Callejero

Hace no mucho publicaba una foto en mi Instagram y diría que es una de las que más ha gustado en lo que va de año. Aunque no me dejo llevar mucho por los números, si que recuerdo otra foto que saqué en la zona de Sham Shui Po y que también gustó bastante, curiosamente también tenía parte de un mercadillo de por medio.

Respecto a la que nos ocupa, está sacada en uno de los pasos elevados que conectan la zona de Prince Edward y Mongkok. Desde lo alto la visión de las cosas nos da cierto privilegio y más en las escenas en las cuales son protagonistas los mercados de la calle.

Hay algo en el ambiente que nos llama, y más cuando empieza a anochecer. Muchos de los puestos después de llevar todo el día abiertos como son los de frutas, verduras o cárnicos se disponen a recoger pero en cambio otros son los que inician su particular actividad algo más intensa como son aquellos que venden utensilios, ropa o incluso juguetes. Este mercado poco se parece al conocido de Ladies Market, que es de los más turísticos; para mi gusto, éste tiene mucho más encanto.

Son un reclamo importante para los turistas, una inmersión en la actividad diaria y donde la mezcla de colores, olores y la gente hace de todo una experiencia que bien define el ritmo de la ciudad. Uno de los mejores sitios en los que practicar fotografía callejera donde captar los rostros en sus momentos cotidianos, asignatura que a veces no resulta tan fácil como uno quisiera. Éste sería un sitio que a Quicoto o Dani les encantaría. Anda que no sería genial poder hacer un photowalk con ellos por la zona 🙂

Techados

Un escenario visto a los ojos desde lo alto de unas conocidas escaleras mecánicas, la actividad diaria transcurre unos metros más abajo. ¿Qué creen que se oculta?

Techos de metal y lonas de color verde, protegen de la lluvia y el sol intenso, crean un ambiente más familiar por debajo.

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Seguro muchos lo adivinarán rápido y más los que hayan estado de visita. Se habrán parado a sacar alguna foto, llama mucho la atención, es fotografía de la calle en estado puro.

De noche, mejor

Creo que no será la primera ni última vez que me vean decir, en Asia las ciudades de noche tienen otra vida y hasta diría que más vida aún, porque cuando muchos duermen, son otros los que comienzan la actividad. Es cuestión de adaptación y también el estilo de vida de cada uno. Hay sitios que es mejor visitar cuando ha caido la noche y en especial los mercadillos, como este del Shilin.

Las luces de neón ya nos anuncian algunos de los negocios de la zona, tales como: restaurantes, salones de peluquería, accesorios… pero aún hay mucho más que ver y está más adelante. Y tampoco nos olvidemos de lo conocida que es la comida callejera, donde a base de poquitos podemos ir saciándonos probando de esto y lo otro.


 

Los puestos están puerta con puerta y con zonas de mesas para servir la comida. A veces no sabes cuál es cuál, pero todo está muy bien organizado y bastante limpio. Al menos dentro se está fresquito y algo más cómodo que estar de pie comiendo en la calle mientras uno pasea, que también tiene su puntillo.

Los cocineros no pierden ni un segundo atendiendo los distintos pedidos de las mesas. Ya ven que tenemos bastante cosas donde elegir aunque por lo que nos dimos cuenta casi todos los puestos ofrecen lo mismo pero con algunas variantes. Quizás algunos estén más especializados en temas de pescado o marisco, en cambio otros son más de fideos, tortillas o pinchitos varios.


 

 

Cuando nos dirigíamos a la salida, me llamó la atención este panel que indicaba el número total de personas que había en el recinto actualmente y así como el número máximo permitido. El marcador no hacía más que oscilar mientras lo observaba durante algunos segundos, no hay tiempo que perder.

Ya de vuelta a la calle, continuamos el recorrido por algunos puestos más. Ni hace falta decir que la afluencia de gente es constante y sobre todo en aquellos que tienen cierta fama. En concreto, la segunda foto en la que vemos a la gente haciendo cola: sitio de pollo frito. Doy fe que era una porción bastante sustanciosa.

Tampoco podían faltar los puestos de frutas que resultan los más coloridos.

El ambiente que se respira en el mercadillo es muy intenso en lo que respecta a los olores y con mucha mezcla de gente, locales junto con turistas bien sean chinos o japoneses, aunque lo que son occidentales eran se podían contar más fácilmente. Es un lugar de visita obligada para descubrir una de las zonas populares de la ciudad de Taipei. Comprar recuerdos, ropa o incluso algún gadget y también disfrutar de comida a buenos precios.

Tal y como lo recordaba de la vez anterior, aunque se nota que ha habido un cambio a mejor. Sobre todo por el centro de comida, más resguardado del calor y cómodo pero sin perder la esencia de los puestos más de la calle que hacen su día a día, más bien, noche a noche.

El puente romántico

Tamshui fue otro de los sitios que habíamos visitado la vez anterior y que recordamos especialmente por lo mucho que nos gustó, no sólo por el ambiente sino también por la comida. Vimos que en este tiempo había evolucionado bastante pero que los sitios aún se conservaban

Para allá nos fuimos cogiendo la línea roja de metro hasta su última parada. Alejándonos del centro y pasando por barrios que se iban dispersando y encontrarnos con el mar y naturaleza.

Recuerdo esta explanada que antes era poco más que tierra y ahora ha mejorado bastante con el acondicionamiento del paseo tanto para la gente a pie como aquellos en bicicleta, la zona es perfecta para dar un agradable paseo mientras se contempla el atardecer.


 

Cogeríamos un barco rápido que nos llevaría hasta la zona del paseo marítimo situada más al norte y que la vez anterior no vimos porque lo desconocíamos. Compramos el billete de ida y vuelta, y nos embarcamos en un trayecto de apenas diez minutos hasta el «Fishermans Wharf» y en la que nos encontraríamos el Lovers Bridge, el puente de los enamorados


 

 

A lo largo de la costa un bonito paseo para disfrutar de la brisa y las luces al otro lado. Al final del paseo llegabas a una esplanada que contaba en ese momento con una actuación de música y de fondo un bonito hotel junto con una torre mirador panorámico. Nada que ver con la otra zona donde se agrupan muchos puestos de comida y la presencia de gente es más concentrada.

Lo mejor de todo es la vista nocturna con el puente iluminado.

Tiempo de volver sobre nuestros pasos y tomar el barco de regreso con tiempo de sobra antes de la hora límite de las diez y media. Después del paseito va apeteciendo ir a picar algo y ya tenemos en mente algún que otro sitio.

Así que ya saben, no dejen de escaparse y relajarse con las vistas al mar de Tamshui, bien merece la pena el lugar y además con sitios románticos.