Españoles en Hong Kong

 

Si en su momento fue «Callejeros Viajeros» los que se dejaron caer por la ciudad, le tocaba el turno a otro programa que muestra cómo viven, qué hacen los españoles repartidos a lo ancho de este mundo. Hace unos cuantos meses la gente del programa «Españoles en el Mundo» anunciaba que se pasaría por la ciudad. Creo que fue para allá a finales del mes de octubre, aproveché la ocasión para escribirles nuevamente a ver si por un casual me contactaban para salir en el programa, pero no hubo suerte. Al parecer, iban a venir con el tiempo justo para rodar, además de tener, una avalancha de correos de más gente, con lo que al final nada de nada.

Hubo alguna gente que ayer noche me preguntó por twitter / Facebook, si iba a salir en el programa, pero ya ven que no. Igual si se presenta una ocasión más adelante, quien sabe si esta vez es la buena. El programa se emitió ayer, y a lo largo del día de hoy ya estará disponible en la web.
 

Y a los que lo hayan visto ya, ¿qué tal estuvo? Espero que haya sido interesante, pero hasta que no lo vea no podré despejar la intriga. Espero poder verlo cuando llegue a casa más tarde.

 

Rica ensaimada

 

Toda aquella persona que haya oído habla de la isla, sabrá que cuenta con ciertos productos comestibles que son muy apetecibles. No es de extrañar que cuando alguien vaya de visita reciba algún encarguito a modo de souvenir. Nosotros no teníamos ninguno pero no desaprovechamos para traernos algo con nosotros. Se trata de la famosa: ensaimada mallorquina.

Aunque la original sigue siendo la mejor de todas, podemos encontrarnos con algunas variantes con cabello de ángel o crema pastelera. Mientras íbamos de recorrido por las calles del centro, encontramos en un rinconcito un pequeño horno de pan-dulcería. Fue ver las cajas por fuera del establecimiento y tuve la llamada de la ensaimada 🙂 andes de que decidiéramos entrar, había también otra pareja que curioseaba desde el exterior pero finalmente no se animaron.
 

Mala suerte que cuando pedí una tradicional, éstas ya estaban agotadas, por lo que decidí probar algo nuevo y me decanté por una de crema. Como aperitivo seguro que entraría la mar de bien. Le dije a mi novia que posase un poco con ella en lo que yo colocaba el dinero de vuelta en la cartera y aprovechar para sacarle una foto. Sólo compramos una porque ella no se animó a pedirse una para ella sola, así que, me robó un mordisquito.
 

 

Ahora era mi turno, sii! y qué cara de satisfacción la mía. Por lo menos para saciar las ganas de comer hasta que fuese la hora del almuerzo. Juraría que en aquel momento aún no habías comido, aunque la verdad que perdía la noción del tiempo. Así fue que las 4 horas que había puesto para el parking, no fueron suficientes con lo que más tarde tuve que volver para ponerle algunas monedas más, no vaya a ser que luego al ir de vuelta al coche nos encontrásemos una sorpresa.
 

Durante el resto de nuestra estancia, alguna ensaimada más cayó, en uno de los desayunos de nuestro siguiente hotel y como no, antes de partir de vuelta a Barcelona, no pude resistirme a la tentación de comprar una más y con rumbo a Hong Kong. La intención era luego poder compartirla con los compañeros de la oficina, y prueba superada 😀

Seguro no hace falta que les diga que la próxima vez que vayan a Mallorca, no dejen de comer una o sino traerse un par de ellas de vuelta para compartir con la familia.

 

Grises

 

Después de aquel paseo fotográfico que nos descubría otra faceta de Wan Chai, la noche había aparecido para quedarse. Otro momento en el que la fotografía se transforma, las luces de los coches y las farolas, también es momento de sombras. Encontrarnos con un cartel que nos recuerda la historia de la costa de la isla de Hong Kong (tema pendiente por cierto).
 

Las calles más tranquilas de lo habitual, y eso que era sábado, pero esa parte estaba menos transitada. Tampoco vaya a ser que nos confiemos a la hora de cruzar la calle, recordar que debemos mirar siempre a un lado. Cuestión confusa donde las haya, me acuerdo yo al principio con eso de ir con el chip a la española, pero uno se acostumbra rápido y más le vale para no encontrarnos con la sorpresa de un coche.
 

Después del paseíto por la zona, era momento de cenar y buscamos un sitio por la zona. Esa noche tocó una de japonés, y después de haberme despedido de mi amiga, lo que venía más a mano era el tranvía. La mejor forma de llegar hasta Central para luego empatar con el metro de vuelta a casa. No teniendo prisa, es uno de mis medios de transporte prefedidos junto con el Star Ferry.
 

