Pasando el parque

Cada mañana cuando voy de camino a la estación de metro voy pasando el parque que tengo cercano a casa y la verdad que marca la diferencia el poder elegir este camino mientras uno se distrae atravesándolo. No sólo es por las plantas, el sonido de los pájaros o esa gente que de buena mañana está haciendo algo de tai chi o ejercicios en grupo. El paso de las estaciones se nota en el parque, cuando hace sol o cuando está lloviendo.

Uno de los pequeños pulmones que hay en los alrededores de Fanling y mucho menos es el único del lugar. Hay algo de lo que estoy agradecido en la zona donde vivimos, la variedad de espacios verdes que hay entre las zonas residenciales y también a pocos pasos algunas rutas para disfrutar de la montaña.

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Si bien es cierto que durante los días entre semana uno va con el chip puesto, durante el fin de semana poder pasear con más calma por el parque y observar los pequeños detalles de todo lo que gira alrededor. Los mayores que echan su partida de ajedrez formando su grupillo, los niños disfrutando de los columpios al sol o simplemente disfrutar del solecito sentado en un banco.

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Algunas de las florecitas habitantes del parque que empiezan a florecer, la temporada de primavera está a la vuelta de la esquina aunque tampoco quiere decir que ya estemos con temperaturas tan cálidas. Justamente en estos próximos días el Observatorio de Hong Kong ha anunciado que las temperaturas volverán a bajar unos cuantos graditos, pero esperamos que ya sea el último momento frío de estos primeros meses del año y después de la helada sufrida a finales del mes de enero con mínimos históricos en la ciudad

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¿Qué me dicen ustedes, tienen su espacio verde favorito cerca de casa? Seguro que un lugar para evadirse un poco, llevar de paseo a los niños, hacer deporte o ponerse a leer un rato. Ya es hora del buen tiempo y toca disfrutarlo al aire libre todo lo posible.

Lunes goloso

Será que después de la carrera y con la necesidad de reponer calorías, se me ha venido a la mente este post para un lunes goloso. Unos recuerdos de tan sólo unos meses cuando estábamos disfrutando en familia las Navidades por Tenerife.

Tocaba visitar la ciudad de La Laguna, un domingo era si no recuerdo mal después de haber estado un poquito más al norte. Seguro que con las fiestas, el ambiente en la calle estaría estaría más animado que de costumbre. Llegamos cuando aún había algo de luz pero no tardaría en empezar a anocher mientras íbamos bajando desde la iglesia de la Concepción

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Uno de los escaparates con más historia como es el de la dulcería La Princesa. Mis parientes no dudaron en entrar y la sobrina de mi mujer salió con dulce en mano al igual que un servidor, un mítico barquillo de chocolate con nata que me trajo muchos recuerdos y también algunas de las tartas de los expositores (lástima que no era la temporada de la de nísperos).

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Seguimos bajando por la calle y otra tienda más que capta mi atención, no será por veces que haya pasado por ahí, pero esta vez sin perderme detalle de tan dulce escaparate: rosquetes, merengues, pasteles de gloria, truchas…

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Espero que no estén sufriendo, esta es ya la última parada del recorrido dulce. Se imaginan cómo pueden llegar a ser las Navidades si a parte del turrón o los polvorones empezamos a contar con todas estas delicias, que uno a veces las echa de menos en Hong Kong pero las disfruta más a poquitos cuando está de vuelta por vacaciones y se va con muy buen sabor de boca.

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Habiéndonos salidos ya de la zona más comercial y siguiendo el callejeo, tocaba el momento de retornar a coger el coche.

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Toda una tentación para la vista y sobre todo para los que tenemos esa debilidad por lo dulce. Parece mentira que no me hubiese acordado la gran variedad de dulces tradicionales que tenemos en mi isla, pero verlo de esta forma haciendo de turista le abre los ojos a uno mucho y más aún cuando hay otros que se interesan por probar esto y lo otro.

Creo que luego saldré a pegarme una carrerita para evitar las tentaciones de un lunes goloso 🙂 ¡Buen comienzo de semana a todos!

Mi primer maratón

Como ya había anticipado en mi último post, este domingo pasado iba a correr mi primer maratón nada más y nada menos que en Tokio. Como en cada carrera que tiene uno, la noche anterior es momento de dejar todo el material preparado para evitar las prisas de última hora. Así que, manos a la obra con el kit de carrera: pantalón corto, camiseta de manga corta y larga (pintaba que haría fresquete), dorsal, tenis, cinturón, geles, guantes, prenda de compresión; también la ropa para después de la carrera y poder cambiarme de camiseta, ponerme un suéter y una barrita de cereales.

