Hora de la siesta

 

Si después de haber pasado por el Palacio de Bangkok, podemos acercarnos hasta el templo de Wat Pho. A la hora que fuimos nosotros parecía no haber demasiada gente, nada de colas y pagar los 20 baht de la entrada. Caminar a nuestras anchas recorriendo los edificios del templo.
 

Reflejos brillantes del sol de la tarde, creo que las horas de luz empiezan a escasear.
 

¿Y quién dijo que los budas no podían descansar? ellos también tienen derecho. Un claro ejemplo es el enorme buda reclinado que nos encontramos en el interior de este este templo, sin duda, este buda es el atractivo principal del lugar. Con poco más de 200 años, este buda fue terminado antes de que la capital fuese trasladada a Bangkok. En este lugar fue también donde se originó el conocido masaje tailandés.

A nuestra entrada en el recinto donde se encuentra, nos recibe con cara sonriente, parece como si nos estuviera observando. Un color dorado intenso llena todo el interior de la sala, los turistas van recorriendo el lugar bordeando la estatua en círculo, apreciando los detalles.
 

 

Nada más y nada menos que 46 metros de largo y 15 metros de alto. Aquí se puede ver la estatua en toda su extensión, una obra impresionante que ilustra el paso de Buda al nirvana. Como detalle curioso, decir que los ojos y los pies están decorados con perlas.
 

 

No pueden faltar en los laterales, pequeños altares con ofrendas. Por si acaso nos advierten que no nos sentemos, nunca se sabe cuando llegará algún despistado.Siempre hay que estar atentos para no romper las tradiciones o hacer algo que pueda incomodar a los locales, a nosotros tampoco nos gustaría con lo nuestro.
 

Integrarnos en la cultura y tradiciones del país, aprovechar para echar moneditas en cada una de estas vasijas a medida que vamos recorriendo el buda por la parte posterior. Sonido constante. clin clin clin… una persona tras otra. Me pregunto cuáles serán sus deseos y si se llegarán a cumplir…
 

Por lo pronto creo que vamos a hacer una pausa, igual hasta nos reclinamos un rato, sino ver a buda y seguir su ejemplo que seguro alcanzamos el nirvana echando una cabezadita 🙂
 

Georgetown

 

Así como quien no quiere la cosa, se han venido a juntar entradas algo parecidas. Si bien ayer eran las calles de Kowloon, hoy cambiamos de escenario y nos vamos a trasladar hasta Malasia y más concretamente a Penang.

La ciudad de Georgetown es el núcleo principal de esta isla, que a lo largo de los años ha sabido conservar sus edificios históricos y conseguir una identidad propia. Por ello es considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 2008. Destacan sus edificios de estilo colonial y de vivos colores. Ciudad en la que conviven varias culturas como la china, malaya e india por nombrar algunas, con sus barrios diferenciados que hacen la hacen más peculiar si cabe.

Remontándonos un poco en la historia, en sus orígenes a Penang se la conocía como «Pulau Pinang» o «Isla de la Nuez de Betel». Sería en el año 1786 cuando el capitán Francis Light pisara la isla por primera vez, pero no sería hasta años más tarde y por la insistencia del mismo que conseguiría un trozo de tierra que formaría la ciudad de Georgetown tal y como se conoce hoy en dia, estatus que conseguiría en el año 1957 otorgado por la reina Isabel II. Su puerto gozaba de bastante actividad debido al comercio de té, especias, porcelana y textil.
 

Como muestra tenemos el ayuntamiento que aparece en la siguiente foto.
 

 

En cambio otros, de aspecto algo más descuidados pero que le dan su cierto glamour ¿No les parece? aunque una manita de pintura lo haría lucir con más esplendor. Es bonito que haya un equilibrio entre los viejo y lo nuevo, lo cuidado y lo descuidado, ambos se complementan; más motivos para poder disfrutar de los encantos de esta ciudad con tanta historia y tradición a pesar de sus pocos siglos de vida.
 

La zona de Little India con sus tiendas de telas, compra/venta de oro, los últimos cds musicales o también puestos de comida. Son olores que se mezclan en el aire, el del curry junto con las varillas de incienso y el de algunas flores, música a gran volumen y gente activa.
 

 

Las calles del barrio de China Town desiertas en una tarde de sábado. Fue algo un poco inesperado, porque siendo fin de semana, pensábamos que habría más actividad y nos equivocamos. Eso igual es porque ibamos con el chip de Hong Kong y sus calles y/o tiendas non-stop, o casi.
 

Se empieza a hacer de noche por los alrededores de la la mezquita Kapitan Keling, y eso que apenas son las 6 y media de la tarde.
 

Ahí es cuando llegó el momento de improvisar la cena de aquella noche, pero que resultó más que satisfactorio. Les dejo por hoy que se hace de noche y el fin de semana ya da comienzo, nos leemos el lunes 🙂

 

Moverse por Bangkok

 

Cuando uno llega a una ciudad nueva, una de las primeras cosas que uno suele mirar es ver cuál es la mejor forma de moverse por ella, aunque de todas formas la ciudad de Bangkok no era nueva para nosotros. En mi caso, era la segunda visita pero hacía ya tanto tiempo que las sensaciones eran como si volviera a descubrirla.

