Día 1 – Domingo
Sin haber podido dormir mucho de la noche anterior, bien tempranito por la mañana nos dirigimos a coger la guagua a las 7.30 de la mañana que salía con rumbo al delta del Mekong. El trayecto de unas 2 horas hasta la primera ciudad que era My Tho, desde que cogeríamos un barquito que nos llevaría a lo largo del río y luego ir a parar al otro lado del río y visitar una casa tradicional donde ibamos a almorzar.
Lo que se puede apreciar nada más llegar es la cantidad de vegetación existente a ambos lados del río, todo tipo de árboles, palmeras… todos sumergidos en el agua de un color marrón claro, aunque no invitaba a bañarse mucho que digamos, jeje.
Una de las actividades que se desarrolla en el río, la pesca naturalmente. Se veían gran cantidad de barcos y gente practicándola.
Después de un rato de travesía por el río, bajamos del bote para adentrarnos entre la vegetación e ir a dar una casa donde nos ofrecerían fruta para comer y té de beber, además de, luego nos cantaran algunas canciones vietnamitas con previa introducción de los instrumentos tradicionales. Hubo una parte muy divertida en la que era como un diálogo cantado entre un hombre y una mujer, y la chica no pudo contener la risa 😀
Como aún era temprano, volvimos al barco que luego nos llevaría a nuestra próxima parada: recorrer en un bote de remo entre la vegetación. Así pudimos ver más de cerca las plantas de la zona y tener otra perspectiva del viaje.
Tuvimos también la ocasión de ver cómo elaboraban un dulce hecho a base de leche de coco. De aspecto es como el toffee, pero con un ligero sabor a coco muy agrabable.
Iba siendo hora del correspondiente almuerzo, un platito de fideos fritos con pollo y unos vasos de agua fresquita, y listos para continuar la marcha a bordo de un carrito tirado por una burra. El viaje hasta el momento estaba siendo bastante peculiar, probando varios modos de transporte, aunque a pesar del calor constante, estaba siendo muy entretenido.
El viaje aún no acaba aquí, aún noes quedaba por delante desplazarnos desde la ciudad de My Tho a la de Can Tho, la ciudad más grande situada en esa parte del Mekong. Después de otras 2 horitas en guagua y habiendo cruzado en ferry una zona del río, llegamos por la tarde sobre las 6, casi anocheciendo.
Con tiempo para darnos un paseo por el río de camino a los bungalows donde ibamos a pasar la noche. Eramos un grupo de 8 personas: una pareja americana, 2 chicas alemanas, 1 señor neozelandés, los amigos de Alberto y yo.
Cenamos prontito, comparado con lo que estoy acostumbrado. Nos explicaron como hacernos unos rollitos con papel de arroz metiendo dentro: tomate, pepino, noodles de arroz y poco de pescado (Pez de oreja de elefante, super bueno), para luego mojarlo en una salsita como agridulce.
Terminada la cena, nos quedamos un rato charlando en la mesa. Nuño y Luisa optaron por irse a dormir mientras me quede un rato más con el resto del grupo, conociéndonos un poco más y compartiendo algunas de nuestras experiencias del viaje. Muy buena gente todos, pasamos un rato agradable.
Para sorpresa nuestra, de camino a mi habitación nos invitaron a unirnos al grupo de vietmamitas que regentaban el lugar de alojamiento, entre ellos también estaba el chico que nos hizo de guía en el bote y algunos de sus familiares. Nos sentamos allí con ellos y bebimos un poco de vino de arroz, haciendo algunos brindis y echándonos unas risas con ellos, aunque hasta no muy tarde, teníamos que madrugar para ver el mercado flotante al día siguiente.
Día 2 – Lunes
Con las pilas cargadas después del desayuno a eso de las 6.30 de la mañana, nos dirigimos a coger el bote que nos llevaría al mercado flotante. Debido a las mareas, no pudimos coger el bote donde mismo nos había dejado la noche anterior, con lo que dimos un paseito mañanero hasta otro punto más arriba del río donde nos esperaban para llevarnos al mercado. Así es como quedó el bote después de la bajada de la marea, apenas medio metro de profundidad en la zona media, se podía cruzar caminando.
Llegados al mercado flotante, cantidad de barcos que vendían productos de todo tipo. El negocio se realizaba con barcos pegados uno al lado de otro y pasándose la mercancía de un lado a otro.
Bastaba con fijarse en los palos de bambú que tenía cada embarcación para ver lo que colgaba de ellos, así, uno se enteraba que era lo que vendía cada uno. En este caso tenemos uno que vende piñas, como tambieén podíamos ver calabazas y otro tipo de verduras. Muy interesante como se realizaba el comercio sobre las aguas.
Más adelante, como eramos un grupo algo numeroso tuvimos que decidirnos entre ir a visitar un segundo mercado flotante o caminar por uno de los senderos cerca del río, no sin antes presenciar como se elabora la pasta para hacer los fideos de arroz, un proceso bastante simple pero igualmente interesante.
Con algo de tiempo por delante fuimos a dar un paseo cerca del río y cruzamos uno de los puentes de bambú que había en la zona. Uno tras otro fuimos pasando con cuidado. A pesar no estar demasiado alto, tampoco era cuestión de caerse al agua, y por suerte, todos pasamos sin problemas a pesar de lo frágil que pueda parecer el puente.