Su secreto

Cuando uno cree estar sólo en compañía de árboles y plantas en medio de la montaña, a veces nos podemos llevar sorpresas gratas e inesperadas. Una ruta que cada vez siendo más familiar pero que aún me queda por explorar.

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Hay algunas áreas de descanso a lo largo del camino y desde las que poder contemplar las vistas de la montaña hacia Wo Hop Shek o incluso hacia la ciudad vecina de Shenzhen al otro lado, pero a veces la vegetación tupida lo dificulta un poco poco.

Este descansito no es uno cualquiera y nada más pasar por la entrada podemos apreciar detalles como el arco hecho con enredadera y un gran símbolo en piedra del ying-yang.

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Si no fuera porque uno se fija un poco más, algo se oculta tras un «murito» y una puertita de madera. Nos acercamos un poco más y ante la sorpresa de encontrar un pequeño huertito pero sin nadie más por los alrededores en aquel momento. La pregunta: ¿desde cuándo llevará allí? Anda que tener un trocito de tierra para cultivar algunas plantitas o verduritas, todo un lujo.

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El secreto queda entre nosotros y la montaña. Hasta la próxima vez que pase por el lugar, quizás tenga suerte y pueda ver a quien se encargue del sitio. Y un buen pateito hasta allí.

Orgánico

Fin de semana a la vuelta de la esquina y terminando la semana de forma muy ligerita, y además sana. ¡Será por restaurantes! en la zona de Fanling, no sólo los ya conocidos que son unos poquitos sino también los que vayamos descubriendo con el tiempo. Evidentemente, la oferta es algo más reducida cuando nos salimos de la comida china-cantonesa en general, pero hay opciones interesantes. Hoy hablo de uno de ellos, el cual también cultiva sus propios ingredientes, en el caso de productos de la tierra.

El concepto detrás de IPC Food Lab es que trabajan con agricultores de la zona, usando productos orgánicos y que luego utilizan a la hora de cocinar en el restaurante, venderlos al público en una tiendita adjunta que tienes o también hacerlos llegar a otros establecimientos.

Situado en una zona eminentemente industrial donde abundan algunos talleres de coches y naves para almacenaje, quizás es un sitio en el que no pensaríamos encontrar un restaurante así. En parte está bien porque tienen de mayor espacio y ocupan un edificio completo; por lo visto en la parte alta donde está la azotea tienen un pequeño huertito y todo. Y como pueden ver, si el tiempo acompaña pueden disfrutar del almuerzo con los rayos del sol.

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En su interior unas cuantas mesas, abundancia de la madera como elemento principal decorativo y un ambiente bastante relajado. Optamos por pedir el menú de almuerzo que incluye bebida más plato principal (108 HK$) y de forma opcional por un poquito más de dinero (+30 HK$), ensalada o sopa. Para empezar con un juguito de la casa y una ensalada aderezada con un poco de una vinagreta balsámica muy buena. Total que el almuerzo nos sale por un equivalente a 14 euros todo incluido, que a la vista es un precio elevado comparado con otros restaurantes pero hay que tener en cuenta todo el proceso que hay por detrás. El sabor de la ensalada y el juguito marcan la diferencia, sin duda.

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Entre los platos principales, la cosa estaba entre algunas variantes de risotto bien con marisco o champiñones, pasta y unas verduras a la plancha. Yo me decanté por el risotto con champiñones; estaba bastante bueno, en su punto. No se dejen engañar por la foto, que aunque parezca una ración pequeña, me quedé satisfecho después de haberme comido la ensalada.

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Conclusión: se puede repetir en el futuro y quizás probar su menú de merienda o bien una cena. La pega es que los platos a la carta son un poco más costosos pero por lo que pudimos ver en una mesa cercana, las porciones están bastante bien servidas. De momento nos lo anotamos en la lista y sabemos que tenemos una opción no sólo para nosotros si nos apeteciese algo distinto sino también alguna visita que tengamos por la zona y querramos sorprender con algo de la tierra.

Monte Wu Tip

El fin de semana dio para bastante más y no sólo pateo en llano sino también con elevación. Un lugar del que me había hablado mi novia y cercano al colegio donde había estudiado. Tramos de escaleras que recuerda subir de forma semanal cuando le tocaba clase de gimnasia, seguro que ahora no le parece tanto como antes 🙂

Lo dicho, a subir! y con ello el primer tramo de escaleras, seguido de un descansillo donde había gente jugando al bádminton y con banquitos para descansar, pero ahí termina la cosa ni mucho menos puesto que aún vendrían un par de tramos para ir ganando altitud.

