Detalles

 

Es una tradición que se repite año tras año y ya va tocando poner la decoración propia. Si apenas un mes para el mundo occidental terminamos nuestras fiestas de Navidad, ahora le toca al mundo oriental celebrarlo a su manera. A modo de recordatorio, según el calendario chino que se rige por el lunar, será en la segunda semana de Febrero cuando comiencen las festividades. Desde el domingo 10 y siendo festivos los siguientes tres días en Hong Kong, aunque para el resto de China puede significara semana completa.

Algunos elementos decorativos relacionados me he ido encontrando durante estos días, tales como este pequeño puente situado en frente del edificio Hopewell en Wan Chai. Lo curioso, que a un lado había un pequeño mural en el que la gente podía dejar un candadito. Parte de festividad china y también combinado con la cercanía al día de San Valentín.

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Viajando hasta Kowloon y en un sitio de mis preferidos como sabrán, Mongkok, y en el centro comercial Langham Place. En lo alto de una de sus entradas, no faltan los motivos decorativos y esta vez no hay Hello Kitty, sino unas simpáticas muñequitas chinas.

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El color naranja como saben, representa fortuna y por su parecido con el oro. De ahí que veamos muchos arbolitos con estas naranjitas y presidiendo muchos edificios o portales de casas.

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Todos estos elementos que nos indican la llegada inminente de una semana festiva, no sólo en China sino en más países asiáticos como Vietnam, Taiwán, Singapur o Malasia. Tampoco olvidarnos de las comunidades que vivan fuera de su país de origen que seguro tendrán sus celebraciones. Me imagino los Chinatown repartidos a lo largo y ancho del globo.

Despacito

 

Como otro año más y sobre estas fechas, semana arriba o semana abajo (lo que diga el calendario lunar), la tradicional entrada del Nuevo Año Chino. Toca ir a pasar unos días con la familia de mi novia a su pueblo. No somos los únicos que también haremos lo mismo, la estación de tren en Shenzhen está abarrotada de gente ansiosa de reunirse con los suyos, es la celebración más importante a la hora de recibir el nuevo año. Como había comentado hace poco, se da la bienvenida al año del dragón.
 

Hay que tomárselo con paciencia, pero a veces los chinos de esos tienen poca, pero no nos vamos a calentar por ello, que corran si quieren. Al final vamos a llegar todos al mismo tiempo. Nos tocó esperar casi 1 horita a qué llegase el tren (podría haber sido peor), y una vez sentaditos nos podemos relajar tomando un cafecito mientras escuchamos un poco de música. No es un trayecto muy largo, de apenas unos 45 minutos que pasan volando. Pero entre el trasiego desde que uno sale de casa hasta que llega a su destino, a lo tonto son sus casi 3 horas, pero al menos es un viaje que se hace de formas contadas y para ocasiones especiales como estas.
 

Hasta tenemos un simpático pasajero que de repente se asomó entre los asientos delanteros. Al principio no tenía una cara de muy buenos amigos (niño serio que no veas) pero al rato terminó ablandándose y eran todo sonrisas 😀
 

¿Cómo resumir los siguientes casi 4 días? mucho comer, más de descansar y algunos ratitos de ver la tele. Es momento desconexión y de cuando las horas parecen durar más que nunca. Juraría que cuando estoy en Hong Kong o cualquier otra parte, el tiempo pasa demasiado rápido. No faltan los dulces, frutos secos… que hacen buena compañía entre una comida y otra junto con unos vasitos de té calentito (un pelete, mas bien frío…)
 

Sin olvidarme del ruido constante, en especial en la noche del domingo al lunes que es cuando el nuevo año se está iniciando. Los fuegos artificiales y petardos desde bien por la tarde hasta altas horas de la noche, no paran de resonar. Al día siguiente los restos esparcidos por el suelo mojado, permanecerán los primero días hasta que más tarde sea momento de limpiar.
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En algunos de los paseítos por los alrededores, siempre hay ocasión de descubrir algún rinconcito nuevo. En unas casitas muy tradicionales por donde el tiempo parece no pasar, sus gentes son amables y te sonríen al pasar, en especial los niños que son los más tímidos. Aún sigo siendo un poquito el «bicho raro», jeje, y eso que no es la primera vez que voy, pero siempre de un año para otro, hay algún nuevo miembro de la familia, y eso despierta de la curiosidad.
 

