Hace muchos años atrás digamos unos 200, el panorama era bien distinto y ni siquiera habían pasado por aquí los ingleses. Los campos de arroz predominaban, la gente tenía como ocupación principal el campo aunque también el comercio marítimo despuntaba por la buena ubicación, así es como los ingleses se interesaron por Hong Kong y convertirla en una de sus colonias.
La gente se agrupaba en clanes y habitualmente se organizaban en pequeñas aldeas amuralladas como la protagonista de este post. El clan Chan procedente de Guangdong fue el que llevó la construcción de esta aldea en el año 1786. Su nombre: Sam Tung Uk (三棟屋博物館). Un parque se ha construído alrededor de esta construcción que también hace la vez de museo contando su historia particular. Y para llegar hasta este lugar, tendremos que coger el metro de la línea roja (Tsuen Wan) y bajarnos justo al final de la misma; siguiendo las indicaciones de una de las salidas llegaremos en menos de 5 minutos.
Debido a la importancia histórica de esta construcción, fue catalogada como bien de interés cultural en el año 1981 y posteriormente fue llevada a cabo su restauración. La distribución se asemeja a la de un tablero de ajedrez, teniendo la sala de bienvenida, un sala de reunión y la sala de ofrendas dispuestas a lo largo de un eje central. Con cuatro viviendas individuales en el medio, y rodeada por muros en todo su perímetro.
Si nos adentramos por los pasillos iremos accediendo a distintas salas que se han aprovechado para exponer murales en los que encontrar detalles de cómo transcurría la vida por aquel entonces. Como muchos imaginan muchos, casi todo giraba en torno al cultivo del arroz.
El recorrido se hace en círculo bien empezando por la izquierda en sentido horario o bien a la inversa. Este es uno de los pasillos que hace de eje horizontal del conjunto.
Los campos de cultivo se extendían a lo largo del territorio, desde Shatin hasta Tsuen Wan o pasando por Ma On Shan.
Los utensilios que se usaban durante el cultivo y recogida del arroz, cada cual más interesante. Un proceso que involucraba muchos pasos desde su recogida, lavado, secado y finalmente poder ser consumido.
Sin olvidarnos otros elementos de la vida cotidiana después de la vuelta de estar todo el día en el campo. Recipientes en los que poder hervir el agua, preparar el té y también la comida. Si nos fijamos en el último elemento de esta foto se trata de una vasija como de barro en la que mantener caliente un plato de arroz y seguro con verduras o algo de carne. En la actualidad este método se sigue usando y hay algunos restaurantes especializados en este tipo de plato «arroz a la piedra» o en vasija de barro (stone pot o clay rice).
El lugar de descanso tras una larga jornada de trabajo.
Una muy buena labor de restauración realizada para conservar esta edificación con tanto valor histórico y de los orígenes humildes de lo que es ahora la gran urbe. Uno de los detalles que más me gustó fue el techado, una labor minuciosa la de las capas de tejas y en distintos niveles. Madera, piedra y cerámica todos en armonía.
Otra de las joyas que merece ser recorrida con calma, que aunque desde fuera nos parezca un tanto pequeña pero las apariencias engañan y yo me tomé una hora que se me pasó volando entre que iba viendo con detalle los textos y figuras expuestas en las estancias. Disfruté mucho de la visita y conociendo esos detalles históricos que tanto me gustan.