Improvisando

 

Parece que le voy cogiendo gustillo a esto de hacer entradas con toque culinario los viernes, y anda que no es buena forma de cerrar la semana 🙂 Si hay algo que tiene Penang, es variedad a la hora de los sitios donde comer, es un lugar donde se fusionan muchos estilos de comida (chino, indio, malayo..) conviviendo todos en armonía. En nuestra mente estaba probar la gastronomía local, aunque sin nada planeado e ir improvisando según nos fueran guiando los sentidos.

Íbamos caminando por la zona de Little India, alejándonos poco a poco y serpenteando por las callecitas que nos llevarían hasta la zona china de Georgetown. En una de las perpendiculares a Campbell street, la calle más famosa del distrito de Chinatown, los negocios se alternan y como no, los restaurantes tampoco pueden faltar.

No sabemos si era porque las recientes celebraciones del Nuevo Año Chino o porque realmente la gente descansa algo más en fin de semana, pero nos encontramos que las calles estaban bastante desiertas. Conforme se iba haciendo de noche y se acerba la hora de cenar, nos preguntábamos qué sitio elegir para comer algo. Al final, decidimos meternos en este restaurante que parecía bastante animado.

Vamos pa´dentro…
 

Y tanto que estaba animado, nos tocó esperar un poquito hasta que nos ubicamos en una mesita cerca de la entrada del local. Dim sum variado, verduritas, arroces, sopa… a la vez que observamos el resto de mesas por si «cazamos» algún plato popular.
 

 

La actividad era constante entre las mesas, los camareros de un lado para otro y las señoras con sus carritos de dim sum para ofrecer a las mesas. Qué dilema para elegir… al final un «char siu bao» (bollo con cerdo barbacoa), «siu mai» y otros dumplings más. Manos a la obra que ya hay ganitas de comer 😀
 

 

No se pensarían que con los tres entrantes nos quedaríamos así, ni mucho menos. De la mano de una de las camareras nos dejamos guiar para elegir este plato: pato al jengibre. Nada más aparecer en nuestra mesa y llegarnos el olorcito, supimos que la elección había sido la acertada. Con un ligero toque picantito y la carne bastante jugosita, y no podía faltar un bol de arroz blanco para acompañar esa salsita, sino hubiera sido un desperdicio no aprovecharla.
 

Para rematar la cena, uno de los platos estrella del local o por lo menos eso pudimos ver cuando en el resto de mesas era uno de los platos más solicitados. Unos noodles crujientitos («chao mian») acompañados de verduritas y una salsa tipo ostras pero de sabor no tan concentrado. La combinación del noodle que luego se ablanda con la salsa y las verduritas, sencillamente buenísima.
 

Ahora sí que estábamos del todo satisfechos. Lo mejor de todo estaba por venir. La cuenta nos salió por apenas 10 euros, habiendo sumado a la comida anterior 2 coca-colas y una cerveza Tiger. ¡Sin palabras! Tiempo para reposar un poquito la cena y seguir dando un paseíto hasta que diéramos con un taxi para irnos de regreso al hotel, ya era noche cerrada y apetecía descansar. Y lo bien que íbamos a dormir 🙂

 

Con colorido

 

Qué mejor forma de dar la bienvenida al fin de semana con un poco de colorido. Parece que el tiempo empieza a acompañar de nuevo, la temperatura es más cálida y hoy ha lucido algo más el sol, ¿querrá decir que la primavera empieza de verdad? esperemos que si.

El otro día dejaba en el aire una pregunta sobre las impresiones de la escapadita del fin de semana pasado a Penang. Igual algunos intuyeron que otro aspecto por el que tiene fama el lugar, es sin duda, la comida. Es una mezcla para los sentidos en toda regla, no escapa a la vista ni el olfato. Luego, ya está en nuestra mano el ir probando lo que nos pille más a mano.

¿Qué les parece empezar con algunos aperitivos?
 

