Escalones con historia

 

Permanecer casi intacta con el paso de los años no es tarea fácil y especialmente todos los cambios que ha sufrido la ciudad con el paso del tiempo. Nostalgia al recordar esas fotos antiguas de cuando apenas había edificios altos y todo tenía más aire colonial. En cambio, hay sitios que siguen teniendo la esencia de esos años y son un reclamo para los turistas, además de, ser lugar de paso habitual para mucha gente.

La calle Pottinger, en recuerdo al que fuera el primer gobernador de Hong Kong: Sir Henry Pottinger entre los años 1843 y 1844. Situada en el distrito de Central y con la peculiaridad en sus escalones irregulares, poco habituales en las calles de la ciudad. No resulta fácil caminar por ella y más si se trata de alguien con tacones, por lo que es preferible bajar por los laterales o hacerlo cerca de la barandilla por lo que pueda pasar. No obstante, la afluencia de gente a la calle es constante y es que actúa de nexo entre las calles Hollywood Road (punto A), pasando por Lyndhurst terrace (punto B) y siguiendo hasta más abajo donde la calle se hace un poquito más llana.
 

No es extraño que veamos a parejas de novios haciéndose fotos en alguno de sus tramos, apoyados en las barandillas o turistas que no dejan pasar la ocasión para retratarse en esta calle tan particular. Vamos primero a viajar al pasado, digamos en el año 1930…
 

y luego dar un salto hasta el presente año 2010…
 

Puestecitos en los que comprar algo de arte, tiendas de reparación o copia de llaves… son algunos de los negocios presentes. Ahh! y no puede faltar un poco de toque navideño en estas fechas que se aproximan 🙂
 

Como curiosidad les dejo el siguiente enlace donde leer un poco más acerca de esta calle tan conocida aunque pase a veces un poco desapercibida. Un trocito más de la historia de Hong Kong antes nosotros.

 

Un trozo de historia

 

Como en toda ciudad que se precie, el progreso tiene sus cosas buenas y otras no tanto, o digamos que malas. A veces es el afán de arrasar con todo lo que tenga aire de «viejo», de otra época y dar paso a la modernidad sin dejar rastro del pasado. Cuantas veces habré pensado lo bien que luciría el centro de Hong Kong con más edificios de estilo colonial.

Los rascacielos se abren paso en el centro de la isla, aunque aún quedan sitios que permanecen digamos ocultos y mantienen la esencia de la ciudad viajando 50 años atrás. Uno de estos sitios es Wing Lee street, situada en la zona de Mid-levels en el distrito de Central. Una callecita muy peculiar que sobrevive al paso del tiempo.
 


 

Un conjunto de casas de aspecto descuidado en la que llevan viviendo sus familias desde hace décadas pero parece que la autoridad de renovación urbana (URA) quiere desmantelar este bloque y dar paso a la modernización de dicha calle. Y ahí es cuando saltó la polémica hace unos meses.
 

 

Una zona tranquila, donde apenas se escucha el pasar de los coches y a pocos minutos del centro. Desde luego que un sueño para cualquiera de las principales constructoras que se disputan la mayoría de terrenos en la ciudad. ¿Cuánto más aguantará en pie la calle? espero que la presión popular haga efecto y se replanteen conservar esta parte de la ciudad.
 

Es el lado «cutre» de una ciudad como esta, pero que le da ese encanto particular. Que sorprende tanto a los que vivimos aquí como a la gente que está de paso. Parte de la herencia de la ciudad y que nos permite viajar en el tiempo con tan sólo un vistazo.
 

 

Seguro que sus ciudades habrá pasado algo similar en alguna ocasión. Se acuerdan de esa plaza, de ese edificio… un rinconcito de la ciudad que conocíamos desde nuestra infancia y ahora ya sólo forma parte de nuestros recuerdos. Espero que recapaciten y a pesar de lo valioso del terreno por ser esa zona en concreto, dejen de lado sus planes ambiciosos y miren hacia el pasado.

