Cuando pensamos en Tokio, ¿qué nos viene a la cabeza? su comida, el transporte, su gente…una ciudad donde se mezcla modernindad pero en armonía con tradiciones que tienen cientos de años. ¿Y qué es Japón sin visitar sus templos? es algo que no debemos perdernos, sin duda. Asakusa es uno de esos sitios con encanto especial, a pesar de lo turístico que pueda ser, en esta mi segunda visita me ha vuelto a encantar como si fuese totalmente nuevo para mi. Cierto que durante la primera vez las condiciones metereológicas no eran todo lo bueno que quisiera, llovía y si no recuerdo mal no pude hacer buen uso de la cámara réflex como me hubiera gustado, así que, la mayoría de las fotos fueron a golpe de compacta.
Esta vez el tiempo era inmejorable, con un cielo azul y calorcito de verano, un gustico 🙂 y la gente que no falta por la callecita que tras pasar una de las puertas principales, nos conduce al templo y su pagoda.
Los paraguas no podían faltar para protegerse del sol, ya se sabe de la costumbre asiática con el tema del color de la piel. Resulta práctico pero a la vez me sigue pareciendo extraño, pero el sol intenso lo justificaba. Yo si hubiera tenido una gorrita, pero bueno, a caminar por la sombrita en medida de lo posible.
¡Anda! este si que va diferente al resto y con el bolsito de la novia que al poco aparecería..
Y ya que vamos a visitar el templo en cuestión, tampoco es mala ocasión para echar un vistazo a los souvenirs que podemos comprar en todos los puestecitos que hay en la zona. Desde una simples cholas o hasta unas simpáticas caretas de algunos personajes animados. Seguro que El Capitán reconoce una de ellas 😀
Prosigamos nuestro camino a ritmo de farolillos. Qué bonitos, verdad? imagínenselos de noche y con el color rojito encendido. Es también un elemento decorativo muy interesante.
Vaya, hasta tenemos a gente haciéndose una fotito de grupo, y es que el sitio lo merece. Puede que pareciese que estaba muy aglomerado, pero la gente se repartía muy bien por las distintas dependencias del templo. Mientras unos sacaban fotos, otros haciendo ofrendas con incienso en el interior o bien sentados en un banquito a la sombra de los árboles.
Esta parte no recuerdo haberla visto la vez anterior. Era como una zona anexa con un pequeña casetita donde la gente también iba a ofrecer sus respetos y dejar algunas tablitas con inscripciones.
Y esto es todo amigos, al menos para la entrada de hoy. Nos despedimos con una vista desde la parte alta del templo en Asakusa. Que tengan buen finde, que ya estamos en diciembre y las temperaturas más fresquitas se apoderan de Hong Kong, aunque no nos podemos quejar.