Comenzamos una nueva semana y siguiendo un poco al hilo del últimos post, con inspiración tailandesa desde Chiang Mai. De nuestra escapadita a finales de noviembre y que dio para mucho. Disfrutamos de buena comida y conociendo los alrededores de la zona, entre ellos el lugar del que les hablaré a continuación.
El templo de Wat Phrathat Doi Suthep se encuentra situado en lo alto de una colina a unos 15 kilómetros a las afueras de Chiang Mai. Aunque no es mucha distancia, según nos vayamos acercando hacia la carretera de acceso nos daremos cuenta que el tráfico se puede volver un poco denso y al ser este el único punto de acceso para los vehículos. Por tanto, es recomendable ir algo más temprano para poder contemplar el atardecer desde lo alto y luego más tarde con calma empezar el camino de regreso cuando la noche empieza a caer o igual adelantarse un poquito.
Según cuenta la historia, fue en el año 1383 cuando se ponían las primeras piedras de este templo y con la construcción del primer chedi, esa especia de campana picuda, pero a lo largo del tiempo ha ido sufriendo transformaciones y ampliándose. No sería hasta el año 1935 que hubo carretera para facilitar un poco el acceso y hasta nuestros días que el flujo de gente es considerable por la afluencia no sólo de los locales sino de los turistas.
Momento de oración tras haber pasado por los puestitos que venden incienso estratégicamente colocados en las cercanías del templo.
¿Será esta la chedi sobre la que se erigieron los primeros cimientos del templo? la estructura en general es la clásica de los templos tailandeses, con una zona central donde se suele guardar un buda y en el perímetro una galerías con un montón de estatuas de budas e inscripciones. Si nos fijamos, veremos que hay algunas placas de gente que ha realizado donaciones a lo largo de los años para asegurarse tener su nombre en las paredes y con cuya contribución ayudan a las labores de mantenimiento del mismo.
Después de haber estado un rato recorriendo los rinconcitos del templo, parece que el cielo decide que es hora de dar el día por terminado y el sol empieza a esconderse a lo lejos. Son muchos los que desde el mirado contemplan los últimos rayos mientras que otros se dirigen a la salida a coger su transporte para evitar las colas habituales. Una buena forma de terminar nuestro día y cogiendo rumbo al hotel para descansar y luego prepararnos para la cena.