Es curioso como en el día a día, uno se cruza con «extraños» pero con los que compartimos algo en común. No sólo es el medio de transporte que usamos cada día (MTR) sino también el coincidir a casi siempre la misma hora rumbo a nuestros respectivos trabajos, incluso hasta cuando a uno se le hace tarde parece como si los otros se pusieran de acuerdo para ir a la misma hora que tú.
Y en el metro de Hong Kong, con la de gente que se mueve por él cada día (unos 4 millones), siempre acierto a reconocer caras que me son familiares entre tanta multitud. Igual algunos pensarán: «si los chinos son todos iguales, o bueno, hongkoneses» es lo que se suele decir, pues si y no, pero los rasgos de cada uno son diferenciables. Lo de distinguir entre coreanos, japoneses y chinos, quizás un poco más complejo, pero ya voy teniendo algo más de ojo.
Y una de esas personas con las que me cruzo cada día, es un señor mayor que calculo yo tendrá sus más de 60 años, pero que cada día no para. Es también la otra cara de un centro de Hong Kong donde mucha gente se mueve entre el lujo y la modernindad, donde se ve el esfuerzo de las personas por salir pa´lante cada día y ganarse sus dineros.
El señor en cuestión va acompañado de su carrito con una gran bolsa en la que va recogiendo los periódicos que la gente desecha para reciclar, y así cada día, en las que algunas veces hemos coincidido en el metro, bajándonos en la siguiente parada en la que el prosigue su búsqueda de periódicos para reciclar, que le llevará a una siguiente parada de metro hasta que haya «cumplido» con su tarea diaria, es un trabajo en la sombra como el de otra mucha más gente que podríamos apreciar si nos fijamos con más detalle, pero que a veces el ritmo de la ciudad, la gente que nos envuelve… nos hace ir más rápido de lo que uno quisiera.
No será hasta mañana que igual me vuelva a encontrar con él y así como muchos otros, que sin quererlo forman parte de nuestro día a día.