Cuentos de néon

Una buena iniciativa la que se ha creado para hacer homenaje a los letreros luminosos de la ciudad. El neón es el protagonista de este post que atrae tantas miradas, que pone la nota de color en las calles de la ciudad cuando cae la noche. No sólo en Kowloon (Sham Shui Po, Mongkok…) donde se concentran la mayoría de ellos, sino también en la isla en zonas como Wan Chai, Causeway Bay o Sheung Wan.

En la web Neon Signs podrán encontrar extensa información sobre la historia del neón y así como fotos de muchos de los que se encuentran repartidos a lo largo del territorio. Como muestra, dejo unas pocas fotos de neones que he captado con la cámara de mi teléfono y seguro que para los que me sigan en instagram habrán visto recientemente.

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A medida que vaya encontrando algunos símbolos de neón que me llamen la atención, los iré subiendo a este post para tenerlo medianamente actualizado, ¿qué les parece? ¿Son también fans de los luminosos como yo? Puede que en otras ciudades estos pasen un poco más desapercibidos pero aquí se han convertido en todo un icono; hay letreros que tienen mucha historia y se intenta poder conservar este legado que forma parte de la calle y la historia publicitarias de algunas marcas y negocios.

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Legado

Teniendo tan cerca de la oficina el barrio de Wan Chai, es habitual que me suela escapar a la hora de comer y quieras que no se agradece estirar las piernas para disfrutar de una atmósfera distinta. El cambio que hay desde Admiralty lo empezamos a notar una vez iniciamos la calle Johnston por donde transcurre el tranvía y se va adentrando en pleno centro del núcleo de este barrio tan activo.

Es justo en esta calle y antes de pasar por la esquina de las canchas, que nos encontramos con un edificio histórico y donde en la actualidad tenemos un restaurante que ocupa las plantas superiores y con una tienda de decoración en los bajos.

Por lo que he podido leer, este edificio data de principios de los años 40. Aunque la edificación actual se compone como un todo, anteriormente era cuatro unidades individuales; cada unidad se denomina tong lau (唐樓), que es el nombre con el que se conoce a un este tipo de vivienda con balcones y para uso comercial o bien residencial. Y el nombre del restaurante en cuestión se debe a que había una casa de empeños en uno de los pisos. Fue en el año 2007 cuando se abriría este establecimiento.

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Yendo por otra de las arterias del barrio pero más pegada hacia el interior, la calle Queens Road East también tiene algún ejemplo más de edificación de este estilo. Muchos meses atrás la fachada estaba cubierta por unas redes, pero parece que casi está disponible del todo. Se ha respetado la estructura tradicional de balcones, mientras que en sus alrededores han levantado unas nuevas torres residenciales. En el bajo de este «tong lau» pondrán algún negocio tipo boutique o tienda de decoración, uno de los negocios que más florecen en la zona.

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No es que la ciudad tenga una extensa fama en conservación de edificios, y es que uno se da cuenta al ver las fotos antiguas lo que ha sido el antes y el después. Es importante mantener el legado de la ciudad con sus construcciones y que las nuevas generaciones puedan verlas por ellos mismos y no sólo en los libros, y Wan Chai es una buena muestra de fusión.

Sabor cantonés

Tras haber pasado la Nochebuena y el día de Navidad por la ciudad, habíamos planeados para el siguiente par de días irnos hasta Guangzhou. El estar viviendo en Fanling la verdad que facilita un poco más las cosas y ahorra tiempo en el transporte. A tan sólo dos paradas de la frontera con Shenzhen y luego coger un tren directo de una hora escasa de trayecto para llegar a la estación de tren Este de la ciudad.

Llegamos en la tarde-noche del jueves. Ese día nos lo tomamos con calma por la mañana descansando un poco más en casa y luego preparar un par de cositas para la escapada hasta el sábado. Y para el tema alojamiento, a pesar de tener algunas referencias ya nunca viene mal una miradita a algunas web como Destinia o similares.

Las luces iluminaban los edificios del distrito financiero, entre ellos el IFC (originales con los nombres, jeje) que es uno de los más altos. En los alrededores hay unos cuantos edificios más en plena construcción, algunos a medio terminar y otros que apenas están empezando. La ciudad ha experimentado muchos cambios en este espacio de cuatro años desde que la visitase por primera vez y aún le queda por crecer, seguro.

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La Torre de Cantón es otro referente que gana mucho con el colorido y es agradable pasear por la esplanada que hay que a sus pies, y bien abrigados porque el frío de hacía notar.

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Hubo tiempo de descubrir lugares con encanto como este café.

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Esta zona que hace años que era principalmente industrial con muchas naves repartidas a lo largo de una calle como eje principal. Un sitio muy interesante en el que hay mucho que ver y merece la pena pasar unas cuantas horas recorriendo las exposiciones, tienditas y algunos de sus cafés o restaurantes.

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Y como no hasta pudimos probar algo de comida callejera, siempre hay un huequito que antes de ir de vuelta al hotel a descansar. Unos dumplings muy caseros que encontramos en un poco puestito y que tan sólo por 10 yuanes nos supieron a gloria 🙂

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Tan sólo con dos días pero parece que lo aprovechamos bastante; esto tan sólo son unas pinceladas digámoslo de alguna forma. Guangzhou tiene bastante que ver y no descarto hacer alguna otra visita en los próximos meses.

Templo moderno

El otro día después de haber almorzado
fuimos dando un paseo por los alrededores. Hacía muy buen día, con lo que aprovechamos para ir de camino al centro, bueno exactamente la otra zona principal de Fanling porque digamos que la línea de metro subdivide la población como en dos núcleos diferenciados.

Cuando íbamos por un paseo que iba en paralelo a la calle del restaurante, de repente a un lateral iba apareciendo un edificio de ventanas con reflejos dorados, poco a poco se fue viendo más tras los árboles. No es que estuviera escondido pero justo detrás de una zona algo industrial no me imaginaba encontrar un templo. Este en concreto es el templo de Wong Tai.

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Una placita central delante del edificio y donde había algunos fuegos para quemar incienso antes de entrar al recinto.

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El detalle de los pilares fue de lo que más me gustó del conjunto. El resto de elementos , los clásicos de este tipo de templos. Colores rojos, dorados y en su interior estatuas de los dioses, que preferí ver desde la distancia.

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En la foto anterior si se fijan un poco, estaban a lo lejos unos carritos, los cuales tenían algunos souvenirs para comprar. Algunos colgantes a modo de ofrenda, pulserirás, figuritas de buda… Entre otros. Por los alrededores no había nadie, pero sí que parecía que una persona desde dentro del templo mantenía un ojo en los carritos por si alguna venta estaba al caer. Por otro lado, un lugar con poco tránsito de gente pero seguro que a rebosar en épocas de las fechas claves de las festividades.

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