Fruta de Jack

 

Con este curioso nombre le doy la bienvenida a este post de hoy que más adelante explicaré. Si el viernes cerraba la semana hablando de algunos tipos de fideos, dar comienzo una nueva semana y hablando de fruta, además, que es una poco habitual.

Originaria de la India pero que luego se ha expandido su presencia por países del sudeste asiático como Vietnam, Malasia o Tailandia. Y su nombre: jackfruit, en honor a un botánico escocés llamado William Jack que trabajó en la compañía de la India del Este en Bengal y Sumatra. No obstante, en los distintos países donde se introdujo adoptó un nombre local. El exterior de la fruta tiene un parecido similar al durian pero no es de piel con picos. Alguna de sus frutas puede llegar a pesar hasta 36kgs y lo que se aprovecha de ella es el interior, la pulpa que es de aspecto fibroso y de sabor como a tarta de plátano.

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En el supermercado nos podemos encontrar las bandejas ya listas para llevar a casa, eso facilita mucho, porque me imagino que abrirlo debe costar lo suyo.

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¿Habían escuchado hablar de esta fruta? Bastante exótica desde luego. Y aunque no lo crean, aún no la he probado. Creo que un día de estos va siendo el momento de hacerse con una bandejita.

 

Fideos (II)

 

Retomando la entrada con la primera parte donde comentaba algunos tipos de fideos que nos podemos encontrar en Asia, en esta segunda entrega traigo algunos platos más que son un buen ejemplo de las formas de preparar esta pasta que puede combinarse de infinidad de formas para satisfacer a muchos paladares.

Fideos salteado con ternera

Uno de los platos más tradicionales dentro de la cocina china y muy fáciles de preparar. Basta con juntar unos fideos planos (flat noodles) mezclarlos con brotes de soja, trocitos de ternera, alguna verdurita más y como estos, un toque de semillas de sésamo. Su aspecto puede que parezca grasiento pero a la hora de comerlo esa sensación cambia por completo. Son bastante sabrosos, aunque igual en algunos sitios hagan uso de potenciadores del sabor, con lo que es bueno fijarse en donde pongan que no usan MSG o similares, para asegurarnos que además de rico, comemos también sano.
 

El siguiente es uno de mis favoritos. Un plato universal donde los haya y de origen tailandés, pero que lo podemos comer en cualquier sitio de la zona asiática, pero claro, mejor sabe en el sitio original. No obstante, en la ciudad podemos encontrar restaurantes tailandeses con buenos platos y entre ellos no puede falta un buen plato de pad tai. Otro estilo de fideos mezclados con trocitos de tofu, brotes de soja, gambas, almendritas picadas y un toque de lima. ¿Se lo imaginan? pues cuando los prueben, la experiencia es mejor aún.
 

Por último en la entrega de hoy, un plato algo más simple y que no requiere esfuerzo alguno. Se trata de los típicos fideos que vienen en cacharrito de plástico. De los que basta con poner agua a hervir y luego que los fideos se ablanden para coger su textura y añadirles algunas especial al caldo para que cojan sabor. Con la base de estos noodles y luego ligeramente salteados, acompañados de una bolitas de taokoyaki y un muslito de pollo; se hace una buena combinación para un menú económico del conocido Café de Coral
 

Tres nuevas formas de comer fideos y con mayor o menos grados de contundencia. Las raciones son generosas aunque en el último caso al tratarse de ser un «menú merienda» es algo más ligero evidentemente.
Justo ayer iba con ganas de comer unos vermicelli (otro tipo de fideo que hablaré más adelante) en un vietnamita pero con mala suerte que ya estaban agotados. Dentro de lo malo opté por un pho que también está bueno, pero con el calor que empieza a hacerse notar en estos días, va a apeteciendo algo más fresquito. Se los cuento en una próxima entrega 🙂

¡Buen finde!

 

Volviendo a Indonesia

 

Sé que no tengo perdón pero cuando no es una cosa, es la otra y pasan los días casi sin darse uno cuenta. Aprovechando que hoy es día 26 y hace justo un mes que regresásemos los tres del viaje a Indonesia. Alberto y Dani y este servidor. Atrás quedaba una experiencia que tardaremos tiempo en olvidar, que digo, algo que recordaremos siempre. No se crean que voy a contar el viaje de atrás para delante, ni mucho menos, sino al menos dar unas pinceladas de lo que acontecieron esos días por aquellas tierras; un aperitivo que de pie a contar las distintas etapas del viaje.