 

Western Market

 

Un lugar emblemático y símbolo de la zona de Sheung Wan. El mercado con más historia de la ciudad cuyos orígenes se remontan a 1844 cuando éste empezase a ser usado. Desde aquel entonces hasta la actualidad, se han sucedido re-estructuraciones, cambios y/o reformas. El edificio en sí consta de dos bloques diferenciados, el lado sur (el que vemos en esta foto) y el lado norte que da hacia la calle Connaught Road Central.

El lado sur que fue terminado en el año 1858, vino a ser demolido en el año 1980 y es donde se encuentra el complejo Sheung Wan. En el interior del mercado, hay varias tiendecitas entre ellas: una sastrería, sitio de postres o restaurante con pista de baile.
 

¿Se imaginan si más edificios de la zona fueran de este estilo? de por si la zona en la que se encuentra, tiene bastante encanto, con cantidad de tienditas de pescado seco, puestos de frutas, restaurantes… se respira una atmósfera muy tradicional y con olores que se mezclan a nuestro paso por las calles.
 

Lugar también en el que el curso del tranvía hace un giro, abandonando Des Voeux Road y continúa hacia Kennedy Town pasando por la cara norte del mercado. Si queremos ir de vuelta hasta Central o ir más lejos como hasta Causeway Bay, podemos coger una de las líneas que tiene como estación final el Western Market.
 

Un edificio que se mantiene en forma a pesar del paso del tiempo y declarado monumento histórico de la ciudad hace algunos años y que ha «sufrido» reformas para seguir en pie como desde el primer día. Parte de la herencia británica de Hong Kong que sigue más vivo que nunca.

 

El pico Lantau (I)

 

Ese día que estrenaba visita al teleférico, no se iba a quedar tan sólo en eso. Seguro que muchos se quedaron con ganas de saber cómo transcurriría el resto del día hasta que llegaba de vuelta a Tung Chung casi con el inicio del atardecer.

La verdad es que tenía entre ceja y ceja llevar a cabo esta ruta. Partiendo desde los alrededores del buda, iniciamos la marcha en dirección al Wisdom Path, curiosa formación que cuenta con un total de 38 troncos de madera en los cuales hay inscritos caracteres. Un proyecto terminado en el año 2005 y fue llevado a cabo por el profesor Jao Tsung-I el cual se inspiró en las inscripciones en piedra vistas durante su visita al monte Taishan en Shandong, allá en el año 1980. Un tributo a la gente de Hong Kong y aprovechando la orografía de la zona.
 

 

Desde aquí, tenemos varias caminos donde elegir aunque por lo que pude leer uno de ellos lo habían bloqueado para su uso debido a peligros de de desprendimiento y otro de ellos que nos lleva en dirección a Tung Chung. Sólo queda un camino y es el que nos lleva hasta lo alto del pico Lantau (Lantau Peak). Dicho y hecho a iniciar el camino de peldaños de piedras rodeado de vegetación, con paso firme y decidido, sin saber aún lo que me espera por delante. Parece que nadie más se anima y voy solo durante todo este trozo del recorrido.
 

Poco a poco vamos ganando altura y el paisaje ante nosotros nos revela la reserva de agua de Shek Pik, las montañas de fondo con un ligero toque de bruma. Voy a buen ritmo, pero disfrutando del paisaje y sacando fotos a cada poco. Sin prisa ninguna y ganando altura.
 

Y esos troncos de madera que antes observaba desde tan cerca, ahora lucen tan chiquitos pero aún reconocibles y mucho más alejado la zona del buda y el monasterio de Po Lin, casi ni se reconocen. Ya sólo estamos la montaña y yo, la vegetación va ganando en frondosidad y verdor, a la vez que los escalones se hacen algo más duros y hay que ir haciendo paraditas técnicas para recuperar el aliento. No es que uno esté en baja forma, pero si reconozco que algún tramo se hizo especialmente duro, cosas de la primera vez.
 