De los elementos más importantes para la carrera: el chip, que debemos colocar entre los cordones de los tenis y bien asegurado. No vaya a ser que luego no se registre bien el tiempo, aunque con toda la documentación que nos dieron venía todo muy bien explicado.

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La noche anterior intenté irme a dormir sobre las 10-10.30 para tener suficiente descanso puesto que tocaba ponerse en marcha a eso de las 6 de la mañana con un desayuno para estar a tope y con suficiente tiempo antes de la carrera teniendo todo digerido. Mi cafecito y un bollo, ponerme la ropa con calma y sobre las siete y poco estaba saliendo por la puerta del hotel. Un paseíto hasta la estación de metro más próxima para llegar a la salida de Shinjuku; en el trayecto empezaría a ver cómo se iba llenando el vagón con más corredores y conforme llegamos a nuestra parada más aún, y con los primeros voluntarios a la vista que sujetaban algunos carteles indicativos.

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Más corredores iban tomando la calle e íbamos desfilando hacia nuestras respectivas puertas de entrada, en mi caso, debía de dirigirme hacia la puerta 2.

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Una vez pasado el control de seguridad y con todo en orden, seguir caminando y buscar nuestro huequito para poder ultimar los detalles de última hora antes de dejar nuestra bolsa al camión que tenemos asignado, el cuál llevará la bolsa hasta el final de la carrera donde podríamos recogerla. Se respiraba ya emoción, corredores yendo y viniendo. Algunos hacían cola para el baño, otros ya habían empezado a calentar y al igual que muchos otros, sacando fotos de los alrededores.

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Entregada mi bolsa y en dirección a la zona E que era donde me habían asignado. La gente poco a poco se va concentrando y por la megafonía anuncian que son las 8:15 con lo que la gente tenía que darse vidilla para ir colocándose en su zona. Aunque la carrera empezaba a las 9:10 hay que coger sitio e intentar no enfriarse aunque a veces se antojaba difícil por la sombra que proyectaban los edificios junto con la brisa que soplaba. Aprovechando las zonas con solecito para estar en calor y hacer el último calentamiento, y sobre todo estar con la mente serena antes de empezar la carrera.

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Testigo del gran comienzo de la carrera: el edifico Tochomae, a sus pies casi 37.000 corredores que estaban ansiosos por escuchar la salida. Tanto para los 10 kms como para la maratón que saldrían a la par.

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Poco podía ver qué estaba sucediendo más adelante, mientras la música sonaba por los altavoces y en lo que a veces interrumpían para presentar a algunas de las autoridades presentes en el palco de la línea de salida. Quedaban escasos minutos de empezar la carrera, era momento de concentrarse y dar lo mejor de uno mismo pero tampoco sin olvidarse de disfrutar.

Pistoletazo de salida y miles de confetis volando por el aire, poco a poco empieza a haber movimiento delante nuestro y podemos avanzar poquito a poco hasta que pasamor por el arco de la línea de salida, allá vamoss!! Modo carrera y el móvil guardadito hasta el final.

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Lo que viene a continuación a pesar de no haber fotos evidentemente, no iba a ser de esos que se paren en mitad de la carrera para hacerse un selfie ni mucho menos; salí super motivado e intentar abrirme hueco para establecer un ritmo cómodo y casi todo el rato iba al lado izquierdo de la carretera pero no demasiado pegado, lo bueno es que la interacción con el público era tremenda mientras uno pasaba e iba saludando o chochando las manos; la gente no paraba de animar, se escuchaban tambores y gente bailando, un ambiente increíble. Mientras lo estoy escribiendo es inevitable que me emocione de nuevo.

No obstante, a la vez de disfrutar todo lo que estaba viviendo a mi paso por las calles de Tokio no dejaba de escuchar a mi cuerpo en todo momento. Pensar en la respiración y en cada pisada. No fui consciente hasta más tarde del ritmo que llevaba cuando vi mis parciales, y es que acostumbrado a correr medias maratones esto era otra cosa y debía guardarme fuerzas para poder llevar a buen puerto la carrera.

Pasada la mitad del recorrido, fui dosificando y bajé el ritmo puesto que no quería darme de frente con ese famoso muro pasados los 30 kilómetros. Muy presentes tuve las palabras que había compartido conmigo Guille y sobre todo sabiendo que me quedaba algún repechito cuando tuviera que cruzar el puente, sin embargo algo que no me esperaba fue que me diese un pequeño pinchacito en la pierna derecha cuando llegaba al km. 33 y eso que había estado bebiendo agua / Pocari y con mis geles habituales. Eso no hizo que me viniese abajo ni mucho menos, comencé a andar y masajear un poco la zona mientras que apuraba mi último gel para más adelante beber algo más de líquido y también recurrir al spray que tan amablemente el público compartía con los corredores; seguí caminando otro poco hasta que sentí que el pinchacito iba mitigando pero tampoco quería arriesgar y empecé a trotar suave de nuevo.