El punto de partida era Yakarta en la noche de un viernes. Salir del trabajo un poco antes y para el aeropuerto. Unas cuatro horitas y algo de vuelo, llegando una hora antes de la media noche. Luego sólo quedaba pasar los trámites habituales: inmigración, coger la maleta y en taxi al centro de la ciudad. Quizás si hubiera pillado vía Singapur me hubiera salido un poco más económico, pero no compensaba porque sería algo más paliza y hubiera tenido que salir con algo más de antelación. En fin, a lo que iba. Dani llegaba de Singapur y Alberto ya andaba por Indonesia desde unos días atrás visitando templos. Tocaba una noche de marcha por la capital y al día siguiente en plan relax que luego a la noche tocaba coger nuestro avión que nos llevaría hasta Sorong en la parte más oriental, en la isla de Papúa.

Nos esperaba un trayecto interesante haciendo escala en Makassar, pero con muy poco tiempo de espera, algo que nos inquietaba pero que al final todo salió como la seda y destino final en Sorong. Intentar dormir en los vuelos, de unas 2 horas y poco cada uno, y tener fuerzas para todo el día del domingo que nos esperaba nada más llegar.

En último vuelo cuando ya empezaba a amencer pudimos ver algunos de los islotes a medida que hacíamos el descenso. Ya casi estábamos 🙂
 

Para los siguientes días, tocaría hacer sus millas a bordo de un singular barquito y con los que serían nuestros compañeros durante la travesía: el patrón del barco, su sobrino y un ayudante. La aventura había dado comienzo. Surcaríamos las aguas hacia el norte con la misión de disfrutar del enclave de Raja Ampat, el objetivo principal de nuestro viaje.
 

Este muellito sería también nuestro compañero durante algunos días. Desde él contemplaríamos el paso de barquitas, cómo llegaban los atardeceres o echándonos una siesta en las hamacas allí colgadas. Y con ojito de caminar firme sobre los tablones, especialmente de noche, aunque era más seguro de lo que parece 🙂
 

Tres fotos que ilustran a grandes rasgos nuestro viaje y seguro que hacen que les sepa a poco a poquito, lo sé.. En días siguientes vendrán posts un poco más extensos, sigan al loro. Mientras tanto no dejen de pasarse por el blog de Alberto que ya ha escrito unos cuantos posts y súper completos que no tienen desperdicio.

 

Quietoo!

 

Todos sabemos que hay unas normas básicas de comportamiento ciudadano y especialmente cuando usamos el transporte público. Algunas tales como: dejar salir antes de entrar, respetar las colas o ceder el asiento a las personas mayores, madres con niños… En el caso que nos ocupa para esta entrada, nos centramos en las marcas del suelo que es habitual ver en la paradas de tren o de metro.

Sin duda, en las primeras son las que debemos prestar mayor atención ya que quedan estaciones en las que aún no hay compuerta de seguridad, con lo que debemos respetar las distancias junto con las indicaciones que vemos en la foto siguiente. Nada nuevo, ¿verdad? pero la gente cuando va a su aire es como si de repente olvidase estas reglas básicas de comportamiento, especialmente cuando es hora punto, todos queremos llegar a casa lo antes posible y nos olvidamos de lo principal.
 

Las líneas nos indican que debemos ponernos a los laterales y dejar que la gente que viene en el vagón pueda salir por el centro, pero una vez más, muchos se saltan esto y se plantan en el medio como si tal cosa, así luego, vienen los empujones y se ralentiza el intercambio de pasajeros. Con el uso de caritas simpáticas en los recordatorios, nos invitan a no apurarnos y no bloquear las puertas, igual a los más pequeños les entra mejor este mensaje que a los mayores, al menos seguro que captan más su atención.
 

Y no sólo es Hong Kong, esta imagen está tomada en uno de los andenes de una estación en Tokio de cuando estuvimos hace unos meses atrás. Aquí si que no tengo quejas, porque los japoneses siempre conservan la compostura y son correctos, de ahí lo eficiente de su sistema de transportes. Si nos apuramos, al final todos perdemos.
 

Del sistema de transporte de la ciudad no tengo queja, pero si a veces del comportamiento de alguna gente que se cree al margen de todo. Por suerte he visto que alguno ha saltado para decir: «a la cola», «no empuje que no entramos más en el vagón». En todos sitios siempre tendremos a los clásicos listillos, pero eso es inevitable, ¿no creen? y no será porque no vean las marcas en el suelo o escuchen los anuncios por la megafonía. En fin… para el resto de nosotros, quietitos y a esperar nuestro turno buenamente.