Han sido ya unas cuantas veces que he salido a caminar por la ruta de Wu Tip Shan, y el otro día fui con mi novia. Aprovechamos el buen tiempo de una mañana de sábado y hacer una caminata. A lo largo del camino hay varios pabellones donde se puede reposar puesto que hay algunos tramos que hay que tomárselos con calma y sobre todo para la gente más mayor, despacito y a su ritmo.
Llegados a una altura de unos 240 metros, el camino le bifurca y tenemos dos opciones: seguir hacia Tai To Yan o coger el camino se bajada en dirección a la estación de Fanling. Cogiendo esta última opción y casi en el tramo final me di cuenta de un pabellón que estaba algo oculto entre la vegetación. ¿Dónde estaría la entrada? Pues justo poco más abajo había una entrada pavimentada por la que aún no había pasado, le resé importancia y seguimos camino abajo hasta finalizar nuestra caminata.
Creo que mi novia se quedó con la intriga y así fue que me pasó un enlace sobre esta historia bastante peculiar de un extranjero que lleva viviendo en las montañas de Fanling lo menos 7 años. La entrevista que le hicieron en su momento fue del año 2012. Imagino que aún siga por allí, será cuestión de pasarse y comprobarlo si acaso.
El hombre responde al nombre de Frank y al parecer es de origen húngaro. Pocas pistas más se dan de lo que he conseguir extraer del artículo. Como se puede observar, sus pertenencias ocupan unas dos o tres maletas como mucho. Ropa, calzado y también alguna sorpresa más… Una vida alejada del ruido y en medio del bosque, digamos que todo un tarzán moderno.
Rescatando de una de sus bolsas, saca un librito repleto de anotaciones en las que hay información sobre cohetes, movimientos planetarios.. Por lo visto en el pasado su profesión estaba relacionada con este campo, pero poco más podemos saber qué le llevó a llegar a la ciudad, puede que huyendo de su país por alguna razón.
Algunos de los vecinos de la zona que lo conocen le han dado ropa y dinero cuando realizan sus paseos diarios. Imagino que un poquito de inglés o igual habrá aprendido más que sea algunas palabritas de cantonés. Siempre hay gente con buena voluntad dispuesta a echar una mano.