Cuando uno se ausenta por unos días de una ciudad que ha pasado a ser su lugar de residencia habitual, sensaciones de que el tiempo se detuviese y luego se acelerase otra vez cuando uno está de vuelta. La mente en otro sitio y el cuerpo en otro, jetlag? igual después de pasar unos días tras el regreso se notan esas cosas del cambio de zona horaria y nuestro reloj interno que se empeña en estar algo más activo en la noche de HK mientras que al otro lado del globo aún están de tarde y con horas de sol.
Han sido unos días increíbles de vuelta en mi tierra, el segundo periodo más largo de estancia en Tenerife después de que saliera por primera vez rumbo a Hong Kong en octubre de 2007 (que se dice pronto). Pasar de un tiempo estupendo, con temperaturas cálidas y por la tarde una ligera brisita que hacía tener que ponerse una chaquetita, a volver a los contrastes de frío (aire acondicionado) y calor (con humedad) de la calle. Al principio, cuando uno sale del metro es como si hubiera pasado de golpe el tiempo y recordar cuando respiraba aire «puro» en uno de los rincones de la ciudad que me acogería los siguientes meses.
Por momentos, hubo alguna vez que «perdí» la calma ante la pachorra canaria o también dicen del aplatanamiento. No es que seamos lentos, sino que tenemos otro estilo y forma de hacer las cosas, con calmita, conversar con el vecino que viene cada día para comprar el pan o mientras se termina de hacer la compra. Inmediatamente en mi interior pensaba: «Javier, que no estamos en HK cambia el chip y disfruta, sin prisas».
Así hicimos los días de vacaciones en los que aprovechamos mi novia y yo para recorrer las carreteras chicharreras. Parece que ahora ella entiende un poco más el sentido de la calmita y como si los días que pasó allí, el tiempo se hubiera detenido y una vez de vuelta en HK, se pisase al acelerador.
Vuelta al carril rápido, pero conservando la calmita interior, eso no se pierde nunca como buen canario 🙂