Haciendo memoria de lo que habíamos visitado la vez anterior en la ciudad, había que aprovechar para visitar algunos que nos habían quedado pendientes y la subida a Yangmingshan era uno de ellos. Es un conocido parque natural a las afueras de Taipei y se tarda menos de una hora en llegar desde el centro, aunque a veces también depende del tráfico que nos encontremos. Nosotros íbamos sin prisas, así que, con calma.
Salimos desde Ximending que era donde nos alojábamos y tras haber mirado la noche anterior las rutas y preguntando en el hotel, fuimos a una parada de guaguas cercana para emprender el trayecto. Una ruta que nos llevaría hasta XinBeitou y luego ahí un micro hasta la entrada al parque.
El clima era aceptable, al menos no llovía pero con algo de humedad. Momento de echarnos a caminar y explorar los alrededores, encontrándonos con señales simpáticas como esta.
La lluvia de la noche anterior resaltaba el verde de los árboles. Todo estaba muy bien cuidado y se respiraba un ambiente de paz absoluta. De vez en cuando algún grupito de gente se oía a lo lejos, pero todo muy tranquilo.
Seguíamos el camino de piedra que se adentraba entre los árboles, nos encontraríamos con una zona de descanso y aseos. Salpicado con un pequeño torrente donde el agua corría veloz.
La flora era otro punto de especial atención, bien no habían demasiadas abiertas pero si el colorido de algunas destacaban en contraste con el verde de las hojas.
Un reloj de flores situado en la zona principal de recepción de turistas y en el que la gente posaba. Me hizo recordar un poco al del parque García Sanabria en mi tierra, que no es por nada es mucho mejor 🙂
Un vistazo al mapa del parque con los principales puntos de atracción, y darnos cuenta que habíamos recorrido un buen trecho desde la parada de guaguas. Mi afán de explorar un poco más nos llevaría un poquito más lejos pero con una buena recompensa.
Mientras tanto siempre había un momento para el relax como este hombre que se tomaba un respirito al fresquito. Nosotros aprovechamos para dar cuenta de las botellas de agua; la humedad quieras que no se hacía notar.
Unos peldaños que nos guían hasta un estanque que contiene el agua de una preciosa cascada montaña arriba. Conforme nos acercamos más, podemos escuchar con más fuerza el impacto del agua al caer.
Un paraje que bien mereció esa caminata extra, aunque mi novia estaba deseando descansar un poquito y ya con vistas a la hora del almuerzo.
Un amiguito que se acercaba a saludarnos en nuestro camino de vuelta. Alegrándonos de la visita al parque y el soplo de aire fresco que había resultado.
Nos despedíamos del parque echando un vistazo a lo lejos, vegetación densa con cierta niebla que le daba un aire místico. Esta vez nada de guagua y es que tuvimos suerte cuando justo pasaba un taxi que nos llevó hasta nuestro punto de inicio en XinBeitou donde disfrutamos de una merienda muy especial.