Con la misma podemos seguir con un plato de más consistencia y tomarnos unos noodles con cierto toque picantito. Bastante famoso el laksa de Penang. Igual no apto para todos los paladares pero podremos ajustar el tono del picante a nuestro gusto. Yo por si acaso, aunque me gusta lo picante, prefería reservarme para otra ocasión.
 

Y otro elemento indiscutibles: los jugos de frutas. Refrescantes y muy ricos, ideales para tomar a cualquier hora del día. Éste en concreto era de fruta del dragón pero una variantes que es más moradita, consiguiendo este bonito color. A pesar de no hacer un calor intenso, algo más seco en comparación que Hong Kong, el cuerpo agradecía de vez en cuando un juguito.
 

Creo que por hoy ya está bien, aunque seguro que a muchos les van a entrar unas ganas de comer con las fotos, y yo el primero, jaja. La verdad que los sitios que elegimos para comer durante nuestra estancia, estuvieron todos muy bien y altamente recomendables si tienen un día la ocasión. ¡Cuánta tentación por las calles de Penang!

 

Con buen sabor

 

Este pasado finde como comentaba nos habíamos ido de escapadita a un país cercano. El amigo Ángel de Artecar24 estuvo rápido a la hora de adivinar el destino. Aún me pregunto cómo fue que lo sacó tan rápido, un lince 🙂

El destino era Penang, Malasia. Un destino fácilmente accesible desde Hong Kong ya que con la compañía Airasia existe un vuelo directo hasta allí que te deja en apenas unas 3 horitas y 20 minutos. Salimos a eso de las 7 de la tarde. El vuelo agradable y aprovechando para echar una sueñecito de vez en cuando. Una vez allí tocaba pillar taxi para llegar hasta el hotel, total que entre una cosa nos plantamos en el hotel sobre las 11 y pico, tiempo justo para colocar algunas cosas del equipaje y prepararnos para dormir.

Lo poco que pudimos de camino al hotel, nos dio la impresión de ser una una isla bastante bien desarrollada. Con bastantes negocios a pie de carretera, edificios en plena construcción y constante movimiento de gente. Ya había ganas de conocer un poco mejor sus calles de día.

Después del correspondiente desayuno, buen momento para dar un paseíto por los playa y hacer un poco la digestión. A pesar que algunas nubes daban la bienvenida a un nuevo día, al poco el sol hacía acto de presencia para que el día brillase con luz propia. ¿Y de temperatura? pues sobre uno 28-30 grados pero sin llegar a ser húmedo, sino más bien seco, con una ligera brisita. Perfecto.
 

Al igual que nosotros, nos encontramos con algo más de gente haciendo su paseo matutino. No eran ni las 11 de la mañana y el calorcito del sol se iba notando en el cuerpo. Uno no puede fiarse y antes que nada ponerse un poco de protector, no vaya ser que desde el primer día nos chamusquemos. Después del paseíto, volvimos a la piscina del hotel y a darnos unos chapuzones hasta casi la hora del almuerzo. Optaríamos para quedarnos cerquita del hotel para luego a la tarde darnos un saltito hasta Georgetown, la ciudad principal en la isla de Penang y que conforma una mezcla muy interesante de razas y arquitectura.

En esta ocasión era la tercera vez que visitaba Malasia, después de haber pasado por Kuala Lumpur y por Kota Kinabalu, de las cuales tengo muy buen recuerdo. La gente de Penang bastante agradadable, sin agobios para comprar souvenirs o coger transporte, la mar de bien.
 

Y al final supieron a poco los tres dias de escapadita, pero antes que nada, ibamos a intentar relajarnos aunque eso no quita para que uno quiera calmar sus ansias de turisteo 🙂 no me importaría volver, quien sabe..

 

Visitando Huizhou

 

Dentro de toda visita que se precie, los rincones turísticos es algo que no puede faltar. En este caso al ir con un tour organizado pues uno ya iba a tiro hecho, cosa que facilita las cosas aunque a veces a uno le gustaría disponer de algo más de tiempo para campar a sus anchas y sin limitaciones de horario.