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El monte Wu Tip se eleva un poco más de 250 metros, situado en Fanling y cerquita de la estación de metro, fácilmente accesible por varias rutas. Lugar popular de paseo habitual tanto para jóvenes como mayores, diría que también es un sitío un tanto espiritual y es que habían varios nichos familiares en uno de los accesos de subida.

Por encima de la vegetación podemos alcanzar a ver los edificios algo más chiquitos. Lástima que desde los distintos puntos-mirador a lo largo del camino la visión no era del todo completa, pero sólo el subir y sentir el aire más fresquito ya recompensaba.

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Momento del descenso, ya? tan rápido? Esto digamos que es un aperitivo porque la ruta continúa monte arriba y promete! Ya he estado mirando para ampliar y ver hasta dónde llega la ruta y enlazando con otra, pinta genial, ya contaré.

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Pasaba por allí

Poco a poco le voy cogiendo el pulso al nuevo vecindario, y ayer domingo después de almorzar decidí hacer un poco de rodea en la vuelta a casa. Un punto por el que había pasado anteriormente pero que me había intrigado el poder ir más allá. Siempre veía gente yendo y viniendo a cada poco, algo tendría que haber unos cientos de metros más adentro.

Como había anunciado antes en mi página de Facebook una carretera muy tranquila pero que a la vista prometía. El primero de los descubrimientos era un almacén de varas de bambú justo a mano derecha, se veía que era bambú con años a sus espaldas porque el color era algo más grisáceo y también por el efecto del sol. Suelen tener una vida útil bastante larga pero con el tiempo y por seguridad, es mejor retirarlos para paso a una nueva generación. Tal que así que justo al otro lado había un pequeño montoncito de varas que estaban semiocultas con la vegetación, su momento de jubilación y disfrutando del clima otoñal.

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A pocos metros había un camión aparcado en un hueco que daba acceso a un canal de agua. Un hilito de agua transcurría por el fondo, y guiado de más curiosidad me llevó a pasar por un lateral y ver hasta donde llegaría dicho canal, pero todo apuntaba que hacía círculo mientras giraba hacia la derecha.

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Habiéndome adentrado unos cuantos metros más al fondo y tan sólo con el sonido de mis pisadas sobre las ojas secas. De vez en cuando se esuchaba algún que otro coche pasar de una autovía cercana. Algo que me llamaría la atencion fue escuchar un zumbido algo peculiar, y justo al otro lado del canal que había un propiedad, y con un circuito de coches de radio control. Buena forma de pasar una tarde de domingo.

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Volviendo sobre mis pasos hasta el camino principal, descubrir que había algunas parcelas más con algún camión que tenía pinta de llevar aparcado bastante tiempo y junto con algo de material como vallas para obras. Y lo que parecía también un negocio, a lo mejor de compra/venta de metales, aunque le pregunté a mi novia por el signigicado de los caracteres pero no me supo decir exactamente.

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Llegado un punto en la carretera, los coches no podían continuar y tenían que dar la vuelta. En cambio, para los de a pie había un caminito que seguía a lo largo y con varias casitas a los lados. Muy simples, con techos de hojalata y paneles de metal algo herrumbrientos. Tenía pinta que llevasen muchos años en esta ubicación, además algunos de sus habitantes se lo tenían bastante bien montado con un pequeño huertito justo en frente de casa; más fresco imposible.


 
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Y como no, lo mejor siempre viene para el final. Ante mi sorpresa uno de los vecinos de la zona se ve que es un gran aficionado al cultivo de los bonsais y varios de ellos formaban parte del paseo a cada lado. Y de varios tamaños, desde uno bien grandote en esta esquina junto con otros de tamaño medianito en un banco habilitado para ello. Diría haber contado unos más de diez!

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Dejando atrás la «casa de los bonsais», ya tan sólo quedaban pocos metros del pasillo de casitas y de nuevo llegaba el asfalto. Una última casa que cerraba el conjunto y justo a su lado una típica construcción de nichos familiar donde rendir tributo a sus antepasados.

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Un paseo más que agradable y descubriendo una pequeña comunidad. A pocos pasos de otros edificios residenciales y de la estación de tren. Espero que no le de al gobierno un día por tener que desalojar estas familias y construir más bloques de viviendas, entonces el lugar ya no sería lo mismo. Mientras tanto, me dejaré caer de vez en cuando por allí y ver qué tal evolucionan los bonsais.