El gran salto

 

El problema de las grandes urbes, es que todo no está tan repartido como debiera y las diferencias entre la gente pudiente y la gente con menos medios, llegan a ser bastante grandes. Es el caso de Hong Kong, pudiendo «viajar» desde el extremo en que la gente vive en cubículos con el espacio contado, incluso familias de varios miembros que se adaptan a sus necesidades.
 

Flickr de H.L.Tam

Hasta el otro extremo de la amplitud de pisos como este donde los precios de alquiler y/o venta se disparan hasta límites insospechados.
 

Es o todo o nada. Un margen muy grande que debiera de ir estrechándose con el paso del tiempo pero que no resulta tan fácil. Al menos, las condiciones de lo que tienen menos debieran de mejorar para que puedan acceder a viviendas con algo más de comodidad. Ya sabemos que el espacio en la ciudad es algo muy preciado, de ahí que se construyan edificios tan altos pero si que queda terreno aún por aprovechar pero sin olvidarnos que bastante parte del territorio es también zona de parques naturales.

Interesante el artículo de la revista HK Magazine que cuenta sobre cómo transcurre la vida en uno de los distritos de la ciudad: Sham Shui Po situado en Kowloon que tiene el triste honor de ser uno de los más pobres y donde abundan los cubículos que comentaba anteriormente.
 

Esto nos hace apreciar mucho más el poder contar con una casa en condiciones y una vida cómoda, y que a veces pasamos por alto en el día a día. Derechos que debieran ser disfrutados por todos los ciudadanos pero no sucede así, es la balanza de la sociedad de hoy en día por desgracia.

 

Nostalgia

 

¿Qué hacer cuando uno tiene cosas acumuladas y que no usa? lo más lógico es deshacernos de ello o bien si puede seguir siendo de utilidad, regalarlo a alguien que le pueda sacar más partido. En este caso, se trataba de de un calendario del año pasado pero que seguía queriendo conservar por los motivos que detallaré a continuación.

Se trataba de un calendario con fotos del viejo Hong Kong y la verdad, me daba pena tener que tirarlo. Hasta que se me vino a la cabeza una idea: ¿y si lo escaneo? dicho y hecho. Lo «despedacé» quitando el canutillo que servía para pasar las hojas y me quedaron las láminas sueltas. Ya estaba listo para pasarlo por el escaner y almacenarlo en un fichero a mi elección, pdf para tenerlo más organizado en vez de archivos de imágenes sueltas.

Las fotos fueron tomadas por la fotógrafa Hedda Morrison durante una breve estancia de unos meses por la ciudad. Fue entre el año 1946 y 1947 cuando pudo capturar estos instantes de cómo la gente desarrollaba su vida en aquellos tiempos. No ha llovido ni nada y poco queda del Hong Kong de aquel entonces, bueno o malo, siempre habrá diversidad de opiniones. Sólo nos queda disfrutarlas, siempre serán inmortales.

Los mercados siempre rebosantes de gente…
 

el puerto en el distrito de Central..
 

..o los dos lados enfrentados. Tsim Sha Tsui en la parte superior y en la inferior la isla de Hong Kong. Ni rastro de rascacielos y fácilmente reconocibles algunas edificaciones que aún siguen en pie a día de hoy, ¿sabrían decirme algunas?
 

También la calle Pottinger, conocida por sus complicados escalones pero que sirven de escenario ideal para fotos de los turistas o las parejas que están a punto de casarse.
 

Todo este archivo fotográfico se encuentra en la biblioteca de Harvard-Yenching en la Universidad de Harvard, la cual es lugar de referencia en lo que a material del sudeste asiático se refiere. Me pregunto:¿cuántos tesoros guardarán entre sus paredes? y éste, tan sólo un pedacito de ellos.

 

Gente aleatoria

 

Como toda ciudad que se precie, tienes sus cosas buenas y malas. Algo que destacaría, es el andar de la gente. En lo que respecta a modales, la gente sabe comportarse como puede ser en una fila pero a la hora de andar «libremente» por la ciudad, las cosas cambian y diría que muchos/as no saben cómo comportarse mientras caminan.

