Como me conocen bien y Felipe lo sabe, es hoy cuando toca hablar un poco de comida que así se empieza mejor el fin de semana. Hoy no vengo con nada demasiado sustancioso, nada de aperitivos o primeros platos; así que nos vamos a una de las mejores partes que son los postres o en su defecto las cosas dulces. Si hay algo que me pierde mucho son los chocolates y en su sitio como en Suiza es una perdición.
Íbamos paseando por las calles del centro de Zurich cuando mis ojos divisaron el escaparate de una tienda, y menudo espectáculo había allí. Lástima que estaba cerrada porque era aún temprano pero ya sólo con la pinta que tenían esas trufas. No digo más.
La verdad que no sabría por cuáles decidirme, pero con un par de cada para probar. Sobre todo de chocolate con leche o chocolate blanco que me llaman mucho.
Dejando atrás esta tienda tan golosa, que no sería la única que nos encontraríamos, llegamos hasta la estación de trenes. Allí ibamos a despedir a una amiga y después de dar una vueltas por los alrededores descubrimos otro sitio con mucho encanto llamado Sprungli. Curiosamente la noche anterior habíamos estado hablando y surgía el nombre de unos dulces muy famosos elaborados por esta tienda, denominados «luxemburgli» y que vienen a ser como una versión mini de los macarons que están tan de moda últimamente.
Y no cuento qué más vimos en el interior de la tienda que sino les pongo los dientes demasiado largos. Un paraíso para todos los amantes de los dulces y/o chocolates. Menuda suerte la nuestra el haber dado con la tienda y probar los luxemburgli. No sería mala idea que estuvieran disponibles en otros sitios, pero quieras que no así se mantienen la identidad del sitio y sabiendo que sólo ahí los puedes encontrar, lo hace más auténtico.