Con el buen tiempo

Aprovechando una buena mañana de sábado como la de este fin de semana pasado, nada mejor que seguir descubriendo rutas por las montañas al norte de Nuevos Territorios y a pocos minutos de casa.

Mochila a la espalda, equipado con unas botellas de agua, una chocolatina y un gel; con esto sería suficiente para el pateo que me esperaba por delante, y sin olvidarme de una gorra porque en los tramos descubiertos si que se nota la pegada del sol.

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El comienzo de la ruta se inicia con el ascenso al monte Wu Tip, siguiendo el camino nos podemos encontrar con sorpresas pero aún no termina todo puesto que apenas es la mitad de la distancia que nos llevará hasta el otro lado del monte hasta la zona Lam Tsuen y justo en frente de una conocida granja.

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Subiendo, subiendo y dejando atrás lo frondoso de la vegetación; vamos perfilando la montaña hasta llegar al punto más alto que es Tai To Yan con 566 metros.

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Tenemos muy buenas vistas a ambos lados de la montaña, con la cercana Shenzhen tirando hacia la derecha y más a la izquierda lo que aparece en la foto, la zona de Yuen Long con Tuen Mun más al fondo.

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En el tramo de bajada hay algunas zonas algo técnicas y hay que ir con cuidado. Se agradece cuando luego se puede llanear y soltar un poco las piernas. Llegando hasta la carretera Lam Kam donde poder hacer un alto y seguir en dirección hasta el siguiente punto de la caminata: las cataratas de Ng Tung Chai.

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Hay un tramo como de un kilómetro desde la carretera hasta lo que es el comienzo de la ruta. Poco a poco vamos subiendo, atravesando algunas casitas en medio del campo hasta que damos con el plano de situación. Un total de cuatro cataratas que nos encontraremos hasta llegar a una altura de unos 300 metros. Con algunos tramos un tanto empinados y más rocosos de cara a la última cascada pero una ruta muy recomendable.

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Se agradece el poder estar a la sombrita de los árboles, y muy refrescante la vista. Aprovechabdo para echar un traguito de agua y refrescarnos un poco.

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Llegados a un punto en el camino donde podemos volver tras nuestros pasos, realizar el descenso por otro camino o bien continuar hacia Tai Mo Shan pero para esta ocasión sería alargar mucho el pateo, siempre hay más ocasiones 🙂

El descenso hacia el punto de inicio se hace bastante rápido, lo que con las hojas de los árboles en los escalones tampoco hay que fiarse y pisar sobre seguro. Solecito de media tarde que se cuela, últimas pinceladas del otoño aunque ya metidos en la nueva estación desde hace poco.

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Los arcos de piedra que antes pase al subir indican que queda poco para llegar al tramito de carretera, casi está hecho, y hacia la parada de guagua de vuelta a casa.

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Tiempo invertido algo más de 4horas y unos 18kms aproximadamente. Una rutita bien completa que por momentos me hizo recordar la subida al pico Lantau o descenso del Sunset. ¡Genial día!

Ruta ligera

Algo tiene el otoño en Hong Kong que apetece salir más al monte y salir a caminar. La humedad del calor ya no está tan presente aunque extrañamente como había comentado unos días atrás, parece que el verano no quisiera irse del todo. No obstante, el fresquito por las tardes se agradece. Plan de un día para otro, me llama un amigo y me comenta que piensa ir de caminata con otro amigo que recién llegó a la ciudad, y nada mejor que descubrir la otra cara de la ciudad. Inicialmente había pensado hacer la subida al pico Lantau que curiosamente hicimos justo hace un año por estas fechas, pero finalmente variamos la ruta y hacemos otra un poco más suavecita.

Saliendo desde el centro de Tung Chung, nos vamos alejando hacias las afueras y en dirección a la carretera que conecta con el sur de Lantau. Nos sirve de eje hasta que llega el punto donde nos desviamos a la derecha y nos metemos más en naturaleza. Ciertamente el GPS no hizo mucha falta porque me acordaba bien de cabeza, y eso que la vez anterior yo simplemente seguía al grupo. Sólo un momento de duda tuve, pero una pareja local que pasaba cerca nos indico el camino a seguir. Íbamos en dirección hacia el Ngong Ping, famoso por ser la ubicación del Gran Buda sentado y un punto turístico destacado de la ciudad.

