Batman

 

Este fin de semana que hemos hecho una pequeña escapada a China al pueblo de los padres de mi novia. Nos marchamos el sábado a la tarde después de comer y regresamos ayer por la tarde-noche. Lo bueno es que no está demasiado lejos, pero aún así con el trasiego del tren hasta la frontera, luego pasa inmigración y pilla otro tren, hasta finalmente el coche a la casa, es un cachito.

Lo bueno de ir esos días es que uno puede desconectar un poco. El móvil fuera que sino el roaming sale muy caro con el twitter o el correo. ¿Qué puede hacer uno entonces? pues comer, echarse una siesta, comer otra vez y entre tanto pues ver la tele un rato (en mandarín o cantonés). Anda que no fue simpático ni nada ver la peli de Señor y Señora Smith de Brad Pitt y Angelina Jolie hablando en mandarín 🙂
 

La nota simpática del fin de semana o al menos sorprendente, fue que después de darme una ducha e ir al cuarto para cambiarme de ropa, de eso que me giro y veo algo dando vueltas por la habitación. Parecía demasiado grande para ser una palomita y me doy cuenta que es… un murciélago que revoloteaba en círculos desorientado en la habitación. ¿Cómo entró? pues yo creo que igual ya estaba metido dentro del cuarto. Y no veas lo que costó sacarlo, que sino, no había quien durmiese esa noche.

¿Igual andaba buscando a Robin su compañero de aventuras? mmmm… cosas de estas no me han pasado por Hong Kong desde luego. La emoción de salir fuera desde luego.

 

Con una sonrisa

Son las pequeñas cosas del día a día, a veces inoportunas y que le alegran el día a uno. Seguro que a más de alguno/a le habrá pasado, verdad? Además, hoy es viernes ¿qúé más se puede pedir? La historia es tal que, me encuentro sentado en un café cercano a la oficina tras haber disfrutado del almuerzo, a hora española aunque algo tardío para los estándares chinos, jeje. Digamos que estaba pensando en las musarañas y de vez en cuando echando un vistazo a mi twitter en el móvil.

De repente un señor se me acerca: «Excuse me, this seat is empty?» refiriéndose al sillón en frente de mi mesa, con lo que yo asiento que puede sentarse sin problema. Hasta ahí bien, pero al poco de haberse sentado y pensando yo que estaba esperando a que le trajeran la comida que había pedido, me pregunta: «You when have lunch?», a lo que le contesto que hacía nada que había terminado (ya sólo me quedaba un cafecito) y es cuando se inicia la conversación entre él y yo. Las chicas que tenía a mi lado y un matrimonio cerca mío, no podían evitar mirar mientras se sucede la situación. Yo mientras tanto, me lo tomo con mucha calma mientras el hombre me sigue preguntando cosas en inglés sobre la comida, el trabajo… en lo que saca un librito y algunas anotaciones en las que lee algunas frases y su equivalente en caracteres chinos.

El hombre dijo que quería aprender inglés y dentro de sus posibilidades estabamos teniendo una pequeña charlita sobre temas varios y mientras le ayudaba a pronunciar algunas palabras. Me sirvió también para enterarme que el señor tenía 46 años y trabajaba en la construcción de muebles, además que, el fin de semana no trabajaba, con lo cual estaba muy contento 🙂 seguro que a Lorco le hubiera caido simpático.

Así seguimos un buen rato, intercambiando frases e intentado enseñarle algunas cosillas para que mejorase su uinglés. La verdad que se le veía con ganas de aprender y me escuchaba con gran atención. Hasta que pasado un rato, casi que pega un brinco del sillón cuando pasa un grupo de gente por detrás de él y me dice que se tiene que marchar, que son sus colegas e iban directos a comer algo. Con eso de las prisas, se dejó un trocito de papel con algunas de sus anotaciones, mientras yo me quedaba con una sensación digamos «extraña» después de haber charlado con él y que me había alegrado ese rato en el que me había sacado de mis musarañas, jeje.

¿Le podría haber pasado a cualquiera? hoy me tocó a mi y desde luego una experiencia interesante. Espero que con el próximo extranjero que se encuentre, sepa escucharlo y echarle una mano con su inglés. Nada más bonito que estar agradecido y con una sonrisa.