Una de las cosas buenas que tiene esta celebración, es el tradicional «lai si» (dinero rojo) para dar buena suerte. Se entrega por parte de las parejas casadas a los solteros o el jefe a sus empleados. Poquito a poquito, se junta una buena cantidad. Ahora toca guardar el dinero al menos hasta el mes que viene, y luego ya se verá qué se hace con él. Bien para otro futuro viaje a China, comprar alguna cosita o ahorrarlo en el banco.

Vuelta a la realidad de la ciudad, donde el ritmo continúa a pesar de que en estos días se vea disminuido un poco por aquellos que aún están de vacaciones, aprovechando el puente, y que se incorporarán el lunes. Con otro fin de semana por delante que muchos agradecerán para descansar de los desplazamiento de ver a sus familiares por toda China. Hasta el año que viene, el año chino ya ha comenzado.

 

Visitando Huizhou

 

Dentro de toda visita que se precie, los rincones turísticos es algo que no puede faltar. En este caso al ir con un tour organizado pues uno ya iba a tiro hecho, cosa que facilita las cosas aunque a veces a uno le gustaría disponer de algo más de tiempo para campar a sus anchas y sin limitaciones de horario.

Al estar en plenas celebraciones del Nuevo Año Chino, se podrán imaginar lo animado que estaba todo. Bastantes adornos entre farolillos y figuritas. La gente paseando de un lado a otro aprovechando el buen tiempo reinante, aunque a pesar de existir un poco de bruma el sol estaba pegando de lo lindo. Yo pensando que iba a hacer más frío al estar un poco más al norte de Hong Kong, pero la chaqueta que llevé, bajo el brazo o en la guagua en la que realizábamos nuestros desplazamientos. Se agradecía el solito.
 

Igual han visto en alguna ocasión un árbol cargadito como este, lleno de lazitos rojos. La gente escribe un deseo y luego tiene que conseguir que se quede enganchado en una de las ramas.
 

Parece fácil, pero este buen hombre se tiró su rato hasta que consiguió enganchar el lazito en una de las ramas.
 

Tampoco puede faltar la comida. Los puestitos abundaban a todo lo largo del camino, desde salchichas o piñas de millo, huevos hervidos o incluso, si se fijan bien en esta foto, cotufas. Luego no me digan que no hay donde elegir, tanto para los pequeños como para los adultos. Dar un paseo de domingo mientras picamos algo.
 

Ya se sabe lo habitual que es ver a la gente, paraguas en mano, para protegerse de los rayos del sol cuando estos van ganando en intensidad. Estas señoras desde luego si que iban bien preparadas, hasta con sus respectivos gorritos. Vayan por la sombrita 🙂
 

Bueno, pero estarán pensando: «¿no nos ibas a hablar de las atracciones turísticas?», en efecto. En esa mañana de domingo nos encontrabamos recorriendo los alrededores del Lago Oeste de Huizhou, uno de los puntos de interés de la ciudad. Según nos contaba el guía, guarda un cierto parecido con el lago que se encuentra en Hangzhou (cerca de Shanghai) pero la diferencia de tamaño es más que considerable, ya que, el de Huizhou es tres veces más pequeño. Su extensión total es de 3,2 km2 de los cuales 1,4 corresponden a agua. En su conjunto hay cinco lagos, seis puentes y ochos lugares de interés.
 

 

Yo aún no he tenido la suerte de visitar el lago de Hangzhou pero gracias a la experiencia de mi amigo Alberto puedo decir que el de Huizhou se queda un tanto empequeñecido, y no sólo por la diferencia en su extensión sino por la belleza del paisaje. Igual es cuestión de volver en otra ocasión con más calma y descubrir los rincones de este lago.
 

De entre los sitios a visitar, destacar la Pagoda de Si Zhou o también conocida como Pagoda de Jade. Una estructura de base octogonal y casi 38 metros de alto (7 plantas). El nombre de esta pagoda budista le viene originalmente cuando durante la dinastía Tang, el emperador Li Xian decidió mandar a construir una pagoda en memoria del monje indio Sen Jia. Ésta se encontraba en Si Zhou, en la provincia de An Hui. Más tarde se construyeron diversas pagodas que adoptaron este nombre, siendo ésta una de ellas.
 