Durante el ascenso nos cruzamos alguna gente que hacía el recorrido a la inversa, pero por lo general todo muy tranquilo. Nuestro ritmo bastante rápido en comparación con la otra vez, pero eso no quitó para hacer algún descansito, tomar agua y coger el aliento, porque hay algunos tramos de pendiente que realmente son un poco rompepiernas, jeje. Parar a disfrutar y sacar alguna foto del paisaje, cubiertos por la sombra de los árboles. Un día especialmente nublado, con una capa de neblina flotando en el ambiente y la humedad un poco alta; buen ejercicio desde luego.

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Llegado el punto que si queríamos desviarnos un poco, siempre podríamos volver hasta la carretera principal y retomar el ascenso via Pak Kung Au, pero creo que mejor hoy vamos con algo más ligerito para ir cogiendo el tono.

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Una ruta sencilla, con algunos puentecitos y todo el camino muy bien pavimentado como suele ser habitual en las rutas que hay repartidas por el territorio, cosa que se agradece aunque a veces uno echa en falta tener el camino un poco más salvaje 🙂

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Las lluvias poco se han hecho aparecer pero seguro que no tardará en caer algún buen chaparrón que hará que el agua fluya entre las rocas. Comentábamos durante la caminata, lo bien conservadas que están las zonas donde hay pendiente, sin obstáculos para que el agua corra sin problema y además de bien catalogadas.

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De vez en cuando alguna casita en medio de la nada, algunas de ellas hasta con un huerto bastante completito. Seguro que con lo que produzcan les da para abastecerse sin problemas, a lo que surge una pregunta: ¿cada cuánto bajarán hasta el centro de la ciudad? porque es un buen paseito…

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El color del otoño: los tonos marrones y algunos rojizos. Muchas hojitas caidas a lo largo del camino, es una época bonita y en la que apetece perderse por los montes, salir de la ciudad y sentir como la temperatura baja unos graditos conforme subimos en altura. Al cabo de un rato, junto con la humedad, el efecto del sudor y la presión en las rodillas, pero ya sólo nos quedaba el último trecho. Luego ya sólo quedaría llanear.

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Total que entre que salimos desde Tung Chung y hasta llegar a las cercanías del Buda, invertimos algo menos de 2 horas, pero diría que la ruta en sí apenas 1 hora 20 minutos, un ritmo bastante bueno, paso ligero y constante, además de incluir dos paraditas técnicas, y claro, de vez en cuando sacar la foto de rigor y coger el ritmo de mis dos compañeros de ruta. Ya que estamos había que hacerle los honores al buda, no?

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Una ruta recomendable para cualquier persona y que no tiene dificultad extrema sin ser unos tramitos algo empinados, pero también es bueno contar con escaloncitos en los laterales para facilitar la subida de la rampa.

Buena ruta de domingo para después terminar en la playita de Cheung Sha al sur de la isla. Bastante gente a eso de las 3 de la tarde cuando llegamos. Reponer fuerzas comiendo algo y luego una cabezadita en la arena, nos quedamos KO al poco, de lo más relajante.

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LP invertido

 

Ahora que las temperaturas son un poco más fresquitas, es el momento más apropiado para dar comienzo a la temporada de caminatas. Pasados los calores del verano, la brisa de la montaña se agradece cuando uno sale a caminar. Nos juntamos Gonzalo, Marc, Enrique y yo hace un par de domingos para salir de caminata por Lantau. No me lo pensé dos veces y decidí unirme, y el tiempo para ese día parece que iba a acompañar. Igual muchos se preguntan que significa LP, ni mucho menos nada que ver con música, sino la abreviación de Lantau Peak.

