Sabor cantonés

Tras haber pasado la Nochebuena y el día de Navidad por la ciudad, habíamos planeados para el siguiente par de días irnos hasta Guangzhou. El estar viviendo en Fanling la verdad que facilita un poco más las cosas y ahorra tiempo en el transporte. A tan sólo dos paradas de la frontera con Shenzhen y luego coger un tren directo de una hora escasa de trayecto para llegar a la estación de tren Este de la ciudad.

Llegamos en la tarde-noche del jueves. Ese día nos lo tomamos con calma por la mañana descansando un poco más en casa y luego preparar un par de cositas para la escapada hasta el sábado. Y para el tema alojamiento, a pesar de tener algunas referencias ya nunca viene mal una miradita a algunas web como Destinia o similares.

Las luces iluminaban los edificios del distrito financiero, entre ellos el IFC (originales con los nombres, jeje) que es uno de los más altos. En los alrededores hay unos cuantos edificios más en plena construcción, algunos a medio terminar y otros que apenas están empezando. La ciudad ha experimentado muchos cambios en este espacio de cuatro años desde que la visitase por primera vez y aún le queda por crecer, seguro.

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La Torre de Cantón es otro referente que gana mucho con el colorido y es agradable pasear por la esplanada que hay que a sus pies, y bien abrigados porque el frío de hacía notar.

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Hubo tiempo de descubrir lugares con encanto como este café.

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Esta zona que hace años que era principalmente industrial con muchas naves repartidas a lo largo de una calle como eje principal. Un sitio muy interesante en el que hay mucho que ver y merece la pena pasar unas cuantas horas recorriendo las exposiciones, tienditas y algunos de sus cafés o restaurantes.

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Y como no hasta pudimos probar algo de comida callejera, siempre hay un huequito que antes de ir de vuelta al hotel a descansar. Unos dumplings muy caseros que encontramos en un poco puestito y que tan sólo por 10 yuanes nos supieron a gloria 🙂

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Tan sólo con dos días pero parece que lo aprovechamos bastante; esto tan sólo son unas pinceladas digámoslo de alguna forma. Guangzhou tiene bastante que ver y no descarto hacer alguna otra visita en los próximos meses.

Con lo necesario

No importa que nos vayamos de escapada de fin de semana o bien que tengamos por delante un viaje de varios meses, en una medida u otra es importante saber qué vamos a llevar con nosotros y es aquí donde debemos priorizar en función de nuestro viaje.

Recuerdo como si fuese ayer cuando emprendía mi aventura hacia Hong Kong por primera vez y tenía que ponerme manos a la obra con el equipaje para un periodo inicial de quince meses fuera de casa. Los primeros dos-tres meses estaría un poco deambulando hasta que finalmente me pude asentar durante un año completo. Tuve mis dudas sobre el tamaño de la maleta, así que en vez de coger algo demasiado grande y poco práctico, decidía repartir entre una maleta más grandita que facturaría y otra de mano con algunas cosas más. Tuve incluso un ayudante de excepción que por aquel entonces contaba con apenas un añito y medio de vida, hasta tenía ganas de venirse conmigo, jeje.

No era cuestión irse muy cargado porque ya sabemos que los kilos de más luego se pagan a precio de oro y siempre queda la posibilidad de comprar las cosas más adelante en caso de ser necesario. Puede que igual a veces se nos cuela algo en el equipaje que pensamos darle más uso, pero al final lo dejamos aparcado. Así que, en viajes largos hay que pararse a pensar sobre las cosas esenciales y además poder viajar ligeritos.

Respecto a hacer un check-list de qué llevar o no, siempre es una buena costumbre y así sabemos que no se nos haya pasado nada por alto. Para los viajes cortos (2 a 4 días) que son la mayoría que hago por la zona asiática, lo resumiría en:

  • 3-4 Camisetas
  • 2 Vaqueros y/o pantalón corto (depende del clima).
  • Ropa interior.
  • Cholas.
  • Aseo personal.
  • Gadgets (móvil y cámara de fotos con cargadores respectivos, adaptador)

Y con esto vamos servidos. Cabe perfectamente en un trolley de mano o bien una mochila que tenga buena capacidad, sin llegar a ser un backpack (unos ejemplos en esta página). Ahora sólo nos queda disfrutar del destino de nuestra escapadita.

Y ahora como que apetecería estar contemplando este bonito atardecer desde la playa blanca de Boracay, ¿verdad? Van apeteciendo unas vacaciones conforme se acercan las fechas navideñas, y seguro que muchos de ustedes están deseando escaparse bien sea a un destino más tropical o quizás para pasar unas fiestas con más ropa de abrigo y donde reina el color blanco.

Bella Florencia

Cerrando una nueva semanita y con un destino viajero que tuvimos oportunidad de visita durante las pasadas Navidades. Si recuerdan, decidimos escaparnos hasta Europa para estar a caballo entre Italia y Suiza, junto con una rápida incursión a Tenerife entre medias. Fue un viaje bastante completo pero a la vez con algo de cansancio por los kilómetros en coche pero que nos dejó un buen sabor de boca. Y uno de esos recuerdo es haber estado en Florencia, una ciudad que es todo un referente por sus obras arquitectónicas.

Desde Milán nos desplazamos en un poco más de cuatro horitas. La casualidad hizo que desde donde habíamos dejado aparcado el coche y hacia el centro, nos topamos con el famoso «Puente Vecchio» que tiene muchas historias que contar y de un estilo muy peculiar. Sitio también donde encontrar pequeñas tienditas de joyería, al estilo de los antiguos gremios.

