Bienvenida

 

Después de llevar un tiempo pensando en adquirir una cámara algo mejorcita, llegó el día de dar el paso, aunque para nada quiere decir que vaya a dejar apartada mi Canon 400D actual pero sí que es un paso de gigante con la nueva adquisición. Damos la bienvenida a casa a la Canon 7D y acompañada de la lente 18-135mm.

A modo de resumen cuento un poco algunas de las características de la misma:

– Sensor de 18.0 MP
– Doble procesador Digic 4
– 19 puntos de enfoque
– Grabación de video Full HD (1920×1280)
– Modo ráfaga de 8 disparos por segundo
– Hasta ISO 6400

Unas prestaciones más que interesantes de las cuales espero y debo sacarle el rendimiento que se merecen 🙂 Y como no, no quise dejar la ocasión de hacer un pequeño unboxing de la cámara en cuestión. Aquí tenemos la caja sin tocar y lista para que caiga en mis manos…
 

Caja recién abierta y nos encontramos con la documentación: manuales, guía rápida, cd-roms y garantía, entre otros. ¿Qué nos aguarda bajo el siguiente nivel de la caja?…
 

Pues marchando una de cables, cargador y la correa. No sé si se puede apreciar bien, pero el tamaño del cargador es considerable. El de la 400D diría que tiene como la mitad de tamaño y claro todo va en función de la cámara y una batería de mayor capacidad/duración.
 

Y parece que la cosa se va poniendo algo más interesante. Llegamos al punto para casi desvelar las protagonistas de la caja: cámara y lente, ya sólo queda un pasito más y…
 

Tachánnn! aquí las tenemos o la tenemos, sin duda la estrella principal es el cuerpo de la 7D. En las siguiente fotos podemos verla con un poquito más de detalle en su parte trasera y vista desde arriba. ¿Bonita verdad?
 

El visor que nos permite una visión del 100% o también podemos optar al modo Live View para ver directamente lo que estamos enfocando en la pantalla, sin duda útil pero preferible el visor.
 

Un aspecto que destaca es el uso de una segunda pantalla LCD desde la cual podemos ver todos los ajustes que tengamos hechos en la cámara en un momento determinado. Especialmente útil cuando pongamos la cámara en un trípode y no tengamos que mirar a la pantalla principal exclusivamente.
 

Y finalmente tenemos el conjunto ya montado con la lente. Quitar la tapa de la lente (importante) y lista para empezar a usar, aunque ahora viene un poco el proceso de adaptación a los nuevos controles y ubicación de botones, pero promete que uno se acostumbra bastante rápido, ya les contaré.
 
 

Ahora sólo queda empezar a hacer fotos, que ya tengo algunas hechas pero que me reservo para un siguiente post 🙂 y como diría mi abuelo: «A disfrutar de ella con salud»

 

Con una sonrisa

Son las pequeñas cosas del día a día, a veces inoportunas y que le alegran el día a uno. Seguro que a más de alguno/a le habrá pasado, verdad? Además, hoy es viernes ¿qúé más se puede pedir? La historia es tal que, me encuentro sentado en un café cercano a la oficina tras haber disfrutado del almuerzo, a hora española aunque algo tardío para los estándares chinos, jeje. Digamos que estaba pensando en las musarañas y de vez en cuando echando un vistazo a mi twitter en el móvil.

De repente un señor se me acerca: «Excuse me, this seat is empty?» refiriéndose al sillón en frente de mi mesa, con lo que yo asiento que puede sentarse sin problema. Hasta ahí bien, pero al poco de haberse sentado y pensando yo que estaba esperando a que le trajeran la comida que había pedido, me pregunta: «You when have lunch?», a lo que le contesto que hacía nada que había terminado (ya sólo me quedaba un cafecito) y es cuando se inicia la conversación entre él y yo. Las chicas que tenía a mi lado y un matrimonio cerca mío, no podían evitar mirar mientras se sucede la situación. Yo mientras tanto, me lo tomo con mucha calma mientras el hombre me sigue preguntando cosas en inglés sobre la comida, el trabajo… en lo que saca un librito y algunas anotaciones en las que lee algunas frases y su equivalente en caracteres chinos.

El hombre dijo que quería aprender inglés y dentro de sus posibilidades estabamos teniendo una pequeña charlita sobre temas varios y mientras le ayudaba a pronunciar algunas palabras. Me sirvió también para enterarme que el señor tenía 46 años y trabajaba en la construcción de muebles, además que, el fin de semana no trabajaba, con lo cual estaba muy contento 🙂 seguro que a Lorco le hubiera caido simpático.

Así seguimos un buen rato, intercambiando frases e intentado enseñarle algunas cosillas para que mejorase su uinglés. La verdad que se le veía con ganas de aprender y me escuchaba con gran atención. Hasta que pasado un rato, casi que pega un brinco del sillón cuando pasa un grupo de gente por detrás de él y me dice que se tiene que marchar, que son sus colegas e iban directos a comer algo. Con eso de las prisas, se dejó un trocito de papel con algunas de sus anotaciones, mientras yo me quedaba con una sensación digamos «extraña» después de haber charlado con él y que me había alegrado ese rato en el que me había sacado de mis musarañas, jeje.

¿Le podría haber pasado a cualquiera? hoy me tocó a mi y desde luego una experiencia interesante. Espero que con el próximo extranjero que se encuentre, sepa escucharlo y echarle una mano con su inglés. Nada más bonito que estar agradecido y con una sonrisa.