paramos en un área de servicio y de paso comprar algún aperitivo. Lo que más apeteció en aquel momento era un heladito. Uno mientras iba en el coche no se entera porque va a gustito al fresco del aire acondicionado, pero una vez fuera el calor pegaba de lo lindo.


 

Entre las cosas que encontré por los alrededores, unos carteles para la prevención de accidentes aunque para mi gusto bastante impactantes. Me hizo recordar a las campañas de la DGT en España. Algunos de ellos con bastante mala pinta, aunque no apto para que lo viese algún peque que pasase por el lugar.

De paso, mirar un poquito el mapa de carreteras y ver la distancia que aún nos quedaba por recorrer. Por suerte, estábamos tan sólo a un par de horitas más de nuestro destino: la isla de Hailing, marcada en ese circulito en rojo que ven en la parte inferior y un cacho más a la derecha el territorio de Hong Kong. Parece que el lugar tenía buena fama por sus playas y también por comer marisco de calidad a precios razonables. Así que un fin de semana entre rayos de sol y buena comida, no pintaba nada mal.

Terminada la paradita, de vuelta al coche y esperando que el trayecto no se hiciese más largo de lo normal. Algunas canciones chinas pop amenizaban en el coche mientras pasaban los kilómetros e intentaba cazar al sol entre el paisaje de rías, árboles y montañas. No quedaron nada mal algunas de las fotos que saqué, todas sacadas con el móvil y sin aplicar ningún tipo de filtro o retoque.


 

 

Cuando pasaba un poco más de las seis de la tarde el cielo parecía ir diciendo: «mañana más y mejor». La luz se iba debilitando y estábamos más cerca de llegar, aunque aún seguíamos en la zona continental y tendríamos que cruzar el puente que conecta la isla con el continente. Entre medio pararíamos para cenar y así ir luego directos al hotel; más tarde tendríamos tiempo para dar una vuelta por los alrededores y ver el ambientillo nocturno.

Casi cinco horas de viaje en total pero transcurridas con total normalidad, salvo algo de tráfico inicial y de resto todo muy fluido. Al día siguiente nos esperaba la playa, de eso se trataba, el madrugón no nos los quitaba nadie para aprovechar el tiempo al máximo. Les voy contando en la siguiente entrada.