Justamente sería a la altura del km. 34 cuando mi mujer me sacaría unas cuantas fotos e incluso un vídeo, lástima no haberla visto porque la había buscando antes a la altura de km 20-25 cuando pasaba por Ginza. Mi mente lejos de estar distraída, estaba concentrada al máximo en esos kilómetros finales que tenía por delante.

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Llegada la primera subidita volví a caminar y de igual forma en la bajada, en los tramos llanos parece que iba sin molestia e iba surtiendo efecto los líquidos y el gel. Ya quedaban menos de 5kms para el final y todo iba teniendo mejor pinta, vamos Javier que ya es tuyo!

Llegaba al km.40 y ya podía divisar el edificio de Tokyo Big Sight, el final estaba ahí, ahí. Justo en el último kilómetro es cuando divisé el pacer del tiempo por debajo de 4 horas que era el que me había puesto como objetivo, un par de giros y apurar los últimos 200 metros para llegar a meta en un tiempo de 3h56m10s (3h59m36s). Ufff, madre mía!! cuántas sensaciones juntas y en lo que uno tiene que seguir caminando siguiendo los carteles, paso seguido: toalla, más Pocari, plátano, spray, bocadillos y como no, la medalla. Siguiendo los pasos hasta que llegamos a la zona de recogida de nuestras bolsas y finalmente hasta la zona de descanso donde uno puede cambiarse de ropa ya con más calma.

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Por fin podía sentarme con algo de calma y sin olvidarme de estirar un poco y devorar el resto de comida que tenía, se pueden imaginar las ganas de comer que tendría 🙂 Cambio de ropa, recoger las cosas y esperar mi turno para sacarme algunas fotos y recoger el certificado de Konica Minolta de Social Marathon. También había una zona para masajes, baldes con agua fría y hasta acupuntura por lo que pude leer. La organización estuvo del 10 en todos los sentidos, los voluntarios atentos en todo momento y animando en los puntos de agua y una vez iban terminando los corredores.

¿Qué me quedaba ya nada más? pues iniciar el camino de vuelta en dirección al metro, a paso lento pero seguro en lo que empezaba a notar el cansancio en las piernas y sobre todo a la hora de bajar algunos escalones, jeje. Nos hicieron dar un poco de vuelta pero con la excusa para que pasásemos por algunas casetitas que habían instalado y es que el ambiente de celebración continuaba con más música, bebida y comimda tampoco faltarían.

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Al final me ha quedado una crónica de carrera bastante extensa y es que había que plasmar muchos sentimientos y emociones contenidas, con algún que otro error digamos de novato pero sabiendo sobreponerme a la situación sin venirme a bajo, no todo iba a ser un camino de rosas y si uno no sufre un poquito al menos, la satisfacción es mayor aún.

Espero que hayan disfrutado del relato tanto como lo he hecho yo escribiéndolo. Ya sólo me queda animarles a que prueben aunque sea una vez el correr una maratón, no se arrepentirán. Digo desde ya que esta no será sólo la primera ni la última, me pondré más retos por delante mientras las piernas se porten. Gracias a todos los que estuvieron conmigo con sus pensamientos y mensajes por las redes sociales.

Correr en Tokio

Parece mentira que hayan pasado ya casi 5 años desde la última vez que estuvimos por Tokio, de cuando Alberto estaba con su máster. Los que me vengan siguiendo de cerca durante los últimos años, me he aficionado a correr y he aprovechado para participar en algunas carreras tanto en carretera como en montaña.

Algo que empezó como un simple reto de cara al año 2103 y que le he seguido dando continuidad a la par que he ido alternando con las temporadas de dragonboat. Las medias maratones han sido digamos mi punto fuerte, aunque tampoco han faltado otras distancias de cara a cuando preparamos el Oxfam Trailwalker de hace unos pocos meses.

Finalmente, le toca el turno a mi primera maratón y será todo un honor correr en Tokio. Una ciudad que digamos conozco bien, aunque parece que el tiempo siempre parece escaso y también es una buena excusa para regresar a redescubrirla. Pasar corriendo por algunas de sus calles principales y vivir el ambientillo de ese día, seguro que va a ser algo muy especial.

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Hoy estamos volando para tener unos días con tranquilidad y también recoger el dorsal de la carrera en la Expo de la maratón. Alguna carrerita suave quizás y de resto descansar y estar preparado para la carrera.

No faltará la buena comida y hacer carga de hidratos en los días previos. Seguro que un buen bol de ramen ayuda, entre otras cosas 🙂

Nos leemos a la vuelta, y mientras tanto estaré al hilo a través de las redes sociales.