Cenando bien

 

Se había hecho de noche hace un rato, descansábamos en el hotel y nos preguntábamos dónde cenaríamos. No apetecía movernos mucho, después de haber estado paseando por la mañana y unos largos en la piscina; preferimos dar una vuelta por la zona, que de noche prometía tener más vidilla que de día.

Salimos del hotel y tiramos hacia la izquierda. Recuerdo haber visto algunos restaurantes en esta dirección cuando llegábamos el primero día por la noche al hotel, a ver con lo que nos encontramos. La verdad, estaba relativamente cerca, ya que, tan sólo 5 minutos después vemos aparecer los carteles de neón que anunciar un par de sitios. Desde el otro lado un señor que está a la puerta nos anima a que crucemos para dar un vistazo al menú, pero preferimos seguir y ya si eso daríamos la vuelta.
 

Unos pocos metros más allá de este grupo de restaurantes, decidimos cruzar la calle e iniciar el camino de retorno para curiosear los menús. Primera parada: menú en mano y vistazo rápido. El ambiente parece agradable y con música tranquila de fondo. No tardamos en decidirnos y nos acomodan en un rinconcito del restaurante. ¿No tiene mala pinta verdad?
 

De entrada vamos a por unos pinchitos de satay. Un variadito de ternera y pollo, seis de cada. Su tamaño no es muy grande, adecuado para compartir entre dos.
 

Seguido de unos fideos salteados estilo Penang «Char Kway Teow»
 

Y por último, una recomendación: un curry de gambas acompañado con pan indio (naan). Muy bien que hicimos pidiendo este plato. El sabor del curry en su punto, tono medio de picante y la salsita con el pan estaba de lujo.
 

Con los tres platos anteriores, nos habíamos quedado bastante satisfechos pero siempre hay hueco para un postrito. La noche no llegaba a ser del todo calurosa, corría una ligera brisa bastante agradable y algo fresquito se agradecería para finalizar una buena cena. Queríamos ir en busca de algún postre local, pero de los que vimos nos parecieron un poco contundentes, con lo que al final pedimos un clásico banana split y ni tan mal.

Ni que decir que el trato por parte de la gente en el restaurante fue genial, súper atentos en todo momento y correctos. Lástima que no nos pudimos quedar unos días más por Penang y repetir este sitio, pero quizás en la hora del almuerzo. El nombre del sitio: «Malaysian Kitchen», situado a un lado de la carretera en la zona de Batu Ferringi cerca de nuestro hotel. De noche desde luego no pasa desapercibido. A tener en cuenta por si algún día se tercia volver. Queda dicho.

 

Improvisando

 

Parece que le voy cogiendo gustillo a esto de hacer entradas con toque culinario los viernes, y anda que no es buena forma de cerrar la semana 🙂 Si hay algo que tiene Penang, es variedad a la hora de los sitios donde comer, es un lugar donde se fusionan muchos estilos de comida (chino, indio, malayo..) conviviendo todos en armonía. En nuestra mente estaba probar la gastronomía local, aunque sin nada planeado e ir improvisando según nos fueran guiando los sentidos.

Íbamos caminando por la zona de Little India, alejándonos poco a poco y serpenteando por las callecitas que nos llevarían hasta la zona china de Georgetown. En una de las perpendiculares a Campbell street, la calle más famosa del distrito de Chinatown, los negocios se alternan y como no, los restaurantes tampoco pueden faltar.

No sabemos si era porque las recientes celebraciones del Nuevo Año Chino o porque realmente la gente descansa algo más en fin de semana, pero nos encontramos que las calles estaban bastante desiertas. Conforme se iba haciendo de noche y se acerba la hora de cenar, nos preguntábamos qué sitio elegir para comer algo. Al final, decidimos meternos en este restaurante que parecía bastante animado.

Vamos pa´dentro…
 

Y tanto que estaba animado, nos tocó esperar un poquito hasta que nos ubicamos en una mesita cerca de la entrada del local. Dim sum variado, verduritas, arroces, sopa… a la vez que observamos el resto de mesas por si «cazamos» algún plato popular.
 

 

La actividad era constante entre las mesas, los camareros de un lado para otro y las señoras con sus carritos de dim sum para ofrecer a las mesas. Qué dilema para elegir… al final un «char siu bao» (bollo con cerdo barbacoa), «siu mai» y otros dumplings más. Manos a la obra que ya hay ganitas de comer 😀
 

 

No se pensarían que con los tres entrantes nos quedaríamos así, ni mucho menos. De la mano de una de las camareras nos dejamos guiar para elegir este plato: pato al jengibre. Nada más aparecer en nuestra mesa y llegarnos el olorcito, supimos que la elección había sido la acertada. Con un ligero toque picantito y la carne bastante jugosita, y no podía faltar un bol de arroz blanco para acompañar esa salsita, sino hubiera sido un desperdicio no aprovecharla.
 

Para rematar la cena, uno de los platos estrella del local o por lo menos eso pudimos ver cuando en el resto de mesas era uno de los platos más solicitados. Unos noodles crujientitos («chao mian») acompañados de verduritas y una salsa tipo ostras pero de sabor no tan concentrado. La combinación del noodle que luego se ablanda con la salsa y las verduritas, sencillamente buenísima.
 