Nuestro punto de encuentro fue la estación de Tung Chung (que suerte vivir al ladito), ellos venían desde Central en el metro. Antes de empezar a movernos, hablamos un poco qué ruta llevaríamos a cabo. Les comenté las rutas que había hecho hasta el momento y nos decidimos a hacer la ascensión hasta el pico Lantau para luego descender en dirección al Ngong Ping. Una ruta que ya había tenido ocasión de hacer, pero que esta vez tenía el aliciente de hacerla en su forma invertida, experiencia totalmente distinta. Para ello cogimos un taxi que apenas tardó unos 10-15 minutos hasta el inicio de la ruta: Pak Kung Au. Desde allí, el núcleo de Tung Chung ya lucía chiquito con el aeropuerto un poquito más al fondo.
 

Era el momento de empezar la caminata, las montañas nos esperaban. El sol también nos quiso acompañar con unos rayos generosos que de vez en cuando asomaban entre las nubes. Íbamos bien provistos de líquido elemento y alguna cosa para picar más adelante. ¡Vaamos!
 

El camino asciende de forma suave, con los escalones marcados y a los lados vegetación como: espigas, arbustos y algunos arbolitos, aunque no lo suficientemente frondosa como para resguardarse a la sombre de alguno. Creo que hice bien llevando una gorrita.
 

Poco a poco vamos subiendo y la pendiente va en aumento. Los escalones son más cortitos pero más elevados, cuesta habituarse para adaptar el ritmo. El grupo con tres a la cabeza y yo siempre un poco más rezagado con eso de ir sacando fotos a cada poco. El peso extra de la cámara junto con una toalla y unas cholas para luego, se nota.
 

Echando la vista atrás, otros grupitos de gente que vamos pasando, no vamos demasiado rápido pero si a buen ritmo. Se supone que en la ascensción se tarda 1 hora y media, creo que vamos a llegar algo por debajo del tiempo de referencia. Un poco más adelante haríamos nuestra primera parada.
 

Qué bueno poder encontrar un cachito llano del camino lo suficientemente grande como para reponer un poco las fuerzas, echar un trago de agua y continuar. El camino parece como si nos llevase directamente hasta el cielo, ligeramente más azulito pero a veces cubierto con una ligera neblina
 

A la sombrita de una pequeña caseta, unos 10 minutos pasan hasta que unos compañeros de ruta deciden continuar su camino. Todos muy bien equipados, especialmente las señoras con sus viseras y paraguas para protegerse del sol, buena mochila con agua y hasta con algo de fruta que nos ofrecieron tan amablemente.
 

El primer cacho más duro del camino lo habíamos superado, había que proseguir. Yo siempre detrás vigilando y foto aquí y por allá. La cima se iba acercando poco a poco pero aún nos quedaba un trecho. Calculo que haríamos las parada como una media hora después de la primera, todo se veía más claro y las ganas de llegar a la cima aumentaban, podíamos ver a más gente desde donde estábamos. ¡Ya queda menos chicos!
 

Sólo por las vistas que se tienen merece hacer la caminata y además cuando el tiempo acompaña, una brisita que aliviaba el calor que parecía apretar por momentos, el sudor goteando por la frente. Un muy buen ejercicio para una mañana de domingo.
 

Misión cumplida: habíamos llegado a la cima. Ya estaba casi todo hecho, tan sólo nos quedaba hacer la bajada pero sin duda algo mucho más ligerito pero bajar con cuidado porque con la inercia del cuerpo uno se puede confiar e ir más rápido de lo que debiera.
 

En apenas media hora nos plantaríamos en las cercanías del gran buda de Lantau, nuestro punto de destino final. Las piernas cargaditas después de la bajada y como no, tampoco olvidar la subida anterior. Eso sí, ahora sólo teníamos en mente una cosa: almorzar algo con fundamento.

¿Para cuando repetimos? algo se tendrá que ir hablando.

 

El Pico Lantau (II)

 

No crean que me he olvidado de relatar la segunda parte de ese bonito día de caminata, haciendo cima en el pico Lantau, día con un tiempo espléndido a pesar de unos primeros indicios de bruma según me acercaba más y más arriba. Las vistas desde lo alto como comprobarían, son realmente impresionantes y con una calma absoluta. Sentir la brisa de la montaña y ver las nubes pasar, paz absoluta.

