Al aire libre

Pues si que se quedó buen día. Mejor será salir al aire libre y disfrutar del solecito. Mientras que yo aproveché la hora del almuerzo para correr, otros aprovechaban tras la comida para disfrutar del calorcito. Si hace unos días el cielo estaba nublado y la brisita invitaba a abrigarse un poquito más, hoy ha sido como si la primavera quisiera dejarse pasar un ratito.

La verdad que con el parque de Tamar lo han hecho bastante bien y la gente lo aprovecha siempre que puede. Para los que hacemos deporte, para los que gustan de almozar en el exterior o para los que dan un paseo para ayudar a la digestión. Sea de día o de noche, siempre veremos algo de movimiento. Eso sí, cuando el sol casca es mejor ir a refugiarse a la sombra de alguno de los arbolitos o bien bajo el gigante arco del moderno edificio del Legco.

al aire libre

Alguna gente que estaba pasando allí el día venía del Carnaval de AIA que está justo al lado de la noria (que por cierto reabrió justo para las Navidades). El día propicio sin duda, un ratito disfrutando de las atracciones y luego hacer un picnic, no es mal plan desde luego.

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Recién estrenado el año y con muchas ganas por delante. Tamar es un rincón que te alegra el día cuando más te hace falta. Al aire libre todo se ve de otra forma.

 

Rock Bar

Ahora que llega el fin de semana, es momento de recargar las pilas y descansar. Para los que empiecen las vacaciones, mejor que mejor pero para el resto nos conformamos con el par de días que se aprovechan como se puede. De vez en cuando, empezar el fin de semana disfrutando de un buen cóctel es algo que se agradece y más aún cuando las vistas también acompañan.En dos palabras: Rock Bar.

En nuestro viaje Bali de no hace mucho pudimos repetir visita a uno de los sitios que más nos había gustado. La ubicación no puede ser mejor puesto que se encuentra en el filo de la costa y cuando el mar se pone un poco bravo se sienten las olas de cerca. Se trata del Rock Bar en el complejo Ayana.

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Con nuetra mesita y los cócteles a punto mientras disfrutamos de las vistas. Lo bien que uno está en los sillones viendo el atardecer; el mejor momento del día.

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Hasta que se hizo finalmente de noche y esto fue lo que pude captar con la cámara del móvil. Unos instantes más y noche total con tan sólo el brillo de las antorchas con el sonido de la música de fondo.

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Si tienen en mente hacer una visita al rock bar, lo mejor es que vayan con suficiente tiempo. Puesto que el hotel está ubicado en la zona de Jimbarán, se tarda como 20-30 minutos si están ubicados en Seminyak o Kuta, además que a veces se forman colas en el acceso del ascensor que hay que coger. Mucha gente quiere coger una buena mesa con lo que implica que hay que llegar una horita antes de la hora de la puesta del sol para estar ya colocados con nuestra copita en la mano para disfrutar del momento.

¡Buen fin de semana a todos y disfruten del veranito con algo fresquito a mano!

Punto de descanso

Este pasado fin de semana no fue uno de los habituales, y es que hacía ya bastantes meses desde la última vez que me había subido a un avión. En concreto, desde mayo del año pasado cuando estuvimos en Taipei. Se presentó una buena ocasión de juntarse con un buen grupito de gente entre ellos Alberto y Dani que nos los había visto desde la boda de Miguel el año pasado.

El destino elegido fue Phuket, en lo que sería mi primera visita a la isla. Siempre había oido hablar mucho sobre ella, pero se me había resistido el poder ir en todo este tiempo. Llegando el jueves por la noche y hasta el domingo, con un total de 3 días por delante en los que pensar poco y tan sólo disfrutar de descanso en la piscina, playa y con alguna buena marcha.

Lo mejor de todo es el habernos podido quedar un poquito a las afueras del centro, en la tranquilidad de la montaña y con vistas a la ciudad, en Patong.

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A los que nos tiró más la playa nos desplazamos hasta la playa de Surin que estaba a poco más de veinte minutos en coche. Si que mereció la pena cambiar la villa por unas horas, darse unos baños en el mar y contemplar el atardecer de nuestra última noche en la isla.

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El domingo era el día de las despedidas, algunos sobre el mediodía partíamos de vuelta al aeropuerto y otros en cambio aún podía aprovechar unas cuantas horas más de piscina hasta la tarde-noche. ¿Había cundido el fin de semana? puede que parezcan pocos días, pero aquí lo que se trataba fue de estar en modo relax, echarse unas risas, disfrutar de la comida y en compañía de unas cervecitas; objetivo cumplido totalmente.