Hasta había alguna gente de fiesta. Si se fijan en el tranvía que aparece en esta foto, difiere con el resto por las lucecitas que tiene adornando sus bordes. Y es que podemos alquilar uno de estos tranvías para hacer una fiesta, estar yendo de un lado a otro durante un par de horas mientras tenemos música y bebidas y a la vez disfrutando de las vistas de la ciudad ¿qué les parece?
 

Desde el piso superior del tranvía, las cosas tienen otra perspectiva. Es un buen sitio para sacar fotos, en especial si nos podemos sentar en primera fila. Más de una vez he querido hacer un vídeo, pero aún no lo he conseguido. Cuando lo tenga, espero poder compartirlo con todos.
 

 

Como sé que de vez en cuando las series en blanco y negro gustan, ésta va dedicada a todos los amantes de los tonos oscuros. El color estará de vuelta la semana que viene, y así de paso, le damos espacio al tiempo para que mejore y el frío vaya desapareciendo.

¡Feliz finde!

 

Las calles de Palma

 

Después de haber tenido nuestra ración de calitas, no podíamos olvidarnos de visitar el corazón de la isla, su capital Palma de Mallorca. A pesar de que el hotel estaba situado a no mucha distancia del centro, serían unos 20-30 minutos a pie, preferimos desplazarnos en coche para estar un poco más cerquita y ya que luego por la tarde-noche nos cambiaríamos a un hotel un poco más hacia las afueras, pues ya nos íbamos directamente desde allí. Encontrar aparcamiento por las callecitas del centro de Palma, no fue empresa fácil. Dando una y otra vuelta, yendo y viniendo, hasta que al rato dimos con un espacio de zona azul. Más que sea, pagar para unas cuantas horas y despreocuparnos.

Desde allí nos fuimos adentrando entre callecitas sumamente tranquilas. Construcciones de piedra y tonos ocres, era como sentirse en otra época. Avanzamos pero aún no dábamos con más turistas, imagino que desperdigados por el resto de la red de callecitas que haría que nos fuéramos adentrando más y más.
 

 

Al rato escuchamos que viene alguien y se trata de un grupo de turistas que van motorizados en sus Segway. Si que es una forma práctica de recorrer las calles, más relajada desde luego, pero yo prefiero el método tradicional del pateo, aunque la verdad no me importaría probar un cacharrito de esos. Sé de buena tinta que Pau y Jexweber los han podido probar y hablan muy bien de ellos.
 

El centro se iba acercando, veíamos algo más de negocios: algunos bares, tiendas de souvenir… pero al ser verano yo creo que el ritmo de la gente se frena. Mucha gente de vacaciones en pleno mes de julio, es normal. Son los turistas los que dan más vidilla al lugar.
 

Alguna pareja disfrutando de un paseo en coche de caballos. Otra buena forma de recorrer la ciudad mientras se toma el sol y se sacan fotos. Hacía un día estupendo.
 

Y en lo que respecta a la arquitectura, el centro es una pasada. Cantidad de iglesias y edificios antiguos muy bien conservados.
 

Fachadas con muchos balconcitos y grandes ventanas, seguro que tiene que ser una gozada desde el interior además de luminosos. El placer de tener un balconcito es algo inigualable, lástima que en Hong Kong es algo que no se ve tanto como debiera. Lo echo de menos en mi casa.
 

El gentío ha ido aumentando, nos encontramos próximos a la Plaza Mayor. Aritstas callejeros, gente tomando algo en alguno de los bares, de compras, tomando un helado; todo así de repente.
 

 

 

Además en la plaza habían un mercadillo, otro punto más para los curiosos. Lugar de paso por el centro de la plaza para luego volver a perderse por la siguiente callecita, o bajo los soportales para resguardarse del solecito que se dejaba ver entre las nubes.
 

 

 

Seguimos nuestro camino dejando atrás el ajetreo, será cuestión de ir en busca de un sitio para comer/picar algo. Algo seguro que encontramos, pero mejor alejado de la plaza mayor que ya se sabe como se las suelen gastar en los sitios más turísticos. Y finalmente dimos con un bar donde pedimos unos platos combinados y unos refrescos, que nos dejaron más que satisfechos. Anda que no hubiera estado bien sentarse un rato a la sombra en un banquito para echar una pequeña siestecita 🙂
 

Creo que de haber tenido un par de días más, no nos hubiera importado perdernos más tiempo deambulando de una calle a otra. Especialmente mi novia se quedó prendada de la cantidad de boutiques, tiendas de accesorios, sitios para comer… creo que esto reafirma más que un día tendremos que volver 🙂

Si les gustó el relato, no se pierdan otro aún mejor. Nuestro amigo Ignacio relata su paso por estas mismas calles y con las fotos que nos tiene acostumbrados.