Habiendo llegado el día anterior de noche, uno poco puede apreciar los detalles que se ven durante el día pero antes nosotros una ciudad de grandes proporciones. Sólo el trayecto desde el aeropuerto hasta el centro son casi 40 minutos, circulando por autopistas amplias y bastante bien cuidadas. A esas horas de la noche, no son muchos los coches que circulan y el tráfico es bastante fluído. El taxista que me acompañaba era bastante simpático aunque a veces su inglés era un poco difícil de entender con lo que yo me limitaba a seguirle la corriente y sonreír un poco 🙂 Finalmente parece que llegábamos a las cercanías del hotel pero el conductor dudaba un poco y tuvo que recurrir a una llamadita de teléfono para orientarse. Suerte que Alberto me había hecho las indicaciones y el número de teléfono, hacía un rato que había llegado al hotel y esperaba a que apareciese. Siempre tengo una suerte, con algún retraso de por medio, pero al menos llegar sano y salvo. Ahora tocaba descansar y aprovechar el día siguiente para hacer turisteo por la ciudad.

Como nuestro hotel quedaba muy cerquita del BTS, más concretamente la estación de Surasak, decidimos empezar nuestro recorrido desde ahí y en dirección al río. La vez anterior no llegué a usar el tren sino que fui caminando a casi todos los sitios y eso a pesar del calor que hacía, un buen ejercicio.
 


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La estación de lo más tranquila, con apenas gente. Se nota que es fin de semana, pero creo recordar que serían un poquito más de las 10 de la mañana. Será que la gente aún le costaba despertar y se toman las cosas con calmita. Alguna gente local y algún que otro turista a un lado y a otro de las vías a la espera del tren que a los pocos minutos no tarda en aparecer. Un medio de transporte cómodo y muy práctico.
 

Igual la distancia a pie no era demasiado, sólo 2 paradas, pero así nos evitaríamos el intenso sol que empezaba desde bien temprano, aunque ya tendríamos tiempo más tarde de patear visitando algunos templos y sitios de interés. Bien es cierto que iba sin ningún plan en mente y me dejé llevar por Alberto que había sido más previsor trayendo consigo la guía de Tailandia. Vamos allá..

La idea era coger un barquito para navegar por el río Chao Phraya para luego ir parando en las distintas estaciones e ir viendo algunos sitios de interés. Había la posibilidad de comprar billetes sencillos o bien coger un bono válido para todo el día y pudiendo coger el barco cuantas veces quisiéramos. No le llegamos a sacar tanto partido, pero así nos evitamos tener que estar comprando billetes en casa ocasión.
 

Edificios a un lado y a otro del río. Pequeños muelles donde la gente se sube y baja para cruzar al otro lado del día, contrastan con edificios altos que suelen albergar hoteles de prestigio como: The Peninsula, Mandarin Oriental…
 

Un agradable paseo en barco que te da otro punto de vista de la ciudad. Huyendo del calor del asfalto y sintiendo un poco de brisa a pesar de un día caluroso pero sin llegar a ser húimedo, que se agradece. Construcciones entremezcladas y que se pierden hasta donde la vista alcanza. Casas que flotan parcialmente sobre el agua, picos de templos que se «esconden» más hacia dentro.
 

Al rato, parece que nos estamos aproximando a una de nuestras paradas. Hay que ir preparándose cerca de la salida, ya que, el barco para tan sólo unos instantes y continúa su marcha río arriba o abajo, según se mire. A nuestro paso por la calle, hay otro medio de transporte muy característico y que hay que probarlo una vez aunque sea: el tuk-tuk. Un triciclo motorizado que recorre las calles de Bangkok a gran velocidad y cuyo sonido del escape, es el que le da su nombre tan peculiar. Siempre revolucionados y dispuestos a llevar clientes a cualquier parte, conductores un tanto insistentes y con grandes habilidades al volante. ¿Se han montado en alguno?
 

En esta ocasión no hicimos uso del tuk-tuk y después de sendos paseos en tren y barco, optamos por caminar callejeando, que es la mejor forma de descubrir la ciudad. Aquellos sitios que no salen en las guías y que te encuentras al doblar una esquinita, es la magia de viajar y descubrir sitios nuevos.
 

 

En recuerdo

 

Un lugar de paso en el bullicioso distrito de Central que es testigo en silencio del tráfico diario, la gente que va y viene de trabajar, haga frío o calor… Fue en el año 1923 cuando este monumento fuese construido, aunque muchas cosas han cambiado a su alrededor con el paso de los años. Situado en frente del edificio legislativo y en el conjunto de Statue Square, nos encontramos con este monumento («The Cenotaph») que sirve como homenaje a los caídos durante la Primera y Segunda Guerra Mundial.

Nada mejor que una imagen del día cuando se celebraba la liberación de Hong Kong (año 1945) después de la invasión japonesa. Con el mar a escasos metros y uno de los muelles donde atracaban los ferrys que transitaban por la bahía Victoria.
 

Foto sacada del artículo de la Wikipedia

La imagen a fecha de hoy es muy distinta a la de aquel día. La tierra se ha ido expandiendo hacia el mar y en ese espacio se han habilitado edificios tales como: el ayuntamiento, las oficinas de correos e incluso el centro comercial IFC. ¿Se llegará a expandir más la tierra?
 

 

Cuando llegan los domingos, la zona se transforma con un aumento de la actividad. A la gente le gusta reunirse por los alrededores de la plaza, sentarse a comer algo o bien charlar. Pocos eventos se realizan cerca del monumento, sólo en fechas señaladas como en el día del ANZAC o alguna celebración puntual. Si uno se fija, los tres mástiles con los que cuenta están vacíos desde que en el año 1997 se hiciera la cesión de la colonia británica a China.

En memoria de aquellos que vivieron la construcción del mismo, parte de la historia viva de la ciudad. A aquellos que son simplemente visitantes temporales y a aquellos que llevamos un poco más de tiempo por aquí. Aunque no le prestemos mucho caso, el sigue vigilante.