El pico Lantau (I)

 

Ese día que estrenaba visita al teleférico, no se iba a quedar tan sólo en eso. Seguro que muchos se quedaron con ganas de saber cómo transcurriría el resto del día hasta que llegaba de vuelta a Tung Chung casi con el inicio del atardecer.

La verdad es que tenía entre ceja y ceja llevar a cabo esta ruta. Partiendo desde los alrededores del buda, iniciamos la marcha en dirección al Wisdom Path, curiosa formación que cuenta con un total de 38 troncos de madera en los cuales hay inscritos caracteres. Un proyecto terminado en el año 2005 y fue llevado a cabo por el profesor Jao Tsung-I el cual se inspiró en las inscripciones en piedra vistas durante su visita al monte Taishan en Shandong, allá en el año 1980. Un tributo a la gente de Hong Kong y aprovechando la orografía de la zona.
 

 

Desde aquí, tenemos varias caminos donde elegir aunque por lo que pude leer uno de ellos lo habían bloqueado para su uso debido a peligros de de desprendimiento y otro de ellos que nos lleva en dirección a Tung Chung. Sólo queda un camino y es el que nos lleva hasta lo alto del pico Lantau (Lantau Peak). Dicho y hecho a iniciar el camino de peldaños de piedras rodeado de vegetación, con paso firme y decidido, sin saber aún lo que me espera por delante. Parece que nadie más se anima y voy solo durante todo este trozo del recorrido.
 

Poco a poco vamos ganando altura y el paisaje ante nosotros nos revela la reserva de agua de Shek Pik, las montañas de fondo con un ligero toque de bruma. Voy a buen ritmo, pero disfrutando del paisaje y sacando fotos a cada poco. Sin prisa ninguna y ganando altura.
 

Y esos troncos de madera que antes observaba desde tan cerca, ahora lucen tan chiquitos pero aún reconocibles y mucho más alejado la zona del buda y el monasterio de Po Lin, casi ni se reconocen. Ya sólo estamos la montaña y yo, la vegetación va ganando en frondosidad y verdor, a la vez que los escalones se hacen algo más duros y hay que ir haciendo paraditas técnicas para recuperar el aliento. No es que uno esté en baja forma, pero si reconozco que algún tramo se hizo especialmente duro, cosas de la primera vez.
 

¿Había dicho que iba solo? tuve la suerte de hacer algún amiguito por el camino, lástima que saliera disparado de un brinco al poco pero aguantó lo suficiente para poder sacarle algunas fotitos. Saluda a la cámara 😀
 

Después de dejar a nuestro amigo unos arbusto más abajo, la senda del camino ya recorrida. Casi sin darme cuenta, la altura ganada está siendo considerable, escuchar el sonido de la brisa, algunos folelés dando vueltas, más saltamontes y bichitos varios se me van cruzando por el camino. La temperatura es agradable, sin llegar a ser demasiado húmedo pero lo suficiente para echar a sudar y tener que refrescarme de cuando en cuando. Suerte que el sol no estaba pegando demasiado fuerte, listo yo, no me había llevado ninguna gorra conmigo aunque no me olvidé de crema solar que sino luego el cuello y la cara se me iban a quedar bonitos.

Al poco escucho unas voces, son dos chicos que vienen de vuelta de la caminata y muy bien equipados. Me pregunto si ¿a lo mejor habrán pasado la noche en lo alto del pico? sé de gente que lo ha subido de madrugada o hacer noche allí para poder contemplar el amanecer. Tiene que ser un espectáculo sin duda. Se lo iban tomando con calma, y al poco de pasarlo en la subida veía como se paraban al refugio de la sombra de un árbol para hacer un paradita y refrescarse. Creo que en un rato debería de ir haciendo lo propio que ya habían pasado unas cuantas horas desde el bollito del desayuno.
 

 

¡Y qué bien sabe este bocadillo de atún del Subway! algo espachurrao en el fondo de la mochila pero cuando hay ganas de comer, eso es lo de menos. Sentadito en uno de los escalones de piedra y en medio de la montaña, poco más se puede pedir. Ahh, que los bichitos no intenten darle un bocado y es que era una gran tentación para ellos, jeje.
 

Una vez repuestas las fuerzas, mirar hacia arriba y ver el cielo azul mezclado entre las nubes cercanas a la cima. El camino parece que va llegado a su fin, o no? sólo lo podré saber una vez arriba. El gusanillo en el cuerpo presente en todo momento, hay ganas de llegar a la cima y divisar las vistas o lo que allí nos depare. Continuemos…
 

Una vez allí, miramos hacia el lado derecho de la montaña y no veo más que bruma, hace más fresquito, se siente la altitud y todo queda más pequeño al otro lado donde se pierde el buda a lo lejos. Me entran las dudas al no conocer el terreno, debo de volver sobre mis pasos o seguir hacia delante, creo que estoy cerquita o al menos lo intuyo.

