Hace una semanita que daba por concluida la carrera que me había hecho poner rumbo a Chamonix para vivir de cerca la experiencia UTMB. La carrera OCC (Orsieres-Champex-Chamonix) era el reto que tenía por delante.
Como toda carrera que se precie, la noche antes es el momento de dejar preparado todo el material. Ya lo había repasado antes de salir de casa pero nunca está de más y sobre todo tener en cuenta el material obligatorio. La ropa, el calzado, geles, barritas y también una bolsa para después de la carrera. Nos podemos acostar tranquilos y dejar el despertador listo para las 4 de la mañana, un buen madrugón.
Noche cerrada, llegamos al punto de encuentro donde nos recogería la guagua de la organización. Ya hay algunos corredores esperando, sopla algo de fresquito y la chaqueta muy bien para conservar calorcito antes de subir a la guagua. Por delante, una horita y media de trayecto hasta la localidad donde empieza la prueba: Orsieres en Suiza.
Hemos hecho algunas paraditas para recoger a más corredores hasta que la guagua se ha llenado. Algunos aprovecharon para echar un sueñecito pero a mi me fue imposible, no obstante estaba bastante tranquilo. Finalmente llegamos a Orsieres con las primeras luces del día. Aprovechar para ir al baño antes de que se forme mucha cola y coger un buen sitio cerca de la salida, estirar y esperar con calma.
Conforme se va acercando la hora de la carrera, se van concentrando más y más corredores. Todos esperamos ansiosos el momento de la salida en lo que van presentando algunas de la autoridades presentes y algunos de los corredores élite.
Bien posicionados no muy lejos de la línea de salida puesto que había que evitar quedarnos embotellados. En la primera subida, según me había advertido otro español con el que coincidí y estuvimos charlando, había que evitar quedarse para atrás. No en vano, eramos 1200 corredores disputando la carrera y creo que estaría en el grupito de los 200-300 primeros. Los corredores élite saldrían disparados para luego no verles el pelo. Ya no queda nada para empezar..
Fue una pasada ver a toda la gente animando según ibamos saliendo del pueblo, y sobre todo los niños dándote ánimos. Vamos dejando atrás el pueblo, cogiendo poco a poco la senda del bosque. El paisaje es una pasada, momentos imborrables que tendré siempre en mi mente.
Marchamos a buen ritmo y se van creando espacios un poco más amplios entre los corredores. Luego con la primera subida, frenar un poco y poner la marcha corta pasito a pasito. Nuestro primer punto lo tendríamos en Champex Lac, que se caracteriza por un bonito lago que vamos bordeando.
Tal y como apuntaba la previsión del tiempo, un día caluroso pero al menos sin humedad. Creo que pasaría factura a mucha gente a lo largo de todo el fin de semana y la organización había recomendando refrescarse siempre que tuviésemos ocasión. Iba bebiendo bien, echando mano de algún gel y también una barrita.
Respirar hondo e impregnarse del aire alpino, qué bien se estaba allí arriba. Creo que las cosas estaban yendo según lo previsto y no dejaba de recordarme a mi mismo: disfruta de la carrera y no te obsesiones con el tiempo. No obstante, una miradita de vez en cuando para ver el tiempo transcurrido y sobre todo, no perder el hilo de la comida y la bebida.
Al paso de la localidad de Trient, rellenar más agua y prepararnos para la subida más dura del recorrido: Catogne. Hizo justicia a su dureza pero se supo domar la fiera con paciencia y sabiendo llevar el ritmo. Había algunos corredores que se tenían que sentar un ratito a la sombra y me interese por alguno para ver si todo estaba bien.
Una vez pasado lo peor, venía lo mejor de todo que era la bajada. Atravesando como campos de cultivo a unos 2000 metros de altura y poniendo la directa en el sendero zig-zageante con un grupito de más gente. Estaba gozando como nunca y eso que aún tenía unos buenos kilómetros por delante, así que prudencia para que luego no pasase factura.
Pasada ya la mitad del recorrido y con buenos espíritus, llegamos hasta Vallorcine que sería donde pasase un poquito más de tiempo. Disfrutando de unas rodajas de salchichón y queso, más agua y poniendo pastillas de electrolitos. Momento de salir y continuar, el sol seguía haciendo justicia pero me refrescaba siempre que podía.
Cuando pasaba el km. 40 de carrera y sabiendo que sólo me quedaba una subida más: La Flegere. En el perfil de elevación de la carrera parecía poca cosa pero se estaba reservando, jeje. Aprovechando los tramos llanos para alternar entre trote suave y caminar hasta que nos metemos de nuevo en tramo de bosque y vamos ascendiendo. He conseguido seguir pasando corredores en la subida, parece que la cosa va bien y van pasando los kilómetros con la mente puesta en coronar el último punto de control.
Diría que lo peor de esta última subida fue la rampa final antes de coronar. Menudo desnivel, solazo y zonas de gravilla que te hacían resbalar un poco. Metro a metro, echando la mirada atrás y ver la hilera de corredores que avanzaba lentamente. Seguro que todos coincidimos que se podrían haber ahorrado esta subidita, jaja. Último chute de energía con una segunda sopita que entra de maravilla, un poco de pan, rellenar agua y vámonos cuesta abajo. Al principio una pista amplia con muchas piedritas y luego de vuelta en el bosque con sus raíces y piedras típicas.
¡Vamos Javier, último esfuerzo! casi es tuya!
La última bajada se hace un poco más larga pero sabiendo que nos vamos acercando más y más a las calles de Chamonix. Algunos corredores me pasan en algunos de los tramos cuando nos adentramos en el bosque pero no me importa, yo a mi ritmo. Aún voy con fuerzas pero el cansancio se nota después de casi 50 kilómetros recorridos.
Cuando se acaba la pista y uno toca el asfalto, qué sensación! sigo en dirección al centro cuando un poco más adelante me indican que queda sólo un kilómetro, casi está hecho.
Si mi objetivo era cruzar la meta en 9h30m, finalmente mi tiempo fue de 9h33m que también está muy bien. Carrera terminada con gran satisfacción y sin problemas de ningún tipo. Me entregan mi chaleco de finalista y me dispongo a estirar un poco las piernas. También doy buena cuenta de más comida, las reservas hay que recuperarlas después del desgaste.
Decir que los voluntarios se portaron en todo momento del diez y sobre todo a la gente animando, fue una pasada! Hasta aquí la experiencia UTMB vista desde dentro, espero les haya gustado.