Sobre Dubai

 

Igual que la vez anterior, el camino escogido para venir desde Hong Kong, ha sido a través de los emiratos árabes y una de sus aerolíneas: Emirates la cual tiene su cuartel de operaciones en la ciudad de Dubai. Me tocó hacer un poco de escala por la noche para coger luego la conexión a Madrid, pero el vuelo salía por la mañana tempranito y con la luz del día poder ver algunas cositas más tarde desde el aire.

El avión para este trayecto era un Boeing 777-300 que era mucho más cómo que el anterior el A330 que había cogido unas horas antes desde Hong Kong.

 

Ya tan sólo con el sistema de entrenimiento a bordo, más que satisfecho. Cantidad de películas, series o música para las 7 horas que tendríamos hasta llegar a Madrid. Tiempo que aproveché para ver la película de J. Edgar y algunos documentales. Al final me quedaría dormido con un poquito de música clásica de fondo, muy relajante. En un viaje largo, como son viajes a China hay que saber entretenerse y si uno va con una aerolínea como este, la diversión no falta.
 

 

En lo que es la ciudad de Dubai en sí, aún no he tenido la ocasión de visitarla, aunque ahora en verano con las altas temperaturas que se registran no sería le época más adecuada. Según me han dicho, a partir del mes de Octubre la cosa ya suaviza. Teniendo algunos amigos en la ciudad, se hace un destino más apetecible. No sólo conocer la ciudad y sus alrededores sino disfrutar de buena compañía. Cuando apenas habíamos despegado, pude captar esta foto donde se concentran algunos de los rascacielos más destacados de la ciudad, entre ellos el más alto del planeta: Burj Kalifa. ¿Lo distinguen al fondo?

 

 

Otra de las impresionantes formaciones, es una de las palmeras que conforma una zona residencial. Me imagino lo que podrá costar una casita allí abajo. Y no muy lejos de allí creo que están las islas estas de los millonarios y famosos. Dubai ha pegado un cambio radical y se ha convertido en una ciudad donde no falta de nada, el boom del petróleo.

 

Momento que se estabiliza el avión y se apaga la señal de cinturones. No tardará en llegar el desayuno, mi opción la arábica con hummus, queso feta y otros varios. Tampoco faltón un croissant con mantequilla y mermelada de fresa, bol de frutitas, zumo de naranja y café. La comida en Emirates es sobresaliente.

 

Aún quedaba una comida más, que sería el almuerzo, el cual me salté pero no porque quisiera sino que estaba tan dormido que ni me enteré, tampoco la azafata me despertó. Me vine a enterar cuando ya casi todo el mundo estaba terminando, pero la verdad que me había quedado bastante bien del desayuno. Más adelante cuando llegase a Barajas, con tiempo de sobra podría picar algo más mientras me tocaba el turno del último vuelo con destino Tenerife. Y Dubai en cuestión de 2 semanitas en el viaje de vuelta, pero con una escala más pequeñita. Hasta la vuelta.

 

Comiendo en Chinatown

 

Uno de los sitios recomendables a visitar en cualquier viaje a Singapur que se precie, es la zona de Chinatown. No sólo por la gran cantidad de tiendecitas en las que uno se puede pasar unas cuantas horas curioseando cositas, sino también por la oferta gastronómica. En el apartado de tiendas, podemos encontrarnos de mucho tipo y se alternan entre los sitios donde comer.
 
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Lo bueno es que hay pasillitos tipo galería por los que ir algo más fresquito las tiendas. Y es que el clima en la ciudad al estar más al sur todavía que Hong Kong, pues el calor es intenso y sobre todo la humedad. No nos podemos quejar porque el tiempo era espléndido y eso también luego a la hora de hacer fotos, se agradece, aunque luego uno tenga que refugiarse cada poco o hidratarse a lo largo del día.
 
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Cuando llegó la hora de comer y después de haber estado callejeando, fuimos casi de cabeza y sin pensarlo. Vimos un sitio en una esquinita, con aspecto algo viejuno pero con las mesas bastante animadas y la comida del menú no pintaba nada mal. ¿Para qué estar caminando más? vamos para dentro y a la mesa.
 
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Antes que nada mientras mirábamos el menú, una cerveza Tiger bien fresquita que siempre entra de maravilla.

 
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Enrolladitos de pato laqueado
 

Esto que parece una tortilla, es mucho más que eso, porque justo debajo de la capa de huevo había unos noodles. Y seguido de otra plato de verduritas salteadas con ajo. El apartado verde ya lo teníamos más que cubierto.
 