Yo por lo general será que voy con ojos por todos lados por lo que pueda pasar a mi alrededor, pero parece que la gente de Hong Kong por lo general no tiene en cuenta su alrededor y es como si se olvidaran de que hay más gente por la calle. Entre ellos, he visto más de una vez que se tropiecen por coincidir la dirección de ambos, aunque eso le puede pasar a cualquiera. Típica es la situación en la que vamos caminando y nos «encontramos» con alguien de frente y no sabemos hacia que lado ir para esquivarlo, a veces llegado un punto que ambos se paran para ver hacia donde sale cada uno, jeje. La de veces que me habrá pasado 🙂
 

Para prevenir a los que estén sólo de paso por la ciudad, estén atentos a los cambios bruscos de dirección o frenazos en seco de los demás peatones, no les vaya a pillar por sorpresa aunque aún sabiéndolo, estas acciones pueden ser de lo más aleatorias. Yo que llevo ya un tiempo por aquí, hay veces que no dejo de sorprenderme con los «volantazos» de la gente que tengo en frente o a mis alrededores, por lo que eso de ir con mil ojos no viene de más. Yo me lo tomo con humor desde luego, porque no hago nada cogiéndome una calentura así como así pero cada uno tiene sus días, verdad?

Desde luego, no viene más al pego el título de esta entrada. Luego no digan que no les avise, porque la gente es de lo más imprevisible. Espero que se lo tomen con filosofía, porque a veces hace falta de verdad. Se los dice un «hongkonés» más.

 

Compartir

 

Una de las costumbres principales relacionada con la cultura china y en otros países asiáticos y ligada al campo de la comida, es: compartir. Este es un aspecto que es ya conocido por los occidentales, basta con ir a cualquiera de los restaurantes chinos en nuestra ciudad y lo normal es pedir distintos platos (arroz, verduras, carne…) bien para comer en el sitio o si preferimos llevar a nuestra casa.
  

Hasta ahí nada extraño, pero yendo un poco más allá, tenemos algo que es algo menos conocido y que sólo lo podemos experimentar una vez viajemos por esta parte del globo. Compartir la mesa con «extraños», algo que puede resultar chocante la primera vez que uno lo experimenta, pero que sin duda, es hacer un buen recurso del espacio disponible en el sitio donde estamos comiendo.

  • Situación 1:

Nos encontramos en alguno de los restaurantes de comida rápida china (Café de Coral, Fairwood…) de los que aún tengo pendiente hablar. Pillamos nuestro sitio para disfrutar de nuestro almuerzo o cena y al poco se nos acerca alguien preguntando si no nos importa que se siente con nosotros. Tampoco es tan raro visto de esta forma, si uno va solo y en la mesa hay espacio de sobra, todos son bienvenidos 🙂 Si que se me hace algo más extraño cuando uno está en pareja o con un grupo de gente, digamos que la «privacidad» se rompe un poco aunque bueno, mis conocimientos de cantonés son limitados con lo que poco me iba a enterar de lo que decían, jeje.

  • Situación 2:

En el otro extremo tenemos: Desalojar una mesa y hacer que se muevan los integrantes de la misma a una mesa más pequeña, para hacer hueco a un grupo más grande de gente que acaba de llegar al restaurante. ¿Problemas? desde luego ninguno, la gente accede a cambiarse sin problema aunque mi primera vez con eso, la sensación es rara.

Trasladando estas situaciones al entorno europeo, la primera de ellas estaría bien vista pero respecto a la segunda, sigo teniendo mis dudas. Por ejemplo: ¿Accedería un grupo de españoles a moverse en medio de un almuerzo o cena para ceder su mesa a otro grupo? Por supuesto, no ocurre esto en todos los restaurantes pero no deja de ser curioso cuando se ve por primera vez.

Uno ya está acostumbrado y lo ve con buenos ojos. Todo sea por aprovechar el espacio del lugar y claro, más clientes, más ingresos 😀