Ahora sí que estábamos del todo satisfechos. Lo mejor de todo estaba por venir. La cuenta nos salió por apenas 10 euros, habiendo sumado a la comida anterior 2 coca-colas y una cerveza Tiger. ¡Sin palabras! Tiempo para reposar un poquito la cena y seguir dando un paseíto hasta que diéramos con un taxi para irnos de regreso al hotel, ya era noche cerrada y apetecía descansar. Y lo bien que íbamos a dormir 🙂

 

Con colorido

 

Qué mejor forma de dar la bienvenida al fin de semana con un poco de colorido. Parece que el tiempo empieza a acompañar de nuevo, la temperatura es más cálida y hoy ha lucido algo más el sol, ¿querrá decir que la primavera empieza de verdad? esperemos que si.

El otro día dejaba en el aire una pregunta sobre las impresiones de la escapadita del fin de semana pasado a Penang. Igual algunos intuyeron que otro aspecto por el que tiene fama el lugar, es sin duda, la comida. Es una mezcla para los sentidos en toda regla, no escapa a la vista ni el olfato. Luego, ya está en nuestra mano el ir probando lo que nos pille más a mano.

¿Qué les parece empezar con algunos aperitivos?
 

Con la misma podemos seguir con un plato de más consistencia y tomarnos unos noodles con cierto toque picantito. Bastante famoso el laksa de Penang. Igual no apto para todos los paladares pero podremos ajustar el tono del picante a nuestro gusto. Yo por si acaso, aunque me gusta lo picante, prefería reservarme para otra ocasión.
 

Y otro elemento indiscutibles: los jugos de frutas. Refrescantes y muy ricos, ideales para tomar a cualquier hora del día. Éste en concreto era de fruta del dragón pero una variantes que es más moradita, consiguiendo este bonito color. A pesar de no hacer un calor intenso, algo más seco en comparación que Hong Kong, el cuerpo agradecía de vez en cuando un juguito.
 

Creo que por hoy ya está bien, aunque seguro que a muchos les van a entrar unas ganas de comer con las fotos, y yo el primero, jaja. La verdad que los sitios que elegimos para comer durante nuestra estancia, estuvieron todos muy bien y altamente recomendables si tienen un día la ocasión. ¡Cuánta tentación por las calles de Penang!

 

Con buen sabor

 

Este pasado finde como comentaba nos habíamos ido de escapadita a un país cercano. El amigo Ángel de Artecar24 estuvo rápido a la hora de adivinar el destino. Aún me pregunto cómo fue que lo sacó tan rápido, un lince 🙂

El destino era Penang, Malasia. Un destino fácilmente accesible desde Hong Kong ya que con la compañía Airasia existe un vuelo directo hasta allí que te deja en apenas unas 3 horitas y 20 minutos. Salimos a eso de las 7 de la tarde. El vuelo agradable y aprovechando para echar una sueñecito de vez en cuando. Una vez allí tocaba pillar taxi para llegar hasta el hotel, total que entre una cosa nos plantamos en el hotel sobre las 11 y pico, tiempo justo para colocar algunas cosas del equipaje y prepararnos para dormir.

Lo poco que pudimos de camino al hotel, nos dio la impresión de ser una una isla bastante bien desarrollada. Con bastantes negocios a pie de carretera, edificios en plena construcción y constante movimiento de gente. Ya había ganas de conocer un poco mejor sus calles de día.

Después del correspondiente desayuno, buen momento para dar un paseíto por los playa y hacer un poco la digestión. A pesar que algunas nubes daban la bienvenida a un nuevo día, al poco el sol hacía acto de presencia para que el día brillase con luz propia. ¿Y de temperatura? pues sobre uno 28-30 grados pero sin llegar a ser húmedo, sino más bien seco, con una ligera brisita. Perfecto.
 

Al igual que nosotros, nos encontramos con algo más de gente haciendo su paseo matutino. No eran ni las 11 de la mañana y el calorcito del sol se iba notando en el cuerpo. Uno no puede fiarse y antes que nada ponerse un poco de protector, no vaya ser que desde el primer día nos chamusquemos. Después del paseíto, volvimos a la piscina del hotel y a darnos unos chapuzones hasta casi la hora del almuerzo. Optaríamos para quedarnos cerquita del hotel para luego a la tarde darnos un saltito hasta Georgetown, la ciudad principal en la isla de Penang y que conforma una mezcla muy interesante de razas y arquitectura.

En esta ocasión era la tercera vez que visitaba Malasia, después de haber pasado por Kuala Lumpur y por Kota Kinabalu, de las cuales tengo muy buen recuerdo. La gente de Penang bastante agradadable, sin agobios para comprar souvenirs o coger transporte, la mar de bien.
 

Y al final supieron a poco los tres dias de escapadita, pero antes que nada, ibamos a intentar relajarnos aunque eso no quita para que uno quiera calmar sus ansias de turisteo 🙂 no me importaría volver, quien sabe..