Paseando ese día lluvioso por Tung Chung, me acordé de un sitio que llevaba tiempo queriendo visitar. Digamos que está un poco escondido y hay que ir atento a las señalizaciones. A esas horas de la mañana y en domingo, poca gente por la calle aunque algunos paraguas en mano iban en dirección a coger la guagua hacia el centro, puede que preparándose para la hora del desayuno con familiares o amigos.
Después de llevar un rato caminando por los alrededores, parando de vez en cuando para sacar alguna foto, me encuentro con una indicación y al girar a la izquierda con este arco de piedra que me llevaría al lugar en cuestión. Sigamos el camino a ver hasta donde nos conduce…
Ummm, parece que se pone interesante la cosa ¿Adivinan qué tipo de construcción estoy a punto de visitar? aunque para los más rápidos viendo las fotos de más abajo, seguro que se lo imaginan. Estos muros nada más verlos, transmiten historia por sí solos.
Una vez dentro del fuerte de Tung Chung, comienza la exploración del terreno. Algunos operarios, guarda de seguridad y jardinero, con sus labores de buena mañana y todo muy tranquilo. Un patio central que está ocupado por construcciones bajas, una con un pequeño museo y la otra que alberga una escuela.
Según las inscripciones en piedra que nos encontramos en el arco principal de la entrada a la fortificación, data del año 1832, en la época de la dinastía Qing. Servía como cuartel general de la guarda marítima y también conocido como «Tung Chung suocheng». Algunos cañones situados en la parte alta de la muralla, punto estratégico en la zona norte de Lantau para vigilar el paso de los barcos que iban en dirección a Guangzhou.
La muralla asciende unos cuantos metros, pudiendo divisar desde el punto más alto la parte trasera de unos bloques de edificios y parte de la edificación rodeada de vegetación. Me pregunto cómo sería el entorno 150 años atrás, nada que ver con el actual. A medida que voy subiendo, en cada pisada sobre la roca (con cuidado que puede resbalar) y el silencio como principal protagonista.
¡Qué tranquilidad! sólo escucho el sonido de las gotas de lluvia rebotando con las hojas de los árboles. Aquí en el punto más alto. Rodeado de verde, cierro los ojos unos instantes y me imagino que no hay bloques de edificios, menos vegetación, soldados en sus puestos y siempre vigilantes. Quien tuviera una máquina del tiempo, no?
Al poco comienzo el descenso de vuelta hasta la entrada. Parece que la lluvia va cesando y hasta el sol parece asomar un poco más. El día apenas está despertando.
Los cañones testigos de tiempos pasados y siempre mirando al frente.
Parte de la historia de la zona que desconocía que hizo más interesante si cabe una mañana algo lluviosa. Monumento declarado desde el año 1979 y que sirve como escuela de primaria en la actualidad. Me pregunto si sabrán los niños la historia del lugar que les rodea…
Es increible los contrastes que hay en esa ciudad… Fuertes antiguos con vistas a rascacielos 🙂 Qué ganas de ir!!! 😀
Choca eso de ver los cañones apuntando hacia donde están los edificios. Me pregunto si llegaron a usar los cañones alguna vez, por lo visto los habían trasladado desde otro sitio.
Apuntado a visitar!
Y yo que me pensaba que conocerías el sitio ya, jeje. No es que sea algo espectacular pero teniéndolo cerquita de casa, estuvo curiosa la visita. Creo que me quedan un par de templitos más a visitar por la zona 🙂
Interesante, la visita.
Otro pedazo de historia de Hong Kong.
Nunca deja uno de encontrar rinconcitos como estos, y los que me quedan por descubrir. Los findes a veces no dan para mucho, pero a veces se aprovechan 🙂
Este no lo conocía, tiene muy buena pinta.
Siempre descubriendo algo nuevo, a ver para cuando el próximo sitio.