Calor del sur

La tierra canaria, una tierra cálida y que es lugar de visita habitual de muchos turistas procedentes del norte de Europa. La agradable temperatura reinante durante la mayor parte del año invita a visitar las playas, perderse por los montes y también como no, disfrutar de la gastronomía. En no demasiado espacio se juntan muchas cosas, gran diversidad es lo que tienen y en especial Tenerife con el pico Teide como protagonista. Lo mejos es dejarse llevar y tomar cualquier dirección. Cierto es el dicho: «todos los caminos conducen a Roma» o a Tenerife también 🙂

Montes de pino canario y roca volcánica, contraste de colores y ver cómo cambia la vegetación conforme varía la altura. Una de las mejores formas de descubrir las islas es alquilar un coche y echarse a hacer kilómetros, carreteras sinuosas y con sitios para contemplar el paisaje, invitar a hacer una paradita para descansar. Hasta yo, apesar de ser local, no me canso de recorrerla cada vez que estoy de vuelta y es un soplo de aire fresco que siempre sienta genial.

Del aire de altura hasta el aire a nivel del mar, donde las playas de arena negra dominan el paisaje. El sur de la isla, en sitios como el Médano son el lugar perfecto para pasar un día de relax o bien si nos gustan los deportes como el windsurf o kitesurf tan populares en la zona.

Los días están cargados de emociones y pueden llegar a ser agotadores. Para alojarnos, la oferta es muy variada, pudiendo encontrar hoteles baratos en Costa Adeje o bien apartamentos, a nuestra elección. Hoteles para todos los bolsillos, en plan familiar, con la pareja o bien con amigos.

Seguro que encontrarán ese rinconcito de la isla para desconectar por unos días o quizás unas semanitas. Cuánto más tiempo mejor, verdad? Y ahora que estamos en primavera, apetece una escapadita como éstas.

En Verona

Habíamos recibido el año en Milán y al día siguiente habíamos planeado desplazarnos hasta Verona. El tiempo aunque inicialmente estaba algo gris, conforme nos fuimos alejando parece que el cielo se iba aclarando. También lo que era un paisaje un poco industrial iba cambiando a extensiones de cultivo y montañas nevadas a lo lejos. La conducción no se hizo para nada pesada, incluso hicimos un alto en el camino en una gasolinera para comprar algo de comer y así estirar un poco las piernas.

Un poco más de dos horas de carretera en total pero con mucha calma y llegamos a nuestro destino. Buscamos un aparcamiento cercano para evitarnos complicaciones, ubicar dónde estaba el centro y a a descubrir la ciudad. De entrada nos dio la impresión que era bastante acogedora y la verdad que fue todo un acierto el haber ido a visitarla. Lo bueno es que todo lo interesante está concentrado y se puede visitar de forma muy fácil. Empezando por la plaza central (Plaza de Bra) en la está el anfiteatro romano: El Arena, y donde se concentra bastante gente.


 

Podemos sentarnos en alguno de los restaurantes-cafetería para tomar algo tranquilamente mientras observamos el ambiente, muy animado siendo época navideña. El tiempo sonreía y había mucha gente paseando en ese momento.

Poco a poco nos vamos alejando hacia el interior y empezamos a callejear. Se aleja un poco la multitud y todo se vuelve más tranquilo. Callecitas estrechas con edificios de como mucho tres o cuatro plantas de altura, colores ocres y la sensación de trasladarnos en el tiempo, el tiempo parece pasar más despacio. Edificaciones muy bien conservadas, destacando los de toque religioso como la catedral o algunas basílicas.


 

Desenbocamos en la plaza de Erbe con la torre de reloj que nos vigila, muy animada con un mercadillo y donde no falta un gran árbol. La torre de Lamberti es el punto ideal para contemplar la ciudad desde las alturas despues de subir sus 263 escalones, aunque también cuenta con su ascensor.

Otro de los puntos de interés es el puente de piedra que nos lleva al otro lado del río. La corriente golpea con fuerza algunas rocas, se siente un poco de frío, me Imagino cómo estará la temperatura del agua brrr…


 

 

Muy buenas primeras impresiones de la ciudad, su parte histórica, el ambiente y como no, la comida. Lástima que apenas era un día de visita porque no nos hubiese importado hacer noche allí, así hubiera sido todo más pausado, pero más que contentos con la visita. Muy recomendable en este aperitivo a modo de post.

Estación central

Allí estábamos el día después de Navidad recorriendo el centro de Zurich, con el tiempo que acompañaba y de camino a la estación de trenes. La noche anterior había venido nuestra amiga desde Basel y junto con otro amigo de mi novia, habíamos estado cenando juntos, y al día siguiente le tocaba regresar a ella. La acompañamos en el trayecto y así de paso podíamos curiosear la zona nuevamente, ya que, el día anterior casi de tarde-noche poco pudimos aprovechar.

El arco principal nos daba la bienvenida…

Poca actividad a esas horas, seguro que hay mucha gente pasando los días festivos en la montaña u otras ciudades cercanas. Tras pasar este primer recibidor, nos encontramos en la nave principal de la estación donde hay unos paneles que anuncian el horario de los trenes y viajeros que van de un lado a otro con sus bultos.


 

En la planta baja podemos encontrar la zona de consignas, así como, los baños con duchas; muy práctico para la gente de paso que quiera refrescarse.

Tampoco faltaban cafés y restaurantes varios para picar algo y entrar en calor o almorzar propiamente. Probamos uno en cuestión que nos gustó tanto que repetimos; les contaré prontito.

Algunos esperan su turno para el tren para ir a disfrutar unos días en la nieve, es lo suyo después de haber pasado la cena de Nochebuena con la familia y los amigos. Ojalá hubiéramos ido nosotros tambien; espero que para la próxima vez, nos quedamos con ganas de ver más cerca las montañas nevadas que yan bonitas lucían a lo lejos.


 

Me quedo con el dato curioso de los baños, que para entrar había que pagar 2 francos suizos, con puerta automática y todo. Imagínate que estás en un apuro y vas sin cambio..jeje

El lago

En pleno centro, se encuentra el corazón de la ciudad: el lago Zúrich. Visible desde prácticamente cualquier lado y lugar de encuentro para todos.

Casi que uno puede llegar a tocar por momentos a las gaviotas que revolotean por el lugar.

La gente pasea por los alrededores atravesando uno de los puentes que conecta parte de la ciudad al otro lado del canal.


 

Merece la pena quedarse un rato contemplando cómo va cambiando el cielo a medida que avanza la tarde. Las nubes parece que quisieran tapar el azul del cielo, pero sólo por momentos. La brisa fresca de una tarde de invierno y la noche que no tardará en llegar.


 

El tiempo parece pasar más despacio mientras uno contempla el movimiento del agua junto con el ir y venir de la gente y los pájaros. Me imagino lo bueno que sería estar disfrutando un día de verano en el lago; seguro que ustedes tambien lo piensan.