¿Había dicho que iba solo? tuve la suerte de hacer algún amiguito por el camino, lástima que saliera disparado de un brinco al poco pero aguantó lo suficiente para poder sacarle algunas fotitos. Saluda a la cámara 😀
 

Después de dejar a nuestro amigo unos arbusto más abajo, la senda del camino ya recorrida. Casi sin darme cuenta, la altura ganada está siendo considerable, escuchar el sonido de la brisa, algunos folelés dando vueltas, más saltamontes y bichitos varios se me van cruzando por el camino. La temperatura es agradable, sin llegar a ser demasiado húmedo pero lo suficiente para echar a sudar y tener que refrescarme de cuando en cuando. Suerte que el sol no estaba pegando demasiado fuerte, listo yo, no me había llevado ninguna gorra conmigo aunque no me olvidé de crema solar que sino luego el cuello y la cara se me iban a quedar bonitos.

Al poco escucho unas voces, son dos chicos que vienen de vuelta de la caminata y muy bien equipados. Me pregunto si ¿a lo mejor habrán pasado la noche en lo alto del pico? sé de gente que lo ha subido de madrugada o hacer noche allí para poder contemplar el amanecer. Tiene que ser un espectáculo sin duda. Se lo iban tomando con calma, y al poco de pasarlo en la subida veía como se paraban al refugio de la sombra de un árbol para hacer un paradita y refrescarse. Creo que en un rato debería de ir haciendo lo propio que ya habían pasado unas cuantas horas desde el bollito del desayuno.
 

 

¡Y qué bien sabe este bocadillo de atún del Subway! algo espachurrao en el fondo de la mochila pero cuando hay ganas de comer, eso es lo de menos. Sentadito en uno de los escalones de piedra y en medio de la montaña, poco más se puede pedir. Ahh, que los bichitos no intenten darle un bocado y es que era una gran tentación para ellos, jeje.
 

Una vez repuestas las fuerzas, mirar hacia arriba y ver el cielo azul mezclado entre las nubes cercanas a la cima. El camino parece que va llegado a su fin, o no? sólo lo podré saber una vez arriba. El gusanillo en el cuerpo presente en todo momento, hay ganas de llegar a la cima y divisar las vistas o lo que allí nos depare. Continuemos…
 

Una vez allí, miramos hacia el lado derecho de la montaña y no veo más que bruma, hace más fresquito, se siente la altitud y todo queda más pequeño al otro lado donde se pierde el buda a lo lejos. Me entran las dudas al no conocer el terreno, debo de volver sobre mis pasos o seguir hacia delante, creo que estoy cerquita o al menos lo intuyo.

Hacía rato que llevaba escuchando unas voces algo más abajo y al poco de llegar yo a la «casi-cima», apareció un señor que entre sudores fue a sentarse en una roca para recuperar el aliento. El sol estaba haciendo de las suyas y el calor era importante, más aún arriba del todo sin protección de los árboles y vegetación que nos podíamos encontrar por el camino. Secarse un poco el sudor, unos traguitos de agua y al rato continuaba su marcha por el camino y yo viéndole desaparecer al poco. Debía de continuar y desvelar el «misterio».
 

 

Efectivamente, apenas unos 15 minutos más de ascenso me separaban de la cima y allí estaba en lo alto del pico, contemplando las vistas a un lado y a otro, respirando profundamente y sintiendo como si flotase. Allá abajo podía acertar a ver los edificios de Tung Chung y el aeropuerto, y hacia el otro lado la zona sur de Lantau, islotes en medio del mar y la estela de los ferrys. Que tranquilidad allí arriba.
 

 

 

Un total de 934 metros de altitud que lo convierten en el segundo pico más alto de todo el territorio, aquí la prueba. Sensación de satisfacción y ligero cansancio, pero misión cumplida o casi. Ahora queda el descenso, más sencillo o complicado según se mire, aunque casi mejor lo reservo para un siguiente post y les dejo que disfruten de las vistas desde lo alto.