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Un plato de pescado al vapor. La forma tradicional de servirlo es en una fuente grande, con el caldito y las verduritas. Luego cada cual va cogiendo pedacitos de pescado según vaya queriendo. Es una forma bastante distinta a cómo estamos acostumbrados a comerlo los occidentales.
 
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Y lo mejor de todo para el final. Aprovechando la carne sobrante del pato laqueado, un salteado.
 
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Para más señas, los detalles de donde encontrar el restaurante:
 

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Tigre asiático: Singapur

 

Mucho tiempo ha pasado entre las dos fotos que muestra a continuación, además que muestran dos caras bien distintas de una ciudad considerada unos de los tigres del sudeste asiático como es Singapur.

Por un lado, el ambiente que se respira en el barrio de Chinatown donde podemos disfrutar recorriendo las callecitas en busca de buena comida, algunos souvenirs o también hay cabida para templos. Tanto de día como de noche, siempre hay algo que nos llamará la atención. En esta foto que data de febrero de 2008, fue el momento que daba mis primeros pasos por la ciudad.
 

Y desde aquel entonces, casi sin quererlo, la ciudad ha pasado ha tener un lugar importante en lo que a visitas se refiere. No en vano, se puede decir que no he faltado a la cita anual de ir a Singapur durante el tiempo que llevo en Hong Kong, aunque he revisado que en el año 2010 no se dio ninguna visita, creo que no cuadró en el calendario. Siendo mi último recuerdo hasta la fecha (marzo 2011) cuando visitamos el espectacular complejo de Marina Bay Sands, que unos años atrás apenas había empezado a construirse y hoy luce con todo su esplendor. Además estuve en compañía de mi buen amigo Alberto que también le tiene un cariño especial a esta ciudad.
 

Gracias a él y también no olvidarme de Mike, conocí a otro amigo en común: Dani; los tres formamos el equipo que surcaba las aguas de Raja Ampat hace unos pocos meses atrás. Es una ciudad que ha cautivados a más viajeros como a Hombre Lobo o Un Mundo para Tres, sólo hace falta leer sus blogs y darse cuenta de ello.

¿Qué nos deparará una nueva visita? y aunque no me considere un experto en la materia, pero el simple hecho de poder revisitarla, disfrutar de su comida y encontrarse con amigos; sólo por eso ya merece la pena. Una escapadita que durará de viernes a lunes. Nos lo tomaremos con calma ya que en esta ocasión nos acompañan los padres de mi novia y su sobrinita, que tendrán ocasión de visitar el país por primera vez. Seguro deseosos de lo que acontezca en estos días. Ya me encargaré por mi parte de sacar algunas fotos y que queden como recuerdo del viaje.

¡Buen finde a todos!

 

Camino de vuelta (y II)

 

Después de dejar atrás Pef y su resort, no habiendo conseguido el objetivo del almorzar, qué mejor cosa que coger rumbo. En unas horitas más estaríamos de vuelta en Pulau Kri, que si recuerdan, había sido nuestro primer punto de parada al inicio de la travesía. El camino que tomaríamos cambiaba un poco respecto al trayecto de ida y decidimos hacer la variante a través de un estrecho que conecta por el interior.
 

Un pequeño canal de unos pocos metros de ancho por el que pueden pasar barquitos como el nuestro y que luego poco a poco se va ensanchando. Salpicado con algunos islotes y muy poco transitado. En nuestro paso por el estrecho tan sólo nos toparíamos con un botecito en el lateral que estaba afanado con algunas labores de pesca.
 

Bueno, miento, nos encontraríamos con un curioso poblado a las faldas de esta montaña. Casitas de madera de aspecto muy frágil y algunas con parte en el mar. También algunos botes de pesca que reposaban, pero sin rastro de personas.
 

Me pregunto cuándo y cómo habrían llegado los primeros pobladores de esas casitas. Si acaso dos o tres familias vivirían. Desde luego que la pesca sería uno de los medios de vida principales y otros productos tendrían que ir a buscarlos por las cercanías o hasta Sorong que queda unas horitas alejado.
 

La esencia de las cosas sencillas. Seguro que a sus habitantes de nada les falta y tan felices como la gente de Mutus. Cosas así dan mucho que pensar. Uno que viene de un sitio acostumbrado a tantas cosas y de forma inmediata, a veces nos olvidamos de gente como esta que vive a la antigüa usanza y es como si el tiempo no hubiera pasado.
 

Con tanto tiempo dentro del barco, tampoco faltaba la diversión. Aquí Alberto se estaba columpiando un rato, mientras que Dani aprovechaba para coger algo más de solito, aunque parece que el solito que nos acompañaba desde la mañana se había escondido un poco con algunas nubecitas grises pero sin amenza de lluvia, eso sí, con calor todo el rato.
 