Hay muchos detalles que van desde soportales que te mantienen a salvo de la lluvia hasta esculturas en algunas de las plazas; todo ello evoca a los artistas italianos de aquel entonces y que marcaron una época con sus obras. Es cuando uno se detiene a mirar los alrededores cuando uno siente como se traslada en el tiempo y eso, es una sensación muy especial, sobre todo en una ciudad con tanta historia como esta.

Ante nuestros ojos los establecimientos como pastelerías, no pasan desapercibidas. En casi cada esquina se podía encontrar alguna y con escaparates que a uno le hacían la boca agua. El gelato también estaba muy presente, y se antojaba a pesar de estar en invierno. Y es que estando en Italia, es imposible que uno vaya a comer mal, ¿verdad? tentaciones por todos lados 🙂

La iglesia de San Lorenzo es el icono principal de la ciudad y con su conocida cúpula cuyo autor es Brunelleschi, recuerdos que le vienen a la mente de cuando lo estudiaba en el colegio en clases de historia. Es un monumento impresionante, y en el conjunto también está la basílica de la Santa Cruz. Tuvimos que conformarnos con verlo de tarde-noche, pero de día tiene que ser aún más bonito. El tiempo andaba algo lluvioso y fresco, pero se hacía agradable el pasear viendo el ambiente navideño en bares y restaurante, además de, en los pequeños comercios.

Una pena no habernos quedado más tiempo por la ciudad, fue lo que se llama un viaje de ida y vuelta. Sin duda para otra ocasión, con más calma si que miraríamos algunos hoteles en Florencia para alargar la estancia.

Bonito el poder recordar unas vacaciones navideñas con sabor italiano, recorriendo las calles de una ciudad como Florencia y degustando también sus delicias locales tanto saladas como dulces. Una buena excusa para volver con más tiempo. Feliz finde!

Tren y coche

Remontándome a hace tan sólo un par de fines de semana, hicimos una escapadita a la costa en la provincia de Guangdong junto a mi novia y su familia. Como quien dice está ahí al lado pero las distancias en China no suelen ser precisamente pequeñas, aunque las infraestructuras en las carreteras son bastante buenas a mi parecer y siguen mejorando con el tiempo, se tarda en llegar un ratito. Lo comparo como cuando la gente de Madrid se va a las playas de la comunindad Valenciana, son 4 horas de trayecto, que fue lo que tardamos nosotros. Bueno, en verdad fueron casi cinco pero porque pillamos algo de retenciones y algún que otro accidente que hacía el tráfico algo más lento.

Pero antes que nada, como no salimos en coche desde Hong Kong directamente tuvimos que ir en tren hacia el norte. A unos 45 minutos de tren desde Shenzhen era el punto de encuentro para salir en coche y rumbo hacia la costa.

El viaje en tren no es nada nuevo porque es lo habitual cuando vamos de visita a su pueblo. El tren va saliendo lentamente del corazón de Shenzhen, cada vez más avanzada con rascacielos que nada tienen que envidiar a los de Hong Kong, pero la ciudad en sí es otra historia, un monstruo que continúa creciendo muy rápido. Hasta que luego nos encontramos con puro campo de cultivo y salpicado con pasos elevados de autopistas u otras líneas de tren en paralelo.

Con tiempo para hacer una pausa y almorzar antes de emprender el viaje por carretera. Un ligero dim sum para ir con el estómago contento, y más adelante habría tiempo para hacer una paradita técnica al par de horas. Un alivio para el conductor que debe descansar y para el resto de pasajeros que puedan estirar un poco las piernas durante algunos minutos.

Paramos en un área de servicio y de paso comprar algún aperitivo. Lo que más apeteció en aquel momento era un heladito. Uno mientras iba en el coche no se entera porque va a gustito al fresco del aire acondicionado, pero una vez fuera el calor pegaba de lo lindo.


 

Entre las cosas que encontré por los alrededores, unos carteles para la prevención de accidentes aunque para mi gusto bastante impactantes. Me hizo recordar a las campañas de la DGT en España. Algunos de ellos con bastante mala pinta, aunque no apto para que lo viese algún peque que pasase por el lugar.

De paso, mirar un poquito el mapa de carreteras y ver la distancia que aún nos quedaba por recorrer. Por suerte, estábamos tan sólo a un par de horitas más de nuestro destino: la isla de Hailing, marcada en ese circulito en rojo que ven en la parte inferior y un cacho más a la derecha el territorio de Hong Kong. Parece que el lugar tenía buena fama por sus playas y también por comer marisco de calidad a precios razonables. Así que un fin de semana entre rayos de sol y buena comida, no pintaba nada mal.

Terminada la paradita, de vuelta al coche y esperando que el trayecto no se hiciese más largo de lo normal. Algunas canciones chinas pop amenizaban en el coche mientras pasaban los kilómetros e intentaba cazar al sol entre el paisaje de rías, árboles y montañas. No quedaron nada mal algunas de las fotos que saqué, todas sacadas con el móvil y sin aplicar ningún tipo de filtro o retoque.


 

 

Cuando pasaba un poco más de las seis de la tarde el cielo parecía ir diciendo: «mañana más y mejor». La luz se iba debilitando y estábamos más cerca de llegar, aunque aún seguíamos en la zona continental y tendríamos que cruzar el puente que conecta la isla con el continente. Entre medio pararíamos para cenar y así ir luego directos al hotel; más tarde tendríamos tiempo para dar una vuelta por los alrededores y ver el ambientillo nocturno.

Casi cinco horas de viaje en total pero transcurridas con total normalidad, salvo algo de tráfico inicial y de resto todo muy fluido. Al día siguiente nos esperaba la playa, de eso se trataba, el madrugón no nos los quitaba nadie para aprovechar el tiempo al máximo. Les voy contando en la siguiente entrada.