Hacía rato que llevaba escuchando unas voces algo más abajo y al poco de llegar yo a la «casi-cima», apareció un señor que entre sudores fue a sentarse en una roca para recuperar el aliento. El sol estaba haciendo de las suyas y el calor era importante, más aún arriba del todo sin protección de los árboles y vegetación que nos podíamos encontrar por el camino. Secarse un poco el sudor, unos traguitos de agua y al rato continuaba su marcha por el camino y yo viéndole desaparecer al poco. Debía de continuar y desvelar el «misterio».
 

 

Efectivamente, apenas unos 15 minutos más de ascenso me separaban de la cima y allí estaba en lo alto del pico, contemplando las vistas a un lado y a otro, respirando profundamente y sintiendo como si flotase. Allá abajo podía acertar a ver los edificios de Tung Chung y el aeropuerto, y hacia el otro lado la zona sur de Lantau, islotes en medio del mar y la estela de los ferrys. Que tranquilidad allí arriba.
 

 

 

Un total de 934 metros de altitud que lo convierten en el segundo pico más alto de todo el territorio, aquí la prueba. Sensación de satisfacción y ligero cansancio, pero misión cumplida o casi. Ahora queda el descenso, más sencillo o complicado según se mire, aunque casi mejor lo reservo para un siguiente post y les dejo que disfruten de las vistas desde lo alto.
 

 

Con vistas

 

Como un buen domingo que se precie, este fin de semana pasado, fue de esos días para dormir un poco más y luego pasar a recoger un poco la casa y tener un almuerzo tardío, casi de merienda. Quedar con una amiga en el IFC en la isla de Hong Kong para tomar un café, y no podía dejar la cámara en casa. A pesar de ser una zona que recorro de forma habitual, hacía ya muchos meses desde que la había fotografiado con mi cámara anterior, la 400D. Le tocaba el turno a a la 7D.

A eso de las 6 y poco ya empezaba a hacerse de noche y la ciudad iba iluminándose poco a poco. Los edificios desde el lado TST (Tsim Sha Tsui), donde destaca uno de los más recientes: The Masterpiece, el cual alberga en las primeras plantas un centro comercial K-11 y el resto son viviendas residenciales. «A sus pies» lucen diminutos el Centro Cultural y la torre del reloj.
 

Moviendo nuestra mirada un poco más a la izquierda nos topamos con el Harbour City, lugar de atraque de algunos cruceros, de esos que se suelen ir hasta alta mar y luego convierten sus mesas en casinos «improvisados» y saciar las ansias de juego de algunos 🙂
 

¿Se acuerdan de aquel puente que les comentaba hace algún tiempo? esto fue lo más que daba la lente para intentar captarlo un poco más de cerca y en su esplendor con los LED´s que se han instalado en sus pilares. Luce bonito, ¿verdad? seguro que cruzarlo en barquito por debajo debe de ser más interesante aún, una estructura impresionante, otra más para la larga lista de edificaciones en el territorio de la ciudad.
 

El lugar desde donde saqué las fotos es la terraza del bar RED, situado a los pies del siempre impresionante IFC 2. Buen sitio para pasar una tarde de domingo con los amigos mientras se toma algo, o día entre semana, siempre con actividad. Ahh! y no hace falta que compren las bebidas en el propio bar, ya que, las mesas allí dispuestas son para uso público con lo que nos podemos llevar nuestra propia comida y bebida, y sin problema alguno.

Desde luego, un muy buen sitio para llevar a gente que esté de visita o ir nosotros a disfrutar del espectáculo de las vistas. Cerrar los ojos y no pensar en nada más, y si que relaja.
 

 

Cheung Chau

 

Desde que había leído el post de Alberto, me había quedado con ganas de pisar esta isla, una de las cuantas existentes en el territorio de Hong Kong. A tan sólo una media horita desde los muelles de Central, nos plantamos en la isla de Cheung Chau, el lugar perfecto para hacer una escapada durante el fin de semana o un día entre semana si nuestro trabajo nos lo permite o aprovechar algún festivo.

No fuimos los únicos que pensamos lo mismo aquel día. A la hora de coger el ferry, ya se podrán imaginar las colas de gente, pero despacito y buena letra como se suele decir, cupimos en el primer barco que llegó y a echar una cabezadita durante el trayecto, aunque a veces interrumpida por algunos niños correteando por los pasillos del barco pero una travesía agradable.

Tiempo de bajar el ritmo y disfrutar de un ambiente distinto al que nos acostumbra el centro de Hong Kong (la isla y Kowloon). Una de las principales actividades de la gente que vive en la isla, es la pesca. Ante nuestros ojos cantidad de barquitos pesqueros anclados y a la espera de una nueva travesía para capturar pescadito y/o marisco por los alrededores. Ese día que era festivo, aprovechar para reunirse con la familia y descansar.
 

La venta del pescado seco está a la orden del día. A medida que vamos caminando nos encontramos con algunos paneles con las tiras de pescado dejadas al sol para secarse. Ya saben que los «frutos» del mar en estado seco, son muy apreciados para la elaboración de sopas o algunos simplemente a modo de aperitivo.
 