Todo quedaría atrás cuando viéramos aparecer el muellito en Kri de nuestro hostal, en el cual nos habían acogido tan amablemente. Sin problema alguno para coger cabaña para dos noches más, seríamos los únicos residentes. Veníamos con unas ganitas de comer que ni se imaginan, sólo quedaba hacer tiempo para la cena y no veas cómo de bien recibiríamos ese arrocito con verduras. Creo que hasta tuvimos pescadito, no chicos?

Mientras recibíamos la llamada de la cena, poco más podíamos hacer que contemplar cómo iba terminando un nuevo día. Era jueves por la tarde y nuestro avión desde Sorong salía el domingo por la mañana. El día del viernes nos podríamos permitir el no hacer nada y levantarnos un poquito más tarde, disfrutar de la playa con algunos bañitos y tomando el sol.
 

Mientras tanto, el cielo nos dejaba una bonita estampa para recordar siempre: la de sus atardeceres. Era la segunda vez que veíamos cómo se escondía el sol desde Kri y a cada cual más bonito. Precioso contemplar las tonalidades del cielo, un espectáculo.
 

 

 

Tanto relax tuvimos que ese día no toqué la cámara de fotos prácticamente. Nos dimos un paseo hasta un resort un poco más allá de nuestro hostal. Prácticamente vacío pero nos encontramos con algunos de los empleados que nos ofrecieron un poquito de agua mientras descansamos en una de las cabañas. Poco más que hacer por los alrededores y tan sólo retornar para tumbarnos en la arena, y esperar a la hora del almuerzo. Qué vida tan perra verdad? jeje, y la amiga hamaca una de las mejores cosas 🙂
 

Nuestra fiel Karimata que había aguantado el trayecto como una campeona, también se merecía un descanso y así de paso, el bueno de Agus no pondría peros respecto a la gasolina. De todas formas, esa misma tarde de viernes que se nos ocurrió a hacer un poco de snorkel no muy lejos, montón una escenita de gañaneo típica pero al final optó por comprar un extra de gasolina pagado de su bolsillo, porque según él estaríamos justos de gasolina para llegar a Sorong. Todo se vería..
 

Anochecía y sabiendo que mañana partiríamos hacia Sorong y siendo nuestra última noche en Kri. Echaríamos de menos nuestro hostal y su gente, igual la comida un poquito también. Se habían portado muy bien con nosotros y gracias a Dani que les batalló el precio para dejarnos la habitación por tan sólo 350.000 rupias en total, en vez de por cabeza que era lo que decía la guía. Un precio más que razonable por el alojamiento y con las comidas incluídas.
 

Al día siguiente saldríamos a eso de las 10-11 de la mañana y en cuestión de unas 3 horitas vendríamos llegando a Sorong. Parece mentira que había pasado una semana desde que saliéramos desde ese puerto y nos encontrásemos por primera vez con Agus y compañía. Sólo nos quedaba sacarnos una foto de familia para recordar ese momento.
 

Igual muchos se preguntan: ¿qué tal es la ciudad de Sorong? sinceramente poco que añadir, no tiene mucho de especial sino que es un lugar de paso para viajeros y con bastante actividad con sus tiendas, puestos callejeros y restaurantes. Un poquito sucia en algunas zonas pero con gente cordial. Decidimos dar una vuelta después de haber encontrado nuestro hotelito. Primero subido en una de esas pequeñas furgonetitas que hacen la vez en transporte colectivo y a la vuelta decidimos andar para hacer la digestión de nuetro menú de KFC y luego la cena en un restaurante local.

Entre medias hasta tuvimos tiempo de conocer a unos chavalitos que jugaban al fútbol y nos propusieron unirnos a ellos. Dani y Alberto no se lo pensaron dos veces y dieron algunos toques con ellos, aunque con la humedad del ambiente y por falta de calzado adecuado (Dani iba en cholas), decidieron dar por terminado el partido. Ni qué decir lo mucho que disfrutaron los chicos con esos minutitos.
 

Seguimos nuestro camino hacia el hotel a medida que anochecía, esperando coger algunas horas de sueño antes de ir al aeropuerto al día siguiente. Eso si el karaoke que teníamos en el hotel nos dejaba, en fin. Aguantaríamos como buenamente podíamos, pero por quejarnos un poquito y así Dani darle palique a los de recepción metiendo un poco de presión, jaja.

Echando la vista atrás, habían sido días muy cargaditos de experiencias y conociendo gente nueva. Paisajes increíbles, buceo y desconexión. Unas vacaciones con compañeros excelentes y que siempre recordaremos. De vez en cuando entra un poco de morriña viendo las fotos. Y lo bien que sabe decir: «Yo estuve ahí».

¡Hasta la próxima aventura!