Al estar en plenas celebraciones del Nuevo Año Chino, se podrán imaginar lo animado que estaba todo. Bastantes adornos entre farolillos y figuritas. La gente paseando de un lado a otro aprovechando el buen tiempo reinante, aunque a pesar de existir un poco de bruma el sol estaba pegando de lo lindo. Yo pensando que iba a hacer más frío al estar un poco más al norte de Hong Kong, pero la chaqueta que llevé, bajo el brazo o en la guagua en la que realizábamos nuestros desplazamientos. Se agradecía el solito.
 

Igual han visto en alguna ocasión un árbol cargadito como este, lleno de lazitos rojos. La gente escribe un deseo y luego tiene que conseguir que se quede enganchado en una de las ramas.
 

Parece fácil, pero este buen hombre se tiró su rato hasta que consiguió enganchar el lazito en una de las ramas.
 

Tampoco puede faltar la comida. Los puestitos abundaban a todo lo largo del camino, desde salchichas o piñas de millo, huevos hervidos o incluso, si se fijan bien en esta foto, cotufas. Luego no me digan que no hay donde elegir, tanto para los pequeños como para los adultos. Dar un paseo de domingo mientras picamos algo.
 

Ya se sabe lo habitual que es ver a la gente, paraguas en mano, para protegerse de los rayos del sol cuando estos van ganando en intensidad. Estas señoras desde luego si que iban bien preparadas, hasta con sus respectivos gorritos. Vayan por la sombrita 🙂
 

Bueno, pero estarán pensando: «¿no nos ibas a hablar de las atracciones turísticas?», en efecto. En esa mañana de domingo nos encontrabamos recorriendo los alrededores del Lago Oeste de Huizhou, uno de los puntos de interés de la ciudad. Según nos contaba el guía, guarda un cierto parecido con el lago que se encuentra en Hangzhou (cerca de Shanghai) pero la diferencia de tamaño es más que considerable, ya que, el de Huizhou es tres veces más pequeño. Su extensión total es de 3,2 km2 de los cuales 1,4 corresponden a agua. En su conjunto hay cinco lagos, seis puentes y ochos lugares de interés.
 

 

Yo aún no he tenido la suerte de visitar el lago de Hangzhou pero gracias a la experiencia de mi amigo Alberto puedo decir que el de Huizhou se queda un tanto empequeñecido, y no sólo por la diferencia en su extensión sino por la belleza del paisaje. Igual es cuestión de volver en otra ocasión con más calma y descubrir los rincones de este lago.
 

De entre los sitios a visitar, destacar la Pagoda de Si Zhou o también conocida como Pagoda de Jade. Una estructura de base octogonal y casi 38 metros de alto (7 plantas). El nombre de esta pagoda budista le viene originalmente cuando durante la dinastía Tang, el emperador Li Xian decidió mandar a construir una pagoda en memoria del monje indio Sen Jia. Ésta se encontraba en Si Zhou, en la provincia de An Hui. Más tarde se construyeron diversas pagodas que adoptaron este nombre, siendo ésta una de ellas.
 

A lo largo de la historia, ésta pagoda ha sufrido diversas reconstrucciones. Sería en 1564 cuando se quedó en ruinas. Posteriormente durante la dinastía Ming (1618) se ordenó su reconstrucción que tardaría 5 años en completarse. Hasta un total de cuatro veces más tuvo que ser reconstruída hasta su aspecto final en nuestro días.
 

Nada más verla, hizo que mi mente viajase atrás en el tiempo para situarme en Vietnam y más en concreto en los alrededores de la ciudad de Hué, con una bonita pagoda. Cómo ha pasado el tiempo, ¿verdad?
 

 

Casi sin darnos cuenta, era momento en el que teníamos que regresar al lugar de encuentro. La guagua nos esperaba para llevarnos de vuelta, hora de la comida y luego rumbo a Shenzhen, nuestro punto de partida el día anterior. La pagoda a lo lejos, vigilante y testigo del paso de los años. Eesperemos que se mantenga con pie firme, nos vemos en la próxima.