A lo largo de la historia, ésta pagoda ha sufrido diversas reconstrucciones. Sería en 1564 cuando se quedó en ruinas. Posteriormente durante la dinastía Ming (1618) se ordenó su reconstrucción que tardaría 5 años en completarse. Hasta un total de cuatro veces más tuvo que ser reconstruída hasta su aspecto final en nuestro días.
 

Nada más verla, hizo que mi mente viajase atrás en el tiempo para situarme en Vietnam y más en concreto en los alrededores de la ciudad de Hué, con una bonita pagoda. Cómo ha pasado el tiempo, ¿verdad?
 

 

Casi sin darnos cuenta, era momento en el que teníamos que regresar al lugar de encuentro. La guagua nos esperaba para llevarnos de vuelta, hora de la comida y luego rumbo a Shenzhen, nuestro punto de partida el día anterior. La pagoda a lo lejos, vigilante y testigo del paso de los años. Eesperemos que se mantenga con pie firme, nos vemos en la próxima.

 

Del diez

 

Sin duda, lo mejor de la escapadita con el tour a Huizhou: el hotel. Cuando uno viaja solo el panorama es totalmente distinto a cuado uno va en pareja, y quedarse en un hotel de más categoría gusta, no me digan que no es genial 🙂

El precio del tour era por debajo de los 90 euros por persona e incluía todos los desplazamientos, las comidas junto con la noche de hotel y al día siguiente su correspondiente desayuno. Después de pasar unas cuantas horas en la guagua, primero desde Shenzhen a Huizhou, al restaurante, luego de visita, que si la cena y por último, nuestro destino final en la noche del sábado era el Hotel Crowne Plaza. Todo un señor 5 estrellas y bastante nuevecito.
 

En lo que nuestro guía hacía las gestiones para conseguir las tarjetas de nuestras habitaciones, tiempo para poder golifiar por la recepción y sacar algunas fotos. Bastante amplio y el ambiente muy tranquilo, aunque también como eran casi las 10 de la noche, se entiende.
 

 

 

Al par de minutos ya disponíamos de nuestra tarjeta y era momento de irnos hasta la planta 10. Qué ganas de llegar a la habitación y dejarnos caer sobre la cama. En nuestras mentes imaginando cómo sería el interior… ya queda poco para saberlo, unos poco metros más por el pasillo y habremos llegado.
 

¡¡Y tachán!! aquí estamos en la habitación 1004. Las camas tienen una pinta tremenda. Al poco confirmaríamos los cómodas que eran y lo a gustito que se estaba tirado en ellas viendo la tele un rato.
 

Tampoco nos podemos olvidar del señor baño que además de su buena ducha, no podía faltar una buena bañera. Unos acabados bastante elegantes como pueden ver, todo colocadito y listo para ser usado. Una duchita caería en breve…
 

 

Me quedo con algunos detalles de la habitación como son estas conexiones del televisor justo a la altura de la mesa escritorio, ideales para conectar nuestro portátil y disfrutarlo a pantalla gigante. Súper útil si tenemos algún vídeo almacenado en nuestro disco duro, o bien, si disponemos de una memoria usb. El entretenimiento mientras descansamos, lo tenemos asegurado en caso de que no encontremos nada interesante en los «pocos» canales existentes en la televisión.
 

Ya sólo me queda analizar el aspecto de la comida. Al día siguiente después de un buen descanso, pudimos disfrutar de un buffet-desayuno en el que no faltaban platos de todo tipo. Desde dim sum hasta los clásicos huevos revueltos con salchichas, algo de dulcitos y que tampoco falte frutita variada.

He aquí mi elección. Empezar con un juguito de naranja y luego vendría un cafecito. La tentación me pudo, fue ver unos gofres y plasss: «estos para mi», con un toque de chocolate y también de mermelada de grosellas (oculto por el otro lado)
 

 

Para cerrar, nada mejor que un mix de frutas, y a cada cual mejor, pero sin duda la fruta de dragón y la naranja estaban en su punto
 

Muy buenas sensaciones las que nos causó el hotel, lástima que sólo nos quedásemos durante una noche pero suficiente para recargar las pilas y desconectar en un ambiente muy agradable. Más que recomendable.