En otra ocasión con algo más de tiempo habrá que descubrir un poco la zona norte de la isla y hacer algo de turisteo bien sea con un barquito o ver las panorámicas desde un punto más elevado, pero hasta entonces uno se queda con buenas sensaciones con la escapadita.

Tren y coche

Remontándome a hace tan sólo un par de fines de semana, hicimos una escapadita a la costa en la provincia de Guangdong junto a mi novia y su familia. Como quien dice está ahí al lado pero las distancias en China no suelen ser precisamente pequeñas, aunque las infraestructuras en las carreteras son bastante buenas a mi parecer y siguen mejorando con el tiempo, se tarda en llegar un ratito. Lo comparo como cuando la gente de Madrid se va a las playas de la comunindad Valenciana, son 4 horas de trayecto, que fue lo que tardamos nosotros. Bueno, en verdad fueron casi cinco pero porque pillamos algo de retenciones y algún que otro accidente que hacía el tráfico algo más lento.

Pero antes que nada, como no salimos en coche desde Hong Kong directamente tuvimos que ir en tren hacia el norte. A unos 45 minutos de tren desde Shenzhen era el punto de encuentro para salir en coche y rumbo hacia la costa.

El viaje en tren no es nada nuevo porque es lo habitual cuando vamos de visita a su pueblo. El tren va saliendo lentamente del corazón de Shenzhen, cada vez más avanzada con rascacielos que nada tienen que envidiar a los de Hong Kong, pero la ciudad en sí es otra historia, un monstruo que continúa creciendo muy rápido. Hasta que luego nos encontramos con puro campo de cultivo y salpicado con pasos elevados de autopistas u otras líneas de tren en paralelo.

Con tiempo para hacer una pausa y almorzar antes de emprender el viaje por carretera. Un ligero dim sum para ir con el estómago contento, y más adelante habría tiempo para hacer una paradita técnica al par de horas. Un alivio para el conductor que debe descansar y para el resto de pasajeros que puedan estirar un poco las piernas durante algunos minutos.

Paramos en un área de servicio y de paso comprar algún aperitivo. Lo que más apeteció en aquel momento era un heladito. Uno mientras iba en el coche no se entera porque va a gustito al fresco del aire acondicionado, pero una vez fuera el calor pegaba de lo lindo.


 

Entre las cosas que encontré por los alrededores, unos carteles para la prevención de accidentes aunque para mi gusto bastante impactantes. Me hizo recordar a las campañas de la DGT en España. Algunos de ellos con bastante mala pinta, aunque no apto para que lo viese algún peque que pasase por el lugar.

De paso, mirar un poquito el mapa de carreteras y ver la distancia que aún nos quedaba por recorrer. Por suerte, estábamos tan sólo a un par de horitas más de nuestro destino: la isla de Hailing, marcada en ese circulito en rojo que ven en la parte inferior y un cacho más a la derecha el territorio de Hong Kong. Parece que el lugar tenía buena fama por sus playas y también por comer marisco de calidad a precios razonables. Así que un fin de semana entre rayos de sol y buena comida, no pintaba nada mal.

Terminada la paradita, de vuelta al coche y esperando que el trayecto no se hiciese más largo de lo normal. Algunas canciones chinas pop amenizaban en el coche mientras pasaban los kilómetros e intentaba cazar al sol entre el paisaje de rías, árboles y montañas. No quedaron nada mal algunas de las fotos que saqué, todas sacadas con el móvil y sin aplicar ningún tipo de filtro o retoque.


 

 

Cuando pasaba un poco más de las seis de la tarde el cielo parecía ir diciendo: «mañana más y mejor». La luz se iba debilitando y estábamos más cerca de llegar, aunque aún seguíamos en la zona continental y tendríamos que cruzar el puente que conecta la isla con el continente. Entre medio pararíamos para cenar y así ir luego directos al hotel; más tarde tendríamos tiempo para dar una vuelta por los alrededores y ver el ambientillo nocturno.

Casi cinco horas de viaje en total pero transcurridas con total normalidad, salvo algo de tráfico inicial y de resto todo muy fluido. Al día siguiente nos esperaba la playa, de eso se trataba, el madrugón no nos los quitaba nadie para aprovechar el tiempo al máximo. Les voy contando en la siguiente entrada.