Si vamos al norte de Tenerife, una de las referencias como ciudad y donde disfrutar de una oferta variada de gastronomía, compras y ocio. A tan sólo unos 40 kilómetros de la capital de la isla, el Puerto de la Cruz es uno de los sitios al que no debemos de dejar ir. Tanto para la gente extranjera como para los locales, el sitio perfecto para disfrutar de un ambiente tranquilo y perderse por sus recovecos.
Sugerencia: mejor empezar desde la zona alta si vamos a pie porque hacerlo a la inversa y en los días de calor, nos hará sudar un poquito, ya que la ciudad tiene algo de desnivel. No obstante, la zona de mayor actividad se encuentra en la parte baja con lo que podremos dar un agradable paseo desde la zona de La Paz e ir bajando hasta la Plaza del Charco donde encontrar muchos bares y restaurantes para sentarnos a tomar un aperitivo si se tercia. En concreto la esquina del edificio que se muestra a continuación es de uno de los sitios más populares en el que comer unos helados súper buenos.
Seguir callejeando en dirección al puerto. Las casas al estilo de las de antes con muros de piedra y pintadas en distintos colores; el centro de la ciudad tiene construcciones que se conservan jóvenes a pesar del paso del tiempo.
Sin olvidarnos de la naturaleza pesquera de la ciudad, su vínculo al mar. Una pequeña playa de callados en mitad del centro que es escenario de una de las procesiones más populares y también lugar para el baño si las olas lo permiten, o bien tomar un poquito de sol.
Esta estatua nos recuerda los tiempos en lo que las señoras cargaban sus cestas de pescado viniendo de la lonja. Hoy en día prácticamente no se ve mucho, pero seguro que años atrás la actividad era intensa. Seguro que los vecinos nos podrían contar historias con sabor añejo de aquellos tiempos, parte de la historia de la ciudad.
A la hora de elegir hoteles en el Puerto de la Cruz tenemos muchas opciones con muchos de ellos con buenas vistas al mar y bastante céntricos. Fácilmente accesibles y a poca distancia de la zona de compras, restaurantes o del paseo marítimo que es tan transitado diariamente.
Lugar de oleaje intenso y en el que podemos desconectar escuchando el sonido del mar. Los días grises a veces abundan cuando se mete lo que llamamos comúnmente «panza burro» pero no hay que descuidarse con el sol, porque sus rayos se cuelan y no perdonan.
Cuando cae la noche el paseo marítimo se anima más aún. Muchas de las tiendas estarán abiertas hasta bien entrada la noche, es lo que tiene ser un destino turístico y nunca es mala hora para sacar las últimas ventas del día. En pareja o con los amigos, es un lugar de paso obligado viniendo desde la zona de Martiánez y si quieren parar a tomar un cafecito o un buen postre, tienen sitios donde elegir, en especial uno que les hablaré un día de estos. Buenos recuerdos de cuando chiquito y no tan chiquito.
A disfrutar del fin de semana. Lo dicho, a pasear y desconectar hasta el lunes.