A pesar de estar bastante concurrido el centro donde hay bastantes restaurantes uno tras otro en los que disfrutar de algunos platos de pescado y marisco a precios bastante razonables, además de, arroz frito, verduras.. y acompañados de un buen refrigerio o sino té, que siempre entra bien. Nos ibamos alejando y la gente desaparecía de repente o aparecía de forma más espaciada.
 

Había gente que prefería ir estirando las piernas como nosotros o las chicas que vemos más adelante en esta foto. En cambio, los había que preferían ser llevados, disfrutar de la brisa mientras otros pedaleaban. Eso sí que es vida, no? 😛
 

Una playita que invita a remojarse los pies por la orilla o sentarnos en las rocas poniendo la mirada perdida en el horizonte. A pesar de ser un día algo caluroso, yendo por la sombrita se estaba bastante bien o sino aprovechar los rayos del sol, parecía que el verano aún no quería decirnos adiós.
 

 

Continuar caminando a lo largo de la costa y de repente ver un camino que invita a empezar a subir, habrá que hacer caso al instinto de la curiosidad y subir poco a poco. Una cuesta empinada de cemento con abundante vegetación a cada lado. Inicialmente no se podía ver demasiado, pero conforme ibamos subiendo la cosa iba mejorando bastante..
 

Incluso nos encontramos nuevos amigos por el camino 🙂 A pesar de invitar a que se viniera con nosotros, ella prefirió quedarse bien pegadita a la red. Igual Lorco hubiera querido intimar más con ella para añadirla a su colección. El tamaño bastante considerable de nuestra amiga es digno del mismísimo cómic de Spiderman, pero no estaba por la labor de comprobar si su picadura me diera algunos superpoderes, jaja, y luego treparme por los rascacielos de Central.
 

Una vez llegado al punto más alto del camino, tocaba el descenso. Poco a poco iban apareciendo las casas por el camino, y cualquiera diría que no estamos en cualquier pueblecito de nuestra geografía española, un entorno muy rural y acogedor.
 

Algunas tiendecitas que nos encontramos, como esta panadería, ya estamos de nuevo en el núcleo de Cheung Chau y sólo es cuestión de poco que nos encontremos de nuevo con la gente que llena sus calles. Algunas haciendo compras, otras pensando en qué restaurante entrar a tomar algo o simplemente paseando, mezclándose con el resto.
 

 

Parece que nuestro paseo está llegando a su fin, pero justo a tiempo para la hora de la merienda. Nos meteríamos en el primer restaurante que vimos y a disfrutar del fresquito del ventilador acompañado de un té frío o quizás picar algo de comer? mmmm….
 

El refrigerio después de la caminata, era el punto perfecto para casi terminar el día. Afuera, parece que el sol se dispone a ocultarse, los últimos rayos y las sombras que se empiezan a hacer más presentes. Momento de enfilar hacia los muelles para coger nuestro ferry de vuelta.
 

Pero como se suele decir, la noche es joven. Un día festivo y siendo viernes, aún quedaba por ver los fuegos. Eso sí, después de estos podíamos dar el día por terminado y recogernos.

Un nuevo rincón de la ciudad menos por explorar, aunque seguro que repito la visita. No obstante, en esta ocasión no llegamos a visitar las cuevas del pirata y eso sí que no me lo dejo para la próxima.

 

Rico postre

 

Aún recuerdo cuando probaba este postre por primera vez y me supo a gloria después de la primera caminata que hacía por la isla de Lantau que terminaba en el pueblecito de Tai O.

Un postre sencillo, cuyo ingrediente principal es la leche de soja. Desde luego que también es sano, ya que no lleva mucho más, pero como en todo, las cosas más sencillas hay que saber darles el punto adecuado y eso a veces no es tan fácil. Los pasos a seguir de la receta podemos verlos aquí. Este es el aspecto que tiene nada más puesto en la mesa y ya listo para comer, pero aún falta un detalle que lo hace más bueno aún, atentos…
 

Un poco de azúcar dorada por encima que le da ese color tan particular. ¿No se da un aire a crema catalana? con todos mis respetos desde luego. Añadir que se puede comer fresquito o bien algo más templadito, eso ya depende del paladar. Yo claramente me decanto por tomarlo cuanto más fresquito mejor, ideal para los calurosos días de verano.
 

Igual no hay mucha gente amiga del tofu, pero yo les animo a que si tienen ocasión cuando estén por Hong Kong, pruébenlo. Ciertamente, en la isla de Hong Kong o en Kowloon aún no lo he probado y ha sido tanto en Lantau como en Cheung Chau (el de estas fotos), esta última isla que tengo pendiente para contarles de una visita que hice durante el pasado día Nacional de China.

Sólo de ver las fotos ya me están entrando ganitas de comer, y a quien no? 😀 Mejor me voy al gimnasio y desconecto mi mente de la comida por unas horas, jeje.