A la vista

Un domingo por la mañana y de camino al entrenamiento habitual de dragonboat, es un buen ejercicio el observar las cosas desde lo alto en el segundo piso en una guagua. El tráfico fluye con normalidad, nada que ver con las colas habituales de un día de semana por la tarde. La ciudad parece que va despertando poco a poco y los negocios se van preparando para afrontar una jornada de trabajo. Aquí tenemos al clásico dispensario o droguería de siempre poniendo a punto los productos.

Es curiosa la mezcla que hay entre los medicamentos y por otro los productos de higiene personal y limpieza para el hogar. Incluso a veces, hace de tienda para la venta de pescado seco y droguería al mismo tiempo. Eso se le llama diversificar el negocio y ampliar el rango de clientes.

image

En una esquina de la transitada zona de Causeway Bay y en plena esquina de un cruce de calles, a la vista de todos. En cierta forma tiene un parecido con el puestito que les comenté.

Marchando

Si nos preguntamos: ¿qué nos hace falta para montar un negocio? Yo diría que tener algo de creatividad, junto con un producto que nos diferencie del resto y con buena ubicación. Esta última condición puede que sea la más complicada de las tres en una ciudad como esta y es que el precio del suelo es algo muy preciado, más aún en el centro, centro.

Aquí tenemos un ejemplo que requiere de poco espacio y además es móvil. Situado en la intersección de las calles Daguilar y Welligton en pleno distrito Central, es el sitio perfecto para captar las miradas y a los clientes. Sólo basta que pasemos por allí en plena hora punta del almuerzo. ¿Y qué venden? Pues básicamente son postres para llevar del tipo con arroz glutinoso y de distintas formas. Alcanzo a ver una caja de papayas pero creo que sea más bien para aprovechar en el transporte. Todo está debidamente organizado y empaquetado: elegir, pagar y llevar.

image

Seguro que muchos después de haber almorzado por la zona, pasan por este puesto y coger algo para el postre o sino guardarlo para media tarde. Una vez ha pasado el pico de actividad, todo vuelve a la calma y es momento de mover el puesto, la tarde continúa y así hasta el día siguiente que lo veamos por la mañana donde siempre, no falla.

Aireándose

 

Uno van paseando por la calle tan tranquilamente por un vecindario de los Nuevos Territorios, como es este caso, un día con cierto calorcito y algo de brisa en una mañana de sábado. Hasta aquí bien, pero algo llama nuestra atención cuando nos encontramos esta escena, que es de lo más habitual durante el fin de semana:

image

Debido al espacio limitado con el que cuentan algunas casas para tender alguna ropa, en especial aquellas de gran tamaño como son sábanas, colchas… dónde mejor sino al aire libre para que les de el solecito. Aprovechar una cuerda en una trasera donde no moleste a nadie, y a tender se ha dicho.

Viéndolo de esta forma, es un gasto de lavandería que se ahorran y nada mejor que los rayos del sol antes que usar una secadora que a la larga ya sabemos que va deteriorando los tejidos. Y creo que quejar por parte de los vecinos no hay. Y sabiendo como son aquí de gastarse el hacer anuncios para prohibir esto y lo otro, aunque si que he visto carteles en los parques públicos, cosa que me parece muy bien. Se imaginan estar de paseo por el parque y verse ropa tendida digamos cerca de los columpios o en algunas barandillas cercanas, no es lo suyo.

Precisión

Un paseo por los alrededores de Mongkok siempre nos puede deparar muchas sorpresas. No sólo es por las tiendas, las luces, los puestos de comida callejera… siempre hay algo más. Un elemento importante de todo el conjunto es la gente, alguna pasa un poco desapercibida y no son los que precisamente estén atendiendo en las tiendas o en los restaurantes. Otro tipo de servicio en el que la precisión es una de las virtudes el oficio de relojero.

Ubicado en un lateral de las salidas de metro en la calle Sai Yeung Choi, nos encontramos con el pequeño puestito de este señor cuyo oficio son los relojes. Cambiar correas y pilas, está a la orden del día, y la gente espera su turno mientras atiende a uno de los clientes. Parece que el trabajo se le acumula por momentos y una persona más se añade a la cola, yo soy uno de ellos pero antes prefiero dar una vuelta y hacer un poco de tiempo cuando la cosa esté un poco más calmada, ir a cenar y luego ya a la vuelta.

Llevaba tiempo queriendo cambiarle la pila a uno de mis relojes, pero lo típico que uno piensa: «ya si eso voy otro día..» y el tiempo pasó a la vez que le daba uso a otro de los relojes que tengo (que son una de mis pasiones). A la vuelta de haber comido algo estaba desocupado y no tardó nada. Aquí lo vemos reloj en mano y mientras se dispone a cambiar la pila. Uno de los utensilios descansa en la pequeña gaveta que hace a la vez de cajita para el dinero, el espacio bien aprovechado.

La próxima vez que necesite cambiar la pila al reloj, ya sé donde tendré que acudir y seguro que ese rinconcito es su lugar habitual de trabajo, así la gente puede tomar la referencia y saber donde encontrarlo. Como este señor, podemos encontrar a otros más con el mismo oficio, y es que en tan sólo unos pocos metros pueden desenvolverse en su labor y siempre con la buena opción de la movilidad de un sitio a otro.