Después de un rato de haber descansado, dar unos buchitos de agua y aplicar nuevamente un poco de crema para el sol, a continuar montaña hacia abajo. En principio más fácil, o no… a seguir el caminito de piedra, observar como se pierde entre la bruma, pero poco a poco parece que se va disipando y se puede apreciar por completo, perdiéndose entre las curvas del terreno.

Lo dicho, emprendemos la marcha montaña abajo. A buen ritmo pero con cuidado de donde piso, tampoco sin emocionarme pero la gravedad haciendo su trabajo hace que el cuerpo quiera ir más rápido de lo que uno debiera y tampoco hay que llevarse ningún susto, ¿verdad?
 

 

Se nota la intensidad del sol que me acompaña «cargando» sobre mi espalda. Esta vez sin vegetación alguna que pueda hacer sombra a los rayos, quedando como único refugio las curvas de la montaña que proyectan algo de sombra en alguno de sus recovecos. Fallo mío el no haber llevado una gorrita ese día. Desde luego que para la próxima no se me olvida, importante.
 

De vez en cuando girándome sobre mis pasos, alzando la vista a lo alto y comprobar como vamos descendiendo por el lateral quedando el pico en la lejanía y un manto de hierba amarillenta con reflejos verdes cubre la montaña. Dentro de poco el tiempo estará más húmedo y seguro que el color verde reina por completo en ese lado de la montaña.
 

Un banquito para descansar y disfrutar de las vistas hacia el lado sur de la isla. Paradita técnica para refrescarse un poco y continuar, aunque si hubiera estado con techito casi que mejor 🙂
 

Seguimos la marcha y al poco aparece una pequeña casetita, parece que mis deseos se ven cumplidos, y podré resguardame un poco del sol 🙂
 

Les dejo con unas cuantas imágenes del trayecto restante en la bajada. No sé cuantas sacaría pero el tiempo tal y como estaba, merecía fotos desde todos los ángulos.
 

 

 

 

Hasta que al poco aparece al fondo el complejo de edificios de Tung Chung, pero aún un largo camino por recorrer. De todas formas, no hay prisa alguna y vamos bien de fuerzas aunque eso sí, el líquido elemento parece que empieza a escasear y estoy apurando las últimas gotas de la botella.

Una indicación en la que debo seguir hacia la izquierda me hace saber que quedan poco menos de 30 minutos para que encuentre tierra firme y vuelva a la carretera principal. La caminata por la montaña parece estar llegando a su fin y con ganas de pisar un poco de asfalto. Acelerando el ritmo a cada paso, se pueden escuchar cada vez más cerca el sonido de los coches pasando, todo indica que estoy muy cerca y en pocos metros aparece la carretera.
 

 

Ahora sólo quedaba ir cuesta abajo en dirección al núcleo urbano de Tung Chung, llaneando en algunos tramos y sin problema. También podía haber optado por esperar una de las guaguas que tienen ruta por esa carretera pero parecía que tardaban una eternidad y para estar esperando, lo mejor era seguir caminando a buen ritmo.

Creo que por aquel entonces ya sería como las 5 de la tarde, las sombras empiezan a dominar en una de las caras de la montaña. Eso quiere decir que el sol está en su recorrido para marcar el atardecer de un día más, pero con bastante claridad y tiempo de sobra para llegar a casa antes de los últimos rayos.
 

Y bueno, se acuerdan que empezaba a estar un poco seco. No tuve suerte de encontrar ningún puestito, ni bar, ni nada parecido… con lo que tuve que esperar hasta llegar a las primeras casas de la zona y para sorpresa mía, en el sitio menos inesperado: unas máquinas expendedoras de bebidas, estaba salvado. Al más puro estilo Japón.
 

Ni que decir que cayeron sobre la marcha dos latas de Bonaqua (tipo Aquarius), me supieron a gloria. Poniendo punto y final al día, bastante intenso pero habiendo disfrutado mucho de la experiencia. Así que, si pueden y tienen tiempo, recomiendo que hagan esta rutita.

¿Hace otra caminata?