Hace un par de domingos aprovechando que hacía tiempo que no coincidía con mi amiga Rita, dijimos de quedar por la tarde cerca de su casa e ir al parquito que hay en los alrededores. Habían pasado ya bastantes meses desde la última vez que quedamos, y es que antes, al estar su oficina cerca de la mía, quedábamos de vez en cuando con algún amigo más para comer juntos por la zona. En cambio ahora, su oficina se ha mudado al lado de Kowloon y eso ya no puede ser; no obstante, el fin de semana es un buen momento para quedar y de paso conocer a su hijo que ya va para 2 añitos en septiembre. Como es una blogger bastante activa, aficionada a la fotografía y presente en distintas redes sociales, sólo había visto fotos del niño pero aún sin conocerlo en persona. Es todo un torrente de actividad y con algún que otro arranque de rebeldía, pero normal en cualquier niño que se precie y a su edad.
Me hizo las indicaciones para llegar a su casa desde la estación de Mei Foo, llegando sin problema hasta su edificio. Allí estuvimos un rato con su familia charlando un rato mientras el pequeño Marcus correteaba de un lado a otro y no dejaba de mirarme como algo novedoso, mientras me acercaba unos cochecitos para jugar con él, muy simpático 🙂
Llegado el momento, nos preparamos para ir al parque. Coger las provisiones, sobre todo de agua para el día de calor que hacía y ponernos en marcha. Como quien dice, el parque lo tiene casi a los pies de su casa, un pequeño paseito de apenas 5 minutos. Poco a poco nos fuimos adentrando en el parque, que al principio engañaba pero tiene un tamaño más que considerable. Buenas extensiones en las que la gente aprovecha para tumbarse a descansar o hacer un picnic improvisado.
Caminitos por los que perderse un rato y descubrir uno de los múltiples rincones que tiene. Refugiarse bajo la sombra de los árboles y mezclarse con la vegetación. Eso sí, no olvidarnos de poner un poco de spray anti-mosquitos por si acaso.
Aquí tenemos la familia de Rita al completo. El pequeño, galleta de chocolate en mano, mientras observa el paso de la gente mientras su mamá hace algunas pompitas de jabón. El papá iba en busca de la pelota con la que empezaríamos a jugar en los instantes posteriores. Mientras tanto nos sentamos y picoteando algunos bollitos que habían traído.
Y con las energías a tope, llegó el momento de poner la pelota en movimiento. De un lado a otro correteando y en apenas unos minutos uno ya empezaba a sudar, y con la humedad, que se acentúa más si cabe. Esta foto que sacó Rita es genial y menudo gol que marcó su hijo, jeje 😀
Momento de continuar el paseo por el parque, mientras padre e hijo se adentran en busca de la zona de juegos, Rita y yo vamos a la captura de algunas instantáneas. Y es que tiene muchos detalles en los que fijarse, como estas ventanas de estilo chino tradicional.
Además de un pequeño estanque, con algunas construcciones de madera o un pequeño puente en zig-zag. Todo muy bien cuidado y con gente aprovechando para sacar fotos como nosotros. Había de todo, desde familias con sus bebés de pocos meses, hasta parejitas o incluso nos sorprendió que había gente caracterizada con trajes cosplay. Una mezcla más que interesante y en un radio de pocos metros.
¿Igual alguno se habrá preguntado qué lente usé esta vez? Rita me prestó una de sus lentes, un Tokina 11-16mm f2.8, y es una pasada jugar con esta lente tan angular. Así que, no sólo disfruté de buena compañía esa tarde sino también probando una lente distinta a las que estoy acostumbrado a usar.
Los niños se divierten dando de comer a algunas palomas. Me hizo recordar a la típica escena que se vive en la plaza de Trafalgar en Londres en la que muchas te rodean en busca de millo, aunque con el tiempo se ha ido controlando que sino luego dejan perdidos los monumentos de la zona.
Así de sonrientes posaban mientras estaban en el parque, y podían tomarse un respiro. Espero que quedemos en más ocasiones y seguro repetiremos visita al parque, porque lo pasamos muy bien y se nos pasaron un par de horitas volando. Gracias por la invitación y por pasar una tarde-noche entretenida, y diferente.
Cómo llegar es muy fácil. Y a pesar de lo que podamos pensar, el parque se encuentra más cerca de la estación de Mei Foo que de la propia Lai Chi Kok, pero ambas muy cerquita la una de otra. Cogiendo la línea roja desde el centro